Revista
Electrónica de Investigación Educativa
Vol. 16, Núm. 1, 2014
Autorregulación y los efectos de
una intervención
educativa en secundaria
Self-regulation and
the effects of an educational
intervention in secondary
Rosa María Osés Bargas (*)
obargas@uady.mx
Jorge Carlos Aguayo
Chan (*)
carlos.aguayo@uady.mx
Efraín Duarte
Briceño (*)
dbricen@uady.mx
Jorge Isaac Manuel
Ortega (*)
jorge.ortega@uady.mx
(*) Facultad de Psicología, Universidad Autónoma de Yucatán
Calle 31A, No. 300,
x 8,
Fracc. San Esteban, C.P. 97149
Mérida, Yucatán, México
(Recibido: 27 de enero de 2012; aceptado para su publicación: 15 de octubre de 2013)
Resumen
El objetivo de este trabajo fue favorecer habilidades autorregulatorias de aprendizaje
de estudiantes de primer grado de una escuela secundaria pública mediante
un programa de intervención educativa, que les permitiera adquirir destrezas
de estudio efectivas para mejorar su desempeño académico. Participaron
todos los estudiantes del primer grado (226), agrupados en seis salones identificados
de la A a la F. Se utilizó el Cuestionario de Autorregulación
de Flores y Cerino (2000) y se aplicó un diseño de series de tiempo
con grupos estáticos (Mertens, 2005). Los resultados muestran que la
intervención impactó sólo en los factores de apoyo y metacognitivos
en el salón A y en el factor cognitivo en los salones A y D. Es importante
señalar el papel significativo que juegan los profesores en la enseñanza
de estos procesos, así como la utilización de otros métodos
para la evaluación del desarrollo de los mismos.
Palabras clave: Autorregulación, Intervención educativa,
Educación secundaria.
I. Introducción
En los últimos nueve años, en México se han registrado
pocos avances en materia educativa, así lo evidencian los resultados
del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA)
2009, en donde México continúa muy por debajo de la media de 500
puntos (Ruíz, 2010). Y de acuerdo con la definición del Instituto
Nacional de Evaluación Educativa (INEE), los estudiantes
de tercero de secundaria poseen apenas los conocimientos mínimos para
desempeñarse adecuadamente en la sociedad contemporánea y no cuentan
con los conocimientos suficientes para acceder a estudios superiores (SEP,
2009).
Explicando la poca preparación de los estudiantes, Martínez Rizo,
director del INEE en su momento, señaló
en el informe PISA (2006) que en México muchas
veces no se logran cubrir las competencias necesarias en lectura, matemáticas
y ciencias porque la sobrecarga de contenidos curriculares, junto con las fallas
en la formación de maestros, hacen que éstos privilegien el manejo
superficial de contenidos y no el dominio de habilidades complejas. Otro factor
que influye está relacionado con la entidad federativa en donde viva
el estudiante, ya que el estudio muestra que –en congruencia con sus índices
de estatus económico, social y cultural– el contraste es claro
entre el Distrito Federal y algunos estados del norte y del centro del país,
como Querétaro, Nuevo León y Aguascalientes, que tienen mejores
resultados frente a entidades cuyo desarrollo general es menor y que concentran
elevadas proporciones de población rural e indígena, como las
del sureste (SEP, 2007).
Para favorecer el desarrollo integral
del alumnado, en el 2009 la Secretaría de Educación del Gobierno
del Estado de Yucatán implementó el programa de acompañamiento
“¡Cuenta Conmigo!” en las escuelas secundarias, con el objetivo
de promover una educación integral basada en el desarrollo humano a través
de estrategias de acompañamiento, apoyo psicológico y actividades
extracurriculares, promoviendo la cultura de la prevención de riesgos,
la autogestión, el crecimiento personal y académico de los adolescentes.
El programa contempla dos líneas de acción, la prevención
y la intervención; y opera a través de tres estrategias fundamentales:
a) Asesoría y acompañamiento a los tutores de las escuelas; b)
Atención psicológica a los estudiantes y sus familias y c) Participación
en actividades extracurriculares (Secretaría de Educación del
Gobierno del Estado de Yucatán [SEGEY], s.f.; SEGEY,
2008).
Como consecuencia de lo anterior, una escuela secundaria pública de la
ciudad de Mérida, Yucatán, solicitó apoyo a profesionales
de psicología educativa para acompañar a los tutores de esa escuela
en el desarrollo de los programas de tutorías que cubrieran parte de
las necesidades mencionadas en el programa. Una de las necesidades detectadas
corresponde a los procesos de autorregulación académica para los
alumnos del primer grado de secundaria. Dentro de ese programa se plantean –como
actividades del tutor con su grupo– el seguimiento de: el proceso de enseñanza-
aprendizaje, el proceso de inserción en la dinámica del centro
escolar, el proceso de orientación académica y profesional, y
el de desarrollo de las relaciones de los estudiantes dentro del grupo (Luna,
Tortolero, Antonio y Sánchez, 2006).
Tomando en cuenta los aspectos de la problemática educativa en este nivel:
la sobrecarga de contenidos curriculares, la falla en la formación de
los profesores para dar respuesta a esta situación y una población
de estudiantes de nivel socioeconómico bajo, es pertinente realizar proyectos
de mejora en las estrategias de aprendizaje en los centros educativos, requiriendo
no sólo de profesores voluntarios sino del respaldo institucional y apoyo
de profesionales de la psicología que desarrollen programas de intervención
en los escenarios escolares.
En términos contextuales, el desarrollo de la autorregulación
ha sido investigado por diferentes autores a lo largo del tiempo, en la década
de los setenta los primeros autores se enfocaron en los principios epistemológicos
de la teoría de Piaget, en cómo los niños comprenden el
mundo a través de sus preguntas; en los ochenta, Zimmerman empezó
a teorizar sobre las cuatro fases del dominio de las habilidades académicas:
la observación, la imitación, el autocontrol y la autorregulación.
Para la década de los noventa se empezaron a correlacionar las estrategias
autorregulatorias con la percepción de la autoeficacia. De esta manera,
en 1992, Bandura, Zimmerman y Martínez-Pons determinaron el rol causal
de las creencias de la autoeficacia usando las estrategias de aprendizaje (Zimmerman,
1996).
Los resultados de los numerosos estudios realizados por Bandura, Zimmerman y
Martínez-Pons (1992) sobre los procesos autorregulatorios académicos
y de salud con programas de intervención, demostraron que los estudiantes
que usan los procesos autorregulatorios, tales como estrategias de aprendizaje,
planeación de metas, automonitoreo y creencias en su autoeficacia, predicen
no sólo el éxito académico y de salud, sino también
su automotivación (Zimmerman, 1996).
Bajo esta perspectiva, un estudio realizado en Alemania con estudiantes de 6o.
grado, en el cual se evaluó la efectividad de un programa de intervención
de estrategias autorregulatorias para incrementar el aprovechamiento en una
clase regular de matemáticas, demostró que es posible que los
estudiantes sometidos al entrenamiento de las estrategias autorregulatorias
mejoraran su aprovechamiento académico en esta área (Perels, Dignath
y Schmitz, 2009). Otros estudios experimentales han demostrado que los estudiantes,
desde nivel básico hasta universidad, pueden ser entrenados para desarrollar
habilidades autorregulatorias exitosamente durante las tareas escolares (Ramdass
y Zimmerman, 2011).
En México existe el Programa Alcanzando el Éxito en la Secundaria
(PAES), que surgió con la finalidad de apoyar –con
una estrategia basada en la tutoría– a alumnos de secundaria con
problemas de aprendizaje, preparar cuadros profesionales con un alto nivel de
competencia para trabajar con estos alumnos y con los agentes educativos cercanos
a ellos (padres y maestros), así como desarrollar investigaciones y productos
tecnológicos que sean de utilidad en este campo (Flores, 2003). El PAES
pretende apoyar a los alumnos para que tomen control sobre su aprendizaje, reconozcan
y usen sus propias fortalezas, de manera que aprendan y desarrollen sus competencias
académicas a fin de mejorar sus características como aprendices
(Flores y Macotela, 2006).
Otro estudio realizado por Flores y Gómez (2010) sobre la motivación
en estudiantes de secundaria mexicanos, señala que los estudiantes cambian
su percepción de la motivación en el transcurso de la vida escolar,
que no están motivados de la misma manera y que hay una tendencia a atribuir
sus éxitos y fracasos a causas externas, como la dificultad de la tarea
o al profesor, y esto puede relacionarse con deficiencias en sus estrategias
de aprendizaje, su poco interés por las tareas escolares –que se
hace más notorio conforme se avanza de grado– y la presión
social por concluir la secundaria.
Otro estudio, realizado en el sureste mexicano con estudiantes preparatorianos,
demostró la necesidad de éstos de recibir apoyo para el desarrollo
de sus habilidades y estrategias de aprendizaje (Arjona y Fernández,
2006). Asimismo, en lo que respecta al Estado de Yucatán, en un estudio
sobre autorregulación y desempeño académico realizado en
dos escuelas secundarias públicas de zonas metropolitanas, se encontró
que existen diferencias entre los estudiantes que poseen un adecuado rendimiento
académico y que ejecutan un mayor número de acciones autorreguladas
en comparación con los alumnos de bajo desempeño (Alfaro, 2006).
En síntesis, los estudios sobre estrategias de aprendizaje y autorregulación
pueden considerarse una de las líneas de investigación más
fructíferas desarrolladas a lo largo de los últimos años
dentro del ámbito del aprendizaje y de los factores que inciden en el
mismo. La mayor parte de las investigaciones sobre autorregulación son
estudios correlacionales entre las variables autorregulatorias y el desempeño
académico de los estudiantes, y son pocos los estudios aplicativos que
demuestren la funcionalidad de adquirir las habilidades autorregulatorias que
mejoren el desempeño escolar. Sin embargo, Zimmerman (2008) menciona
que ha surgido una segunda ola de investigaciones innovadoras en los procesos
autorregulatorios, tales como: el uso de programas de software que permiten
a los estudiantes explorar textos y otros materiales de aprendizaje de manera
virtual, o los ambientes de hipermedia, o los diarios estructurados, las series
de tiempo –como en el presente trabajo– o las mediciones cualitativas.
Por otro lado, existen diferentes modelos del aprendizaje autorregulado que
proponen diferentes constructos y mecanismos, pero éstos comparten cuatro
supuestos básicos acerca del aprendizaje y la autorregulación:
1) el supuesto del aprendizaje activo por parte del aprendiz, en el que los
aprendices activamente construyen sus propios significados, metas y estrategias
de información, que provienen de ambientes externos e internos; 2) los
aprendices pueden potencialmente monitorear, controlar y regular ciertos aspectos
de su propia cognición, motivación y conducta; 3) la existencia
de una meta o criterio de referencia con la finalidad de evaluar los cambios;
y 4) las actividades de la autorregulación son mediadoras entre las características
personales, contextuales y el desempeño. Estos supuestos permiten dar
una definición general del aprendizaje autorregulado como un proceso
activo-constructivo por el cual el aprendiz establece metas para su aprendizaje
e intenta monitorear, regular y controlar su cognición, motivación
y conducta –guiados y restringidos– a metas en las formas contextuales
de su ambiente (Pintrich, 2000).
Sin embargo, Zimmerman (2000) define la autorregulación como la autogeneración
de pensamientos, sentimientos y acciones que son planeadas y adaptadas cíclicamente
para el logro de metas personales. Esta definición, de acuerdo con Woolfolk
(2010), difiere del punto de vista metacognitivo propuesto por Schunk, en el
que enfatiza únicamente la aplicación estratégica de los
conocimientos declarativos, procesal y condicional, para lograr metas y resolver
problemas. Aunque la metacognición juega un papel muy importante, la
autorregulación también depende de nuestras creencias y reacciones
afectivas, tales como las dudas y temores acerca de contextos específicos.
Asimismo, la autorregulación es descrita como cíclica porque la
retroalimentación de la ejecución prioritaria es usada para hacer
ajustes durante el curso del aprendizaje. Tales ajustes son necesarios porque
los factores personales, conductuales y ambientales están cambiando constantemente
durante el curso del aprendizaje; y éstos deben ser monitoreados usando
orientaciones de retroalimentación: la autorregulación
conductual, que involucra una auto observación y ajustes estratégicos
en el proceso de ejecución, tales como el método de aprendizaje;
la autorregulación ambiental, que se refiere a la observación
y ajustes a las condiciones ambientales o éxitos; y finalmente, la autorregulación
personal, que involucra el automonitoreo, el ajuste cognitivo y el estado
afectivo. Esta retroalimentación triádica influye en la efectividad
de sus estrategias de ajuste y en la naturaleza de sus creencias (Zimmerman,
2000; 2008).
Por otro lado, el enfoque cognitivo –en particular el de la corriente
constructivista centrada en el estudiante– prioriza la participación
del alumno como responsable de su propio aprendizaje, cuya meta es construir
aprendizajes significativos, permanentes, aplicables y de fácil acceso,
mediante el conocimiento y la utilización de estructuras cognitivas.
El uso planificado y adaptativo de estrategias cognitivas, metacognitivas y
motivacionales es una habilidad que los profesores podrían ayudar a desarrollar,
con algunas estrategias de apoyo que corregulen al inicio el proceso de aprendizaje
mediante el establecimiento de un andamiaje que permita asegurar la aplicación
de la autorregulación del aprendizaje (Fuentes, Romero y Domínguez,
2009).
Recientemente, algunos autores han propuesto que la actividad de reflexión
es tal vez la pieza maestra para establecer el enlace entre metacognición
y autorregulación y sus posibles interacciones (Díaz-Barriga y
Hernández, 2010; Ramdass y Zimmerman (2011). Por reflexión debe
entenderse aquella actividad dinámica que realizamos para sacar inferencias
o conclusiones sobre nuestras acciones de aprendizaje, y puede efectuarse durante
o después de que éstas han terminado. A partir de la actividad
reflexiva, podemos incrementar el conocimiento metacognitivo, refinar las distintas
y complejas actividades autorreguladoras y profundizar sobre nuestro conocimiento
estratégico para enfrentar con mayor eficacia situaciones posteriores
de aprendizaje.
De acuerdo con lo señalado hasta ahora, el enfoque que sirve de sustento
a este trabajo es el cognoscitivo, que hace énfasis en que la autorregulación
tiene tres fases cíclicas: preparación, que incluye el
establecimiento de metas, la elaboración de planes, la autoeficacia y
la motivación; el desempeño, que implica el autocontrol
y la autosupervisión; y el proceso de autorreflexión,
que incluye la autoevaluación (Schunk y Zimmerman, 1994; Ramdass y Zimmerman,
2011).
Finalmente, conforme a los modelos teóricos descritos, la relevancia
de esta investigación radica en que favorecerá la adquisición
de las habilidades autorregulatorias de aprendizaje de los estudiantes de primer
grado de una escuela secundaria pública, mediante un programa de intervención
educativa, que les permita adquirir destrezas de estudio efectivas con el propósito
de mejorar su desempeño académico.
II. Método
Participantes. Participaron el total de estudiantes del primer
grado (226) de una escuela secundaria pública de Mérida, Yucatán,
divididos en seis grupos, identificados con las letras de la A a la F. El centro
escolar asigna a los salones A, B y C a los alumnos que tienen los mejores promedios
de calificación en primaria, y a los salones D, E y F a aquellos que
tienen promedios de calificación regulares o bajos en primaria. Los grupos
A, B y C conformaron el G1 y se consideraron como los de alto rendimiento, fueron
los primeros en recibir el tratamiento; luego lo recibieron los grupos D, E
y F (G2). Los grupos tienen un carácter estático, puesto que ya
están conformados.
Instrumento. Se usó el Cuestionario de Autorregulación
de Flores y Cerino (2000), con cinco opciones de respuesta tipo Likert que van
de 4 (Muy parecido a mí), a 0 (Nada parecido a mí), este instrumento
es de auto-reporte. En la Medición 1 se realizaron análisis de
discriminación de reactivos, análisis factoriales y estimaciones
de confiabilidad para cada uno de los factores que evalúa el cuestionario
(Creencias, Estrategias de apoyo, Estrategias cognitivas, Estrategias metacognitivas
y Motivación). Como resultado de estos análisis quedaron validados
48 ítems, los cuales conformaron cuatro factores, que se presentan a
continuación con sus respectivos indicadores de confiabilidad:
I. Estrategias de apoyo. Recursos cognitivo-afectivos de los que se
vale el estudiante para hacer la tarea (α.93).
II. Estrategias cognitivas. Establecimiento de metas y aplicación
de estrategias cognoscitivas para lograr el aprendizaje (α .62).
III. Estrategias metacognitivas. Conocimiento de los procesos cognitivos
que pone en marcha el estudiante durante el aprendizaje y el control de los
mismos (α .84).
IV. Motivación. elementos cognitivo-afectivos presentes en todo
acto de aprendizaje a los que el estudiante atribuye el poder hacer la tarea,
elementos positivos del factor (α .57), elementos negativos del factor (α.79).
Procedimiento. La investigación es de carácter
aplicado, se utilizó un diseño de series de tiempo con grupos
estáticos (Mertens, 2005).
Medición 1. Se administró el cuestionario de autorregulación
a todos los estudiantes del primer grado de secundaria de manera grupal al inicio
del curso escolar. Se hizo un diagnóstico para identificar cuáles
eran las necesidades en las estrategias autorregulatorias de los participantes.
Se diseñó un programa de intervención en estrategias autorregulatorias,
con base en los resultados del diagnóstico.
Aplicación. Se realizó la aplicación del programa de intervención
al G1 en el primer semestre del ciclo escolar por haber obtenido los puntajes
más bajos en la Medición 1, en sesiones de una hora a la semana
durante 9 semanas, cumpliendo con los objetivos estipulados y con la finalidad
de cubrir las necesidades detectadas.
Medición 2. Se realizó una segunda medición para
todos los estudiantes participantes, con el fin de establecer modificaciones
en los procesos autorregulatorios.
Aplicación. En el segundo semestre del ciclo escolar, se aplicó
el programa de intervención al G2 en sesiones de una hora a la semana
durante 9 semanas, cumpliendo con los objetivos estipulados y con la finalidad
de cubrir las necesidades detectadas.
Medición 3. Al término del segundo semestre del ciclo
escolar, se hizo la tercera medición para todos los participantes.
III. Resultados
La población de estudiantes del primer año de secundaria estuvo
conformada por 226 adolescentes entre los 11 y los 14 años, con una media
de 12 años, de los cuales 52% fueron hombres y 48% mujeres, con un nivel
de marginación catalogado como muy bajo.
Características autorregulatorias. Utilizando la prueba
t de muestras relacionadas, se llevaron a cabo comparaciones entre
el G1 y el G2 para cada uno de los tres momentos de la evaluación, en
cada uno de los factores autorregulatorios (ver Tabla I).
Tabla I. Diferencias
entre grupos en las tres evaluaciones en cada factor autorregulatorio
Con base en estos análisis
se encontró que con relación al factor de Motivación,
sólo resultó significativa la diferencia entre los grupos en la
tercera evaluación (G1, M=2.99, G2, M=2.90), con una ventaja para el
G1. Con relación al factor de Estrategias de Apoyo, se encontraron
diferencias significativas en la primera evaluación (G1, M=3.30, G2,
M=3.87), con una ventaja inicial para el G2. Con relación al factor de
Estrategias Metacognitivas se encontraron diferencias significativas
en la primera evaluación (G1, M=3.20, G2, M=3.50), con una ventaja inicial
para el G2. Finalmente, con relación al factor de Estrategias Cognitivas
no se encontraron diferencias significativas entre los grupos, en ninguna de
las tres evaluaciones.
Comparación por salones de clase. Al hacer un análisis más
profundo para detectar en qué forma impactó la intervención
educativa en cada uno de los salones, se hicieron comparaciones con pruebas
t de muestras relacionadas entre la Medición 1 y la Medición
3, en cada uno de los factores autorregulatorios. En el Factor de Motivación
sólo se encontró diferencia significativa en el salón E
con un decremento en la Medición 3 (ver Tabla II).
Tabla II. Diferencias
entre Medición 1 y Medición 3 por salón de clase
En el Factor de Estrategias de Apoyo se encontraron diferencias significativas en los salones A y C, en el primero con un incremento muy marcado en los promedios y en el segundo con un decremento en la Medición 3 (Tabla III).
Tabla III. Diferencias
entre Medición 1 y Medición 3 por salón de clase
En el Factor de Estrategias Metacognitivas se encontraron diferencias significativas en los salones A, B y C, en el primer caso, con un incremento muy significativo en los promedios, y en el segundo y el tercero con un decremento en la Medición 3 (Tabla IV).
Tabla IV. Diferencias
entre Medición 1 y Medición 3 por salón de clase
Por último, en el Factor
de Estrategias Cognitivas se encontraron diferencias significativas
en los salones A y D, en ambos con incrementos en la Medición 3 (ver
Tabla V).
Tabla V. Diferencias
entre Medición 1 y Medición 3 por salón de clase
IV. Discusión
De acuerdo con los análisis realizados, se puede observar que en la Medición
1, la cual fue la base del diagnóstico, sólo se presentaron diferencias
significativas en los factores de Estrategias de Apoyo y de Estrategias
Metacognitivas, favoreciendo al G2, a pesar de que este grupo está
conformado con los alumnos que ingresan con calificaciones de primaria más
bajas que los del G1. De acuerdo con esto, parece ser que a pesar de tener calificaciones
más bajas en primaria, los alumnos del G2 se reportan con un mayor control
en sus actividades escolares, como más organizados y con mayor disponibilidad
para buscar ayuda de sus compañeros y/o de sus profesores. En consecuencia,
la agrupación de los alumnos de acuerdo con las calificaciones de primaria
no se considera que produzca un sesgo en los resultados obtenidos o en la interpretación
de ellos.
Al realizar las comparaciones entre el G1 y G2 en los tres momentos de la evaluación,
se puede ver que sólo en el caso del factor motivacional se presentó
una diferencia significativa favoreciendo al G1, por lo cual se infiere que
este factor es el único que presentó efectos positivos dependientes
de la intervención. En este caso, hay que considerar que los factores
personales, conductuales y ambientales están constantemente cambiando
durante el curso del aprendizaje y deben ser observados o monitoreados usando
orientaciones de retroalimentación (Zimmerman, 2000; Flores y Gómez,
2010). Por otro lado, hubo muy poca participación por parte de los tutores,
y el trabajo que debieron haber realizado durante todo el curso escolar fue
llevado a cabo sólo por los investigadores.
Asimismo, es importante mencionar que la duración de las sesiones de
clases es muy breve (50 minutos), tiempo en el que el profesor tiene que hacer
exposición de temas, revisión de tareas, organizar la participación
en el aula y evaluar; además, hay que tomar en cuenta el elevado número
de estudiantes por salón (36), lo cual le resta tiempo al trabajo del
profesor para poder aplicar alguna actividad de reflexión y de supervisión
de los avances en las estrategias autorregulatorias que pudieran estar utilizando
los estudiantes (Díaz-Barriga y Hernández, 2010; Ramdass y Zimmerman,
2011). Otra característica importante que pudo haber influido es que,
culturalmente, la asistencia a la escuela secundaria no es muy reforzada por
los padres de familia por las necesidades económicas de esta población.
Con base en la comparación entre la Medición 1 y la 3, se detectó
el impacto de la intervención educativa en cada uno de los salones (A,
B, C, D, E y F), en cada uno de los factores autorregulatorios; y se encontró
que los integrantes del salón A presentaron un incremento en los factores
de apoyo, metacognitivos y cognitivos; una variable que pudo haber influido
es que el salón A estuvo supervisado por un tutor (profesor que supervisa
y monitorea la formación humana y académica de los alumnos) y
otros profesores, quienes ayudaron a insertar dentro de sus asignaturas muchas
de las estrategias autorregulatorias que les permitieron aplicaciones exitosas,
este involucramiento de todos los actores es muy importante para resultados
positivos (Fuentes, Romero y Domínguez, 2009).
Por otro lado, se encontraron decrementos significativos en los integrantes
del salón B en el factor metacognitivo; el salón C en los factores
de apoyo y metacognitivo; y finalmente, el salón E en el factor motivacional.
En estos casos, el elemento común es que no se logró el involucramiento
y la coordinación de los profesores en la aplicación de las estrategias
del programa dentro de sus asignaturas, lo cual concuerda con lo que mencionan
Álvarez, Riart, Martínez y Bisquerra, (2008), y Ramdass y Zimmerman
(2011).
Por último, los integrantes del salón D presentaron un incremento
en el factor cognitivo, aunque este salón formó parte del grupo
con promedios no satisfactorios, que en sus inicios fue el grupo con el más
bajo nivel de aprovechamiento de todas las secciones, vale la pena mencionar
que su tutor se interesó en las competencias personales de los alumnos
tratando de vincularlas a los aspectos académicos.
En conclusión, los resultados de esta investigación evidencian
que los profesores juegan un papel muy importante en la adquisición de
estos procesos a través de la enseñanza y del aprendizaje. Asimismo,
que el programa de intervención sólo favoreció parcialmente
a los alumnos de los salones A y D, lo cual puede ser resultado de la participación
activa de los profesores y tutores en estos dos grupos en la asignación
y seguimiento de las tareas, lo que concuerda con los planteamientos de Ramdass
y Zimmerman (2011).
Por otro lado, se detectaron tres limitantes en los resultados obtenidos: 1)
la reducida duración de las sesiones de clase, 2) la numerosa población
de alumnos por aula, y 3) la falta de asistencia de los participantes al centro
escolar. Cabe destacar también que en esta investigación la evaluación
de la autorregulación se realizó exclusivamente a través
de una escala, sin tomar en cuenta otros métodos como diarios de estudio,
observaciones directas, microanálisis (Zimmerman, 2008), o bien a través
del análisis del papel de las tareas en el desarrollo de los procesos
de autorregulación (Ramdass y Zimmerman, 2011).
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Osés, R. M., Aguayo, J. C., Duarte, E. y Ortega, J. I. (2014). Autorregulación
y los efectos de una intervención educativa en secundaria. Revista
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