Revista Electrónica de Investigación Educativa


Vol. 5, Núm. 2, 2003

Las artes expresivas centradas en la persona:
un sendero alternativo en la orientación y
la educación. Entrevista a Natalie Rogers©

Laura Guadiana Martínez
lauragk@hotmail.com
Universidad Iberoamericana Noroeste

Av. Centro Universitario s/n
Playas de Tijuana, 22200
Tijuana, Baja California, México

 

Resumen

En esta entrevista la Dra. Natalie Rogers aborda la forma en que el arte y la expresión sirven al crecimiento personal y grupal en la Terapia Expresiva Centrada en la Persona. Describe cómo, aunado a la herencia de su padre Carl Rogers, creador del Enfoque Centrado en la Persona, ha entrelazado su experiencia como terapeuta y mujer, para darle más espacio a lo intuitivo, creativo, emocional y a la fascinante exploración de la experiencia humana. Comenta cómo apoyándose en la plástica, danza, pintura, música, entre otras artes, creó un modelo que propicia la expresión auténtica y el auto conocimiento de la persona. Dibuja el perfil de un facilitador que con especial cuidado crea un clima no sólo para juzgar a la persona, su obra, experiencia o los resultados; sino al contrario, es empático y acepta a la persona y su experiencia. Finalmente, discute las aplicaciones de este modelo al ámbito educativo tradicional, así como a los asuntos clave en el entrenamiento.

Palabras clave: Humanismo, educación y psicoterapia.

 

La Dra. Natalie Rogers, es autora de The creative connection: Expressive arts as healing (1993) (La conexión creativa: El arte expresivo como elemento de sanación) y Emerging woman. A decade of midlife transitions (1980) (Mujer emergente: Una década de transiciones de la mediana edad), así como de varios artículos publicados en revistas profesionales y de circulación no especializada, todos traducidos a varios idiomas. Ella es pionera en la terapia de arte expresiva, y conduce entrenamientos en Europa, Rusia, Latinoamérica, Japón y los Estados Unidos.
La Dra. Rogers fue entrenada y ha ejercido como psicoterapeuta. Su misión personal es facilitar la sanación planetaria y personal, incorporando las artes expresivas en el trabajo intercultural para la resolución de conflictos. Natalie fundó y forma parte de la planta docente del Instituto para la Terapia Expresiva Centrada en la Persona de Santa Rosa, California (Estados Unidos). Ella se desempeña como profesora adjunta del California Institute of Integral Studies y el Institute of Transpersonal Psychology, y docente asesora distinguida del Saybrook Graduate School. Ella es artista, madre y abuela.


Laura Guadiana (LG): Doctora Rogers, usted ha dedicado su tiempo, energía y conocimiento personal y profesional al desarrollo de la terapia expresiva centrada en la persona, ¿podría describir en qué consiste?

Natalie Rogers (NR): La filosofía centrada en la persona fue desarrollada por mi padre Carl Rogers. Esta filosofía incorpora las creencias de que cada individuo es valioso y digno, y tiene la capacidad para auto dirigirse. Existe una confianza en el impulso humano que se orienta en la dirección del crecimiento. Cada individuo posee una habilidad inherente para encontrar las respuestas precisas y correctas cuando se nutre de un ambiente de escucha empática, cuidado no posesivo y en el contexto de una genuina y congruente apertura y honestidad.

El término “artes expresivas” significa la utilización de varias formas de arte para expresar los sentimientos internos a través de un medio externo que facilite el crecimiento y la sanación. Alentamos la expresión personal sin prestar atención al valor comercial o a la calidad del producto. Las artes del movimiento, lo visual, lo sonoro y la redacción creativa son leguajes del alma y el espíritu que pueden aprovecharse para explorar el rango de las emociones humanas y permiten desarrollar un sentido positivo del self.

La combinación de las “artes expresivas” con el enfoque centrado en la persona es una evolución natural. En un encuadre terapéutico, las artes expresivas son el medio para aproximarse al miedo, la vergüenza, la culpabilidad o el enojo, inconsciente o no expresado, que frecuentemente nos ata a un patrón de silencio. La expresión creativa, que se acepta y comprende puede ayudar al participante a enfrentar estos sentimientos oscuros y tender un puente a la alegría, la sensualidad, el amor y la compasión.

El terapeuta de arte expresivo centrado en la persona explica al cliente que, además del habla, existen otras actividades que pueden facilitar la terapia. En algunas situaciones, una vez que el cliente haya explorado sus emociones y pensamientos a nivel verbal, se puede utilizar el color o el movimiento para lograr mayor profundidad en la auto comprensión. Estas expresiones también forman parte de un poderoso lenguaje que se establece entre el cliente y el terapeuta. El arte se vuelve una parte natural del flujo terapéutico. En otras situaciones, los clientes quizá elijan iniciar con arte, y después, al ver su propia creación, decidan hablar de su experiencia. Utilizar las artes expresivas es una forma muy eficaz para ayudar al cliente a identificarse con sus sentimientos.

Respecto al clima de seguridad del ámbito centrado en la persona, las personas que tienden a ser predominantemente racionales y verbales tienen la oportunidad de permitir que afloren sus sentimientos benigna y constructivamente.

Por ejemplo, cuando un cliente pierde a un ser querido, el duelo es tan doloroso que no hay palabras que valgan. Sin embargo, el color, la plastilina (arcilla), un collage, el movimiento y el sonido contribuyen a expresar ese duelo de manera no verbal y es extremadamente benéfico. El participante es capaz de liberar físicamente parte de ese dolor y a la vez logra un poco de insight personal. En mi libro, La conexión creativa: las artes expresivas como medio de sanación, doy un ejemplo de ello en “La espina de arenque de Gail”.

Frecuentemente, el enojo se reprime profundamente. Sin embargo, al utilizar el movimiento y el sonido en una sala terapéutica aceptante y desprovista de amenazas, florece la tristeza que de fondo existe tras el enojo. Expresar la rabia a través del color y la forma, también ayuda al cliente a transformarla en una energía útil y creativa. Cuando la gente se apega a su enojo se vuelve como un volcán que tarde o temprano tiene una erupción. Considero que ésta es una de las razones de tanta violencia en nuestro mundo. Los niños necesitan un ambiente donde los padres de familia y las escuelas puedan decir: “Puedo comprender y aceptar todos tus sentimientos, mas debes aprender a controlar tu comportamiento”. Los sentimientos de enojo son normales, aceptables y están bien, pero no es permisible descargar esos sentimientos hacia otros o hacia uno mismo.

 

LG: Dra. Rogers, ¿tendría la gentileza de describir el proceso y postulados por medio de los cuales su aproximación difiere de la de su padre. ¿De qué manera(s) considera que su perspectiva enriquece el trabajo de su padre?

NR: Mi imagen es la de un gran árbol. Las creencias de Carl, su investigación a fondo, sus destrezas más hondas, son las raíces de mi árbol. El tronco del árbol es como una mujer que contempla la vida desde una perspectiva mente/cuerpo diferente. Las ramas son las artes de expresión centradas en la persona: una integración de la emoción y espíritu mente/cuerpo. Las ramas se extienden para abrazar la sombra y la luz, lo femenino y lo masculino, la lógica y la intuición, lo verbal y no verbal y todos los modos como expresamos nuestro ser interior por medio de una forma externa. Mi crecimiento continuo y vitalidad vienen de mis raíces.


Carl Rogers y su hija, Natalie Rogers, 1981

Estudié y trabajé con mi padre durante muchos años. No aprendí su filosofía en un libro, crecí con ella, es parte de lo que yo soy. En 1974, después de haberme divorciado y mudado a California, le sugerí que trabajásemos juntos. Convocamos a un equipo de seis personas para crear lo que llamamos los Talleres del Enfoque Centrado en la Persona. Durante siete veranos ofrecimos talleres intensivos residenciales en ambientes universitarios en los Estados Unidos de América, México e Inglaterra. Como era típico de los grupos de encuentro de Carl, había una gran medida de escucha empática a las historias de vida de dolor y trauma de las personas. Por supuesto, esto resultaba muy profundo para todos los miembros del equipo; sin embargo, yo soy una persona muy kinestésica, artística e intuitiva y encontraba que no podía mantenerme quieta todo el día y noche escuchando tanta emoción. De manera que sugerí que tuviéramos un espacio donde la gente pudiera manejar estas mismas temáticas personales, pero aprovechando el movimiento, el sonido, el arte y el psicodrama para expresarse. Aquellos eran tiempos muy experimentales. Otros miembros del equipo trabajaron conmigo facilitando estas sesiones vespertinas. A través de la experimentación aprendimos que estas formas de arte son tremendamente transformadoras, y esta práctica mostró que cada persona del grupo podía estar trabajando en sus propios asuntos a la vez. Sucede algo muy mágico en la resonancia colectiva de un grupo de personas, cuando cada una de ellas hurga en sus temáticas personales a través del color, la plástica o el collage. Yo lo denomino el “espacio sagrado de la creatividad”. Enfocarse intensamente mientras se crea desde el corazón, suscita un campo energético que sana de fondo. Asimismo, hablábamos de nuestro trabajo. Sin embargo, el proceso creativo por si mismo tiene cualidades de sanación.

A partir de ese trabajo, desarrollé mis propias teorías y programas. El aprovechamiento de las artes expresivas para mejorar y profundizar la psicoterapia verbal es una evolución natural. Cada vez comprendemos la necesidad de agrupar los procesos que integran todos los aspectos del self: cuerpo, mente, emociones y espíritu. Dicho de manera sencilla, no podemos integrar el self sin involucrar todos sus aspectos. No nos volvemos creativos al pensar en ello, despertamos nuestra creatividad al involucrarnos en el proceso creativo mismo.

Utilizando las raíces de mi entrenamiento psicológico, también hice algunos descubrimientos. A través de mi experiencia personal (y después al ver el proceso con clientes), encontré que cuando danzaba un sentimiento de tristeza o enojo en la presencia de un testigo empático y desprovisto de juicios, mis sentimientos y percepciones se movían dramáticamente. Y cuando dibujaba las imágenes después de moverme, el arte se volvía espontáneo, expresivo y revelador. Si le daba seguimiento al arte con redacción libre, más me metía en sentimientos y pensamientos protegidos. Me di cuenta que una forma de arte expresivo estimula y nutre otra forma de arte, dotando con nuevo significado y profundidad a las verdades personales que frecuentemente no nos son reveladas. Es entonces cuando ocurre la sanación interna, que llamo el Proceso de Conexión Creativa.MR Utilizar varias artes expresivas en secuencia enaltece e intensifica el viaje hacia nuestro interior.

Para lograr que las personas se involucren en el proceso creativo, para “moverles el tapete”, el facilitador ofrece la oportunidad de utilizar los materiales de arte. Dar sugerencias o experiencias estructuradas en un proceso grupal es muy diferente a la manera como Carl dirigía un grupo. Sin embargo, creo que existen muchas maneras de centrarse en la persona. No todos tenemos que hacerlo como Carl; de hecho, él siempre dijo que deseaba que las personas utilizaran lo que habían aprendido para llevarlo más allá.

Al igual que Carl, estoy en contra del modelo médico de terapia y terapia de arte. Cuando los clientes o participantes grupales comparten su arte, la meta del facilitador consiste en comprender mejor el mundo de dicho individuo, no analizamos o interpretamos el arte. En mi opinión, analizar el arte fácilmente puede sofocar el impulso creativo que brota del individuo. Decir a la persona quién es o qué está sintiendo al ver su arte, frecuentemente desanima al individuo a volverse a revelar de nueva cuenta en lo profundo. La intención del terapeuta de arte centrado en la persona es animar al individuo a explorar por sí mismo el sentido de su arte.

 

LG: ¿De qué manera consideras que tu ser mujer colorea tu perspectiva en relación con el arte y la expresión en el proceso de aprendizaje?

NR: En la mayoría de las culturas, por supuesto en la de los Estados Unidos, las mujeres somos intuitivas, no lineales; conscientes de sus emociones y expresivas de nuestras más profundos sentimientos. Nuestra cultura ha enseñado a los hombres a reprimir sus sentimientos, a sobresalir en la lógica, tecnología, ciencia y a utilizar el poder para dominar. Las mujeres han sentido la humillación y degradación de ser ciudadanas de segunda clase. Como sabes, durante muchos años en los Estados Unidos, no podíamos votar, no podíamos tener propiedades y se nos criaba para servir a nuestros compañeros masculinos. Las mujeres de todo el mundo han sentido esta larga historia de represión y abuso. Aunque nací en una familia de profesionistas blancos de clase media y amorosas, las expectativas hacia mí consistían en que jugara el papel de una mujer tradicional –muy diferentes a las expectativas que se tenían para mi hermano–. Así que, por supuesto, veo el mundo de diferente manera. Una misión en mi vida es regresar el poder a la mujer a través del proceso creativo. La expresión creativa representa una salida natural para la mujer. Nos reunimos para pintar y jugar, para danzar y crear rituales que nos fortalecen. Siempre estoy en busca de maneras que influyan y creen justicia e igualdad en el mundo.

En mis viajes, conforme llevo el trabajo de la conexión creativa a Rusia, Europa, Japón y Latinoamérica, me doy cuenta que los hombres de esos países están más dispuestos a sumarse a la expresión juguetona y creativa que los de Estados Unidos. Disfruto contar con la energía masculina en mis talleres, el Ying y Yang necesitan entrelazarse, ya sea dentro de uno mismo o entre sí. No obstante, veo las decisiones que se toman en el mundo, principalmente por el hombre blanco, y me molesta y enojan por las políticas agresivas que predominan. Las artes se ven atropelladas y hechas a un lado, lo cual es trágico porque el arte es una forma vital de comunicación. Proviene de nuestra esencia interior. Habla a través de las culturas. Es personal y universal.

 

LG: ¿De qué maneras vislumbras que los principios de la terapia expresiva centrada en la persona enriquezcan el proceso educativo y el aprendizaje en las escuelas?

NR: Los estudiantes de todas las edades se benefician de un programa de artes expresivas centradas en la persona. Los beneficios terapéuticos son evidentes aun cuando la terapia no sea un factor dentro del programa. Las artes expresivas representan un medio cómodo y conocido mediante el cual se expresan los niños más pequeños Utilizadas de esta manera las artes son verdaderas maneras de jugar. Los niños más pequeños frecuentemente no cuentan con el vocabulario o las destrezas sociales suficientes para ser escuchados. Dibujar el enojo o el aburrimiento, por ejemplo, les proporciona una forma singular y eficaz de comunicación. La adición de una atmósfera centrada en la persona es ventajosa para los niños más pequeños de edad escolar. Imagina que a un joven, incipiente artista se le permita explorar su talento natural sin la presión de hacerlo “de la manera correcta”.

Los autores contemporáneos han señalado que conforme los adolescentes y preadolescentes pasan por la escuela (por lo menos en los Estados Unidos) ellos se vuelven resistentes, posiblemente hasta conteniéndose inconscientemente, a cualquier expresión externa individualista y espontánea. Temen la desaprobación del “público imaginario”, así como a la censura de sus compañeros de clase, y la posibilidad de que no “encajen”. El arte expresivo centrado en la persona funciona bien en estas condiciones de autoestima. El movimiento es una excelente forma de suavizar rápidamente las inhibiciones. En un escenario escolar, por ejemplo, para una lección del sistema solar se asignó el estudio de un planeta a cada estudiante. Posteriormente se le pidió a cada alumno que impartiera la clase a sus compañeros. Los estudiantes diseñaron disfraces que representaran su planeta, se pusieron patines, y en conjunto rodearon al sol en sus posiciones para explicar las particularidades de su planeta.

Cuando los estudiantes se dan cuenta que no habrá juicio ni instrucciones, gradualmente empiezan a crear desde un sentido interior del self y se liberan de las restricciones auto impuestas. Una parte importante de la seguridad del programa es que no sea obligatorio para todos; se trata de una elección voluntaria en respuesta a una invitación genuinamente cálida y aceptante.

Para cuando los estudiantes asisten a la universidad, generalmente ya aman la idea de intercalar ocasionalmente una sesión juguetona, más personalmente significativa, de artes expresivos para romper la atención silenciosa de un formato de clase tradicional. Por supuesto que las ciencias del comportamiento y sociales funcionan especialmente bien con esta aproximación novedosa; sin embargo, otro tipo de cursos académicos puede encontrar las maneras de incorporar el aprendizaje experiencial de vez en cuando. Por ejemplo, encontrar metáforas simpáticas para los problemas de matemáticas, actuar un momento de la historia a través del movimiento y el sonido, o presentar un proyecto de ciencias a través de símbolos y dibujos no verbales. Cuando la imaginación cuenta con la libertad para expresarse, la mente inteligente también se libera de acuerdo con lo que los académicos de hoy en día denominan el “flujo”.

 

LG: Frecuentemente sucede que la educación formal está divorciada de los modelos alternativos para el aprendizaje. Muchos programas alternativos se multiplican y funcionan en una isla claramente escindida de la educación convencional. ¿Cuál ha sido su experiencia utilizando la metodología fruto de estas técnicas, cuáles sus percepciones en relación con la enseñanza, y en qué contextos?

NR: En lo personal, siempre he seguido el “sendero alternativo” en mi propia educación y docencia. Mis padres nos enviaron a escuelas “progresivas” donde se nos animaba a ser creativos, a pensar por nosotros mismos, a cuestionar la autoridad y a decir qué pensábamos. Nunca recibí calificación alguna, sino hasta llegar a la universidad. Estos antecedentes me dieron el valor para ser diferente respecto a mis creencias y manera de ejercer como terapeuta y enseñar en las instituciones. Me he mantenido alejada (o he sido despedida) de ambientes laborales represivos. En mis años incipientes como terapeuta empecé a utilizar los métodos de arte y conciencia corporal, aun cuando trabajaba en el Hospital de Salud Mental Estatal, en una clínica de orientación y en un hospital psiquiátrico. Si involucraba a mis supervisores o jefe a platicar del proceso que estaba aplicando, y si obtenía resultados efectivos (que sí lo eran), se me escuchaba y autorizaba para seguir explorando mis métodos. Sin embargo, en una ocasión, trabajando como terapeuta infantil en una institución para niños emocionalmente perturbados, y desarrollando un trabajo excelente con padres de familia, maestros y niños, fue contratado un nuevo director que se sintió amenazado por mi popularidad. Quería limitarme a trabajar con unos cuantos niños. Le dije que no estaba dispuesta “a hacer menos de lo que soy capaz de hacer”. Me despidió.

En 1984, en California desarrollé un programa de entrenamiento intensivo, el Instituto de Terapia Expresiva Centrada en la Persona (www.pceti.org). De esta manera sigo aprendiendo conforme facilito grupos que están abiertos a la experimentación. Somos pioneros en este campo y ahora encontramos que existen instituciones académicas alternativas ofreciendo programas de arte expresivo. Aunque haya resistencia del medio académico dominante, si los estudiantes desean este tipo de trabajo y están dispuestos a pagar para asistir a los programas que lo ofrecen, finalmente la academia seguirá la pauta.


Creando el mundo que queremos

También imparto artes expresivas a estudiantes de posgrado en entrenamiento para ser terapeutas. Esto es muy gratificante. Todas estas instituciones: el Institute of Integral Studies, Institute of Transpersonal Psychology, Insitute of Imaginal Studies y el Saybrook Graduate School, son pioneras en la psicología humanista y transpersonal. Me encuentro con que la manera en que mejor aprenden los estudiantes es experimentando la sanación personal mientras exploran las artes expresivas centradas en la persona a profundidad.

Mis estudiantes y participantes de grupo están incorporando la experiencia al ámbito convencional. Emplean las artes expresivas para trabajo con duelo en el ámbito escolar, en personas de la tercera edad, en programas de restauración de la justicia, en programas de abuso de sustancias, en hospicios, en programas de mediación y solución de conflictos, y empresariales.

 

LG: La mayoría de las escuelas ofrecen arte u otros medios para la expresión personal en su currículum. ¿Qué caracteriza y distingue la aproximación convencional de la centrada en la persona?

NR: Es probable que la diferencia más importante concierna al uso de la empatía y aceptación, así como a la negativa a dirigir a la otra persona. Primero, la mayoría de las personas atinadamente entienden que la escucha empática es un intento sincero por comprender a la persona, particularmente en lo que se refiere a su experiencia interna. Sin embargo, más allá de ello, existe un entendimiento más hondo que demanda una auténtica conexión con el espíritu del momento. Más que decirse a sí mismo: “Ah, ya veo, esto es un duelo y comprendo el proceso del duelo”, quien acompaña desea comprender tan íntimamente como sea posible los sentimientos singulares y precisos que se mueven a través de esta persona en este momento. Así acontece más que un mero duelo porque ninguna persona es unidimensional en sus expresiones emotivas. De tal manera, que el acompañante centrado en la persona trata de no dar nunca etiquetas de diagnóstico. La persona explora sus sentimientos a plenitud y llega a su propia definición.

Otra diferencia yace en la aceptación. Generalmente, la gente ve la aceptación como una manera de estar de acuerdo o una forma de aprobación. Por ejemplo, decirle a un niño que te gusta su trabajo, o escribir la anotación “¡bien hecho!” en los márgenes de su hoja o dibujo implica una forma benigna de aceptación. Mas en el ambiente centrado en la persona, la aceptación significa algo diferente. De hecho, si se acepta de la manera antes descrita existe la posibilidad de que la próxima vez no resulte tan aceptable. Aprobar implica, asimismo, ser objeto de desaprobación, y esto asusta al niño y a las personas de todas las edades. En este caso, la aceptación significa: “Eres libre de hacer lo que desees con estos materiales (dentro de los límites sociales, por supuesto) o con este momento. Voy a hacer mi mejor esfuerzo para acompañarte a donde quieras llegar en esta experiencia”.

Finalmente, surge la pregunta de la directividad. Quien está inmerso en la filosofía centrada en la persona, no interpreta ni analiza al otro; tampoco le aconseja, etiqueta o diagnostica. Por un lado, las etiquetas y diagnósticos mantienen a quien escucha entrampado en sus propias percepciones y por ende, no le permiten una verdadera exploración no tendenciosa. Por otro lado, la gente tiene un sentido intuitivo que le avisa cuando el otro se maneja con ideas preconcebidas o está tratando de manejarlas. Pueden llegar a depender del criterio de su facilitador al grado de volverse dependientes de él, o pueden perder la confianza al sentirse no vistos ni respetados.

Así, a los niños de un programa de arte expresivo centrado en la persona, no se les dice que son “buenos” artistas, ni que deben de “terminar” su proyecto. Pueden explorar su experiencia en privado o cuando desean ser observados. Los observadores, o quienes escuchan, dan muestras de querer comprender el significado más profundo para el artista: cómo interpreta los símbolos, qué sentimientos evoca. En un momento dado, los observadores pueden comunicar qué les mueve del trabajo de la persona, no cómo lo evalúan, sino cómo lo viven a sus propios niveles de profundidad.

Pienso que esta aproximación es muy diferente a lo que generalmente ocurre en las aulas donde el clima en tan apresurado y orientado a los resultados.

 

LG: ¿Qué tipo de perspectiva y entrenamiento sería necesario para que un docente convencional incorpore los principios de la terapia expresiva centrada en la persona a sus actividades cotidianas en el aula?

NR: La mejor sugerencia es que el docente viva las artes expresivas de primera mano en un programa de entrenamiento centrado en la persona. En lugar de leer o estudiar las técnicas exclusivamente, ya que el docente aprenderá al experimentarlo. Esto propicia que el docente vea el mundo a través de los ojos del aprendiz. Hay una línea muy tenue entre ser docente y terapeuta. Los buenos maestros ofrecen aceptación, escucha empática y un ambiente de seguridad para aprender. Esto permite que el estudiante aprenda y crezca de maneras positivas; sin embargo, los maestros no son terapeutas per se. Los buenos maestros establecen y se van ganando la confianza de los estudiantes. El maestro necesita conocer la diferencia que existe entre una perturbación situacional y las dificultades menores emocionales, y una perturbación aguda emocional, de tal manera que pueda canalizar a ese estudiante a un orientador o terapeuta. Los maestros que crean un ambiente centrado en la persona, al aceptar todo sentimiento y limitar el comportamiento destructivo favorecen un ambiente que impide al estudiante desarrollar una perturbación más profunda. El estudiante atraviesa el túnel oscuro de la emoción hacia la luz positiva. Me gustaría referir a sus lectores a la tercera edición del libro Freedom to learn (Libertad y creatividad en la educación) de Carl Rogers y Jerome Freiberg (1994).

Lo más importante de todo no tiene qué ver con el entrenamiento sino con la actitud. El maestro necesita saber cómo “no obstaculizar el camino” y confiar en que la gente puede encontrar su propio camino y ser más fuerte y feliz por alcanzar la libertad para hacerlo. La habilidad del maestro para acompañar, más que conducir, será determinante para hallar el camino.

 

Bibliografía relacionada con la temática del artículo

Rogers, C. (1961). On becoming a person: A therapist’s view of psychotherapy. Boston: Houghton Mifflin.
Comentario: Publicado también en 1965 con una nueva introducción de Peter Kramer.

Rogers, C. y Freiberg, H. J. (1994). Freedom to learn (3a. ed.). New York: Merrill.

Rogers, C. y Russell, D. E. (2002). Carl Rogers the quiet revolutionary: An oral history. Roseville, CA: Penmarin Books.
Comentario: Autobiografía póstuma.

Rogers, N. (1980). Emerging woman: A decade of midlife transitions. Santa Rosa, CA: Personal Press.

Rogers, N. (1993). The creative connection: Expressive arts as healing. Palo Alto, CA: Science & Behavior Books.

Rogers, N. Carl Rogers: A daughter’s tribute [CD-ROM]. Mindgarden Media. Información disponible en: http://www.mindgardenmedia.com/cr.html
Comentario: Un CD-ROM que contiene extractos de capítulos de 16 libros de Carl Rogers, con 200 fotos y tomas en video de asesoría psicológica.

 

Si usted desea más información sobre Natalie Rogers, por favor diríjase a:

Natalie Rogers, Ph.D.
P.O Box 5436
Santa Rosa, CA 95402
United States of America

Correo electrónico: nrogers@nrogers.com
http://www.nrogers.com

Para citar este artículo, le recomendamos el siguiente formato:

Guadiana, L. (2003). Las artes expresivas centradas en la
persona: un sendero alternativo en la orientación y la educación.
Entrevista a Natalie Rogers. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 5 (2). Consultado el día de mes de año en:
http://redie.ens.uabc.mx/vol5no2/contenido-guadiana.html