Revista Electrónica de Investigación Educativa

Vol. 17, Núm. 2, 2014

Una mirada psicológica al enfoque por competencias


Amanda Cano Ruiz (*) mandy_caru@yahoo.com.mx

* Benemérita Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen”

Cómo citar: Cano, A. (2015). Una mirada psicológica al enfoque por competencias. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 17(2), 1-4.
Recuperado de http://redie.uabc.mx/vol17no2/contenido-canor.html


Obra reseñada:


Vaca, J., Aguilar, V., Gutiérrez, F., Cano, A. y Bustamante, J. (2014). ¿Qué demonios son las competencias? Aportaciones del constructivismo clásico y contemporáneo. México: Universidad Veracruzana, Instituto de Investigaciones en Educación-Biblioteca Digital de Investigación y Educativa. 385 pp.


El libro ¿Qué demonios son las competencias? Aportaciones del constructivismo clásico y contemporáneo forma parte de la colección de la Biblioteca Digital de Investigación Educativa del Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Veracruzana (UV). Deriva de los trabajos desarrollados en la línea de investigación “Lengua Escrita y Matemática Básica: adquisiciones, prácticas y usos” y su principal objetivo es la discusión teórica del término competencias desde una perspectiva psicológica. Esta mirada a las competencias, escasamente abordada por la literatura actual, nos conduce por un terreno complejo, pero a la vez interesante, para investigadores, docentes, directivos, asesores pedagógicos, diseñadores curriculares, autoridades educativas y a todos aquellos interesados en lo que se conoce como “enfoque por competencias en educación”.

Se trata de un texto crítico, pero a la vez propositivo, que cuestiona y estudia conceptos asociados a las competencias, así como las implicaciones de adoptarlas como base para los diseños de curriculum en México, un término del que se habla mucho pero que se define e investiga poco. De esta manera, el título de la obra encierra su esencia: explicar, con bases científicas, qué son las competencias.

El libro se compone de dos partes: Competencias ayer y hoy y Visitando el pasado y el presente lejano. La primera parte está dedicada a la revisión de los antecedentes del término, sus relaciones con el constructivismo, conceptos asociados, definiciones actuales, los posibles vínculos con el concepto de esquema, así como al análisis de un modelo didáctico actual y del terreno del curriculum formal en México en la enseñanza de la lengua. La segunda parte constituye una valiosa colección de textos, estudiados y traducidos desde la línea de investigación, muy útiles si queremos profundizar en el tema desde las aportaciones del Constructivismo (piagetiano y contemporáneo).

La introducción ubica gráficamente la esfera en la que se sitúa el libro. Dentro del “espacio de las competencias” se pueden observar diversos planos: el sociopolítico, el educativo, el didáctico, el psicológico y el lingüístico, siendo este último el que se explora enfatizando las teorías de quienes sostienen este enfoque. En el apartado se expone una tesis que articula y guía buena parte del contenido del libro: con el término competencias se presenta con un “ropaje” diferente un problema que por muchos años ha estudiado la psicología constructivista (piagetiana, post y peri piagetiana) relativo a la “construcción de (estructuras de) conocimientos y su relación con su uso o aplicación en situaciones problemáticas más o menos concretas” (p. 17).

I. Competencias ayer y hoy

En el primer capítulo se rastrean antiguas definiciones relacionadas con el término competencias. Este apartado documenta la forma en que desde la vieja psicología de las facultades y de los test subyace un planteamiento parecido a lo que actualmente sucede al ligar competencia-capaz-capacidad, y por ello se cuestiona lo novedoso que resulta el uso de esta tripleta.

Se explora la raíz biológica de las competencias y se plantean las de Piaget, quien refiere a la competencia como “próxima a la asimilación” y la relaciona con un “potencial ideal”, mientras en el terreno de la lingüística se revisan las aportaciones de Chomsky y autores como Hymes, quien en 1973 acuñó el concepto de competencia comunicativa, situándolo en el “conocimiento funcional del lenguaje” (p. 36).

No es hasta la década de los noventa que el término competencia empieza a usarse con fuerza en el ámbito laboral y en la formación profesional (aunque sin definiciones claras, siempre asociado con capacidad, habilidad, facultad e incluso talento). En el capítulo se cita a Bronckart y Dolz (2007) para señalar que a las competencias se les define a partir de la idea de la “eficacia de las intervenciones en una tarea situada” (p. 37) y, por último, se señala que la dupla competencia/desempeño fue recuperada por Houdé, Kayser, Koenig, Proust y Rastier (1998) en el Vocabulaire de sciences cognitives.

En el segundo apartado, “El constructivismo y las competencias”, se sostiene que el constructivismo psicológico se ha interesado en la relación entre saber y saber-hacer implicada en las competencias. Piaget fue un estudioso de estos procesos de conceptualización y la relación entre estructuras y procedimientos, esta preocupación del constructivismo se ejemplifica a través del descubrimiento del esquema silábico de escritura, destacando cómo se constituye y su progresiva conceptualización.

La revisión sobre autores constructivistas contemporáneos, como Inhelder, Grecó y Vergnaud, es evidencia de que a través del uso de diversas herramientas teóricas se ha analizado la difícil relación entre el conocimiento (su construcción) y sus usos en situaciones específicas. Llama la atención la particular manera en que Vergnaud habla de las competencias como juicios de valor y aclara que el concepto de competencia siempre está ligado a una actividad específica y analizarlo implica escudriñar las “concepciones subyacentes a la organización de la actividad” (p. 45).

El apartado advierte los riesgos de transponer las competencias al terreno educativo, ya que requeriría de un análisis detallado de las tareas, situaciones o secuencias didácticas a desarrollar con los estudiantes, además del problema que enfrenta el profesor para conocer los recursos específicos que poseen los estudiantes con relación a la situación que se va a desarrollar; y por último, los autores afirman que se corre el riesgo de que las competencias estén siendo asimiladas como objetivos educativos conductualmente expresados, sin claridad en el saber y con un énfasis en el desempeño, pues no se puede acceder a ellas mediante pruebas estandarizadas, sino enfrentar al estudiante a una gama de situaciones lo suficientemente amplia y bien analizada.

El capítulo tres presenta un análisis detallado sobre la definición de competencias que hace Perrenoud1 en una de sus obras, y comenta la forma en que este autor combina tradiciones psicológicas como el constructivismo piagetiano, las aportaciones de Vergnaud y la tradición psicométrica de la “vieja psicología de las facultades”. Destaca, sobre todo, el comentario de Perrenoud sobre el término competencias, la discusión acerca de los términos con que se les define, y destaca la necesidad de una descripción o análisis de las situaciones en las que se ponen en juego las competencias, así como tener en claro la familia a la que pertenecen (o en donde se agrupan, lo que entraña otra dificultad a la que se le llama la escala). Se trata de una tarea pendiente, de un vacío teórico que entraña riesgos para la implementación de este enfoque en el terreno educativo.

El apartado expone la frecuencia con que Perrenoud usa como sinónimos: competencia, habilidad, esquema y macro-esquema, lo que entraña serias confusiones en la comprensión del término, e iguala el concepto de esquema al de una habilidad o skill, similar a un hábito o algoritmo que deja a un lado su carácter dinámico; también se infiere la evasión de los términos empleados por la vieja escuela piagetiana, que ya abordaba estas relaciones. Se cuestionan muchas de las afirmaciones de Perrenoud acerca del funcionamiento de las competencias, por ejemplo, la supuesta movilización o puesta en sinergia lleva a cuestionarse cómo operan y se relacionan todos estos elementos “en la cabeza del sujeto”.

Más adelante se revisa el concepto de representación, ya que se considera central si se trata de comprender el funcionamiento cognitivo del sujeto. Llama la atención cómo a partir de los trabajos desarrollados por Inhelder y Grecó se enfatiza el papel que juegan las representaciones que el sujeto construye de determinada situación para actuar sobre ella y seleccionar los recursos con las que la afrontará. El capítulo cierra aseverando lo ambivalente, incoherente e incompleto que resulta lo expuesto por Perrenoud en una de sus obras.

El cuarto capítulo está centrado en la revisión de las definiciones de esquema. Un concepto amplio, de largas raíces (dos siglos), con presencia en diversas áreas de conocimiento. El apartado recupera las aportaciones de Piaget, a quien se le debe toda una teoría de los esquemas, y destaca que esta teoría continuó desarrollándose gracias a las aportaciones de Inhelder, Grecó y García. Nos lleva de la mano en la revisión de un concepto en realidad complejo pero central si nos interesa la “comprensión del origen del conocimiento en la acción”.

La discusión final es especialmente enriquecedora al mostrar la importancia del concepto de esquema, útil como unidad teórica y que nos acerca al “conjunto de herramientas de que dispone un sujeto o situación, sus posibilidades y límites” (p.76), que son bastante diferentes de los hábitos. Se habla así, (en contraste con las competencias) de la solidez de un concepto que ha evolucionado gracias a las aportaciones del constructivismo contemporáneo.

El quinto apartado reseña el libro de Dolz, Gagnon y Vuillet (2011), quienes proponen un modelo didáctico que guía la enseñanza y el aprendizaje de la escritura. Se incluye porque permite el acercamiento a un caso ejemplar de lo que implicaría desarrollar un curriculum centrado en competencias sustentado en un corpus de investigaciones que ha llevado décadas conformar. Los autores no hacen referencia al término competencias, pero sí incluyen términos relacionados estrechamente con el curriculum por competencias mexicano en lo relativo a la asignatura de español en la educación básica. Es así que sirve de marco comparativo para evaluar qué tan cerca nos encontramos de implementar un currículo con estas características.

Por último, el capítulo siete representa la posibilidad de explorar el aterrizaje del enfoque por competencias desde lo propuesto por el currículo formal en educación básica en México. Hay un fino análisis de la forma en que se definen las competencias y sus términos asociados (estándares y aprendizajes esperados) a través de la revisión de un proyecto didáctico de la asignatura de español en sexto grado de primaria. Se analizan las competencias generales de la asignatura, y dada su amplitud catalogan como objetivos o propósitos generales de la educación básica. La inclusión de estándares obedece a la alineación del curriculum con las evaluaciones internacionales y, en el caso de los aprendizajes esperados, sería una especie de objetivos específicos que poseen rasgos conductuales centrados en los desempeños más que en las competencias. Los autores destacan que el eje articulador del curriculum de español es un determinado número de prácticas lingüísticas. Plantean la poca viabilidad de que la escuela implemente este tipo de prácticas al considerar que no están dadas las condiciones contextuales, institucionales y didácticas. Este aterrizaje de las competencias se desdibuja en el plano curricular, y se quedan en un nivel discursivo.

II. Visitando el pasado y el presente lejano

La segunda parte del libro está conformada por una colección de traducciones de textos escritos en francés entre 1965 y 2009. Se les ha incluido porque exploran la relación entre saber y saber hacer, que está en el centro de la discusión del término competencias. Se trata de 17 textos que incluyen: artículos, capítulos de libros, prólogos y memorias de seminarios, que podemos revisar en español gracias al fino trabajo de traducción realizado dentro de la línea de investigación. Encontraremos textos que nos permiten profundizar en el concepto de estructura, esquema, funcionamiento cognitivo del sujeto, microgénesis situadas, teoría de los campos conceptuales, entre otros, cuyos autores, en su mayoría, son referidos en la primera parte de este libro (Grecó, Vergnaud e Inhelder).

Conclusión

Por su perspectiva de análisis de las competencias desde el campo de la psicología, la lectura de este texto aporta elementos teóricos para la discusión actual del término y permite aterrizar del enfoque por competencias en México al revisar elementos curriculares presentes en la Reforma Integral de la Educación Básica.

Por su densidad teórica es un texto que exige una lectura detallada, ya que nos lleva por un itinerario vasto y complejo de autores, varios de ellos poco conocidos en el contexto latinoamericano, pero cuya revisión da nuevas miradas y luz teórica sobre el origen y evolución de las competencias.

1Principal autor en el que se basó la Reforma Integral de la Educación Básica en México, y por ello referencia constante en este libro.