Revista Electrónica de Investigación Educativa

Vol. 24, 2022/e4r

Los fondos de conocimiento familiar como una propuesta de inclusión educativa

Laura García Docampo (*) https://orcid.org/0000-0002-5181-1482

(1) Universidad de Santiago de Compostela, España

Cómo citar: García, L. (2022). Los fondos de conocimiento familiar como una propuesta de inclusión educativa. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 24, e4r, 1-2. https://doi.org/10.24320/redie.2022.24.e4r.5755

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Obra reseñada:

Santos, M. A., Lorenzo, M. y Míguez, G. (2022). (Coord.). Fondos de conocimiento familiar e intervención educativa. Narcea, 144 pp.

Portada

Fondos de conocimiento familiar e intervención educativa, de la autoría de los profesores M. A. Santos Rego, M. Lorenzo Moledo y G. Míguez Salina ofrece, a través de sus 144 páginas, un homenaje a las implicaciones de los Fondos de Conocimiento (FdC) familiar, destacando su importancia cuando se trata de atender a colectivos vulnerables presentes en las aulas.

En una sociedad cada vez más heterogénea y diversa, la riqueza familiar y comunitaria se impone como un recurso educativo innegable y con interesantes aportaciones que ofrecer. Los FdC facilitan la implicación de las familias en los procesos educativos de sus hijos y ofrecen un mayor protagonismo a tantas familias vulnerables que ven en esta posibilidad una revalorización de su propio bagaje cultural.

Un cuidado prólogo escrito por la profesora N. E. González, de la Universidad de Arizona, sirve de prefacio a los contenidos principales de este libro cuya estructura se conforma de cuatro capítulos que ponen en valor los FdC, su historia e implicaciones a nivel familiar y social, así como su repercusión en el ámbito educativo.

En los últimos años ha ido adquiriendo un mayor protagonismo la premisa de que familia y comunidad suponen una interesante fuente de recursos educativos. En esta línea, el libro introduce de forma magistral los FdC y su relevancia, viendo en ellos una oportunidad para el establecimiento de relaciones significativas entre familia y escuela, así como la posibilidad de ofrecer a su alumnado “amplias oportunidades de participar en actividades con personas en las que confían” (p. 18).

En el primer capítulo, de lectura fácil y accesible, se desarrolla un interesante acercamiento conceptual a los FdC. Para ello, se realiza un recorrido por su origen y desarrollo en Norteamérica y se alude a sus implicaciones curriculares y extracurriculares dentro de la escuela. A su vez, se hace referencia en esta primera parte a la cultura y la identidad como elementos que contribuyen a la conceptualización de la temática que se aborda. En este sentido, se destaca en el libro cómo “los seres humanos han producido y producen cultura y educación en cualquier lugar y en cualquier época, con y sin escuela” (p. 26).

No debemos olvidar que la premisa de la inclusión educativa ha de ser una realidad y, por tanto, este enfoque permite ampliar los horizontes culturales que se atienden, ofreciendo a todo el alumnado una respuesta educativa adecuada, con independencia de sus características sociales y culturales. No se puede olvidar que la inclusión no debe pasar únicamente por la integración, sino que es necesario ofrecer a cada quien las oportunidades y herramientas necesarias para que pueda producirse un diálogo conjunto y armónico donde cada cual aporte lo mejor de sí mismo.

Por su parte, el capítulo 2 comienza señalando la relevancia de la familia como microsistema y elemento clave en la socialización primaria, destacando que “el clima ético de la familia es esencial en la interpretación de los valores morales de sus miembros” (p. 41). En este sentido, se ha de considerar también la ambivalencia de la familia en cuanto a su consideración como fuente de moralización o a cómo esta puede imponer sus valores éticos, siendo aquí clave el papel de la escuela como facilitadora de pensamiento crítico.

Asimismo, en esta parte de la lectura se hace mención a la influencia de la familia en el rendimiento académico, destacando tanto una perspectiva interna (vinculada a las relaciones intrafamiliares), como una externa (la que se produce entre familia y centro educativo). La implicación de las familias incide en el proceso educativo del alumnado, por lo que cuando se realizan acciones conjuntas entre centro escolar y familia se producen consecuencias positivas en el rendimiento educativo del alumnado y en la calidad de la educación.

Por otro lado, destaca el hecho de que el profesorado muchas veces asume la diversidad desde una perspectiva hegemónica, dejando al descubierto las carencias formativas del profesorado en lo relativo a la pedagogía intercultural. Esto hace, a su vez, que las expectativas subjetivas que se crean en torno a este colectivo influyan en las probabilidades de promoción y de alcanzar éxito escolar.

Educar pasa por enseñar a vivir y eso implica tener en consideración el contexto multicultural en el que el alumnado se desarrolla, debiendo el profesorado servir de modelo vivo de los valores que desea transmitir. Es aquí, por tanto, donde radica la obligatoriedad de una educación formativa de calidad que acompañe todo el proceso.

En el tercer capítulo se toman como punto de partida las aportaciones del primer proyecto sobre FdC, The Funds of Knowledge for Teaching Project, y a lo largo del capítulo se van sucediendo experiencias tales como el Proyecto BRIDGE o el Social Justice Education Project (SJEP). Este capítulo se complementa con un análisis de estudios realizados en distintos contextos socioculturales donde se abordan realidades de Nueva Zelanda, España, Australia y Uganda.

El apartado finaliza haciendo alusión a la posibilidad de extender también los FdC al ámbito de la Educación Superior de manera que se fomente “el desarrollo del sentido de pertenencia de los estudiantes universitarios, mejorando su continuidad y éxito educativo” (p. 93). La significatividad de las aportaciones de este tercer capítulo, por tanto, radica en la puesta en valor de la experiencia social en los procesos de enseñanza-aprendizaje vinculados.

Por último, en el capítulo 4 se materializan de forma oportuna todo lo comentado hasta el momento haciéndose eco del Programa “Fondos-Conocimiento-Familias”. En este sentido, el propósito de este último capítulo aporta protagonismo a las familias gitanas y toma como referencia la “Pedagogía Culturalmente Responsable (PCR)” (p. 99) considerando que en los centros educativos se han de tener en cuenta todas las culturas de los alumnos.

Como concluye de forma magistral el libro “el enfoque de los Fondos de Conocimiento ha demostrado ser una vía de esperanza con base sólida en un conocimiento social riguroso. Un ingrediente necesario para cualquier propuesta creíble de inclusión educativa.” (p. 121). En definitiva, es justo señalar que este trabajo supone una propuesta sugerente que pretende despertar la reflexión sobre la necesidad de ofrecer oportunidades de encuentro entre saberes escolares y familiares que permitan ofrecer prácticas educativas respetuosas, interculturales, inclusivas y de calidad.