Revista Electrónica de Investigación Educativa
Vol. 15, Núm. 3, 2013
Extranjeros
en el campo científico mexicano:
primeras aproximaciones1
Foreigners in the Mexican Scientific Field:
First Approximations
Sylvie Didou Aupetit
didou@cinvestav.mx
Juan Pablo Durand Villalobos
duralobos@hotmail.com
Departamento de Investigaciones Educativas
Centro de Investigación y de Estudios Avanzados-Sede Sur
Calzada de los Tenorios No. 235
Col. Granjas Coapa, C.P. 14330
México, D.F., México
(Recibido: 25 de enero de 2012; aceptado para su publicación:
6 de mayo de 2013)
Resumen
El artículo explora algunas características demográficas
y académicas de los científicos extranjeros incorporados en instituciones
mexicanas dedicadas al desarrollo de actividades educativas y científicas.
Contextualizamos su situación analizando las políticas públicas
y de cooperación para la atracción de científicos extranjeros.
Se identificaron utilizando la base de datos 2009 del Sistema Nacional de Investigadores
(SNI), elaborada por el Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología (CONACYT) y se establecieron sus rasgos
y trayectorias formativas. Se analizaron luego las decisiones de partida, las
condiciones de profesionalización, los recorridos de migración
y las redes de inserción, recuperando los resultados de entrevistas hechas
a 73 investigadores extranjeros.
Palabras clave: Investigadores extranjeros, México, Formación
de investigadores.
I. Introducción
¿Por qué interesarse en las trayectorias de inserción en
la academia y en los aportes de los extranjeros a la ciencia mexicana? México,
hoy, es un país relativamente atractivo para los extranjeros, debido
a la consolidación de capacidades de ciencia y tecnología, a añejos
procesos de transferencia de saberes y al éxito de programas de cooperación
internacional: por ejemplo la Agencia de Cooperación Internacional de
Japón (JICA) apoyó a la Universidad de Sonora
(UNISON) con laboratorios y estancias académicas,
cuando esa institución fundó en 1981 el Centro de Investigación
en Polímeros y Materiales (CIPYM) (Durand Villalobos,
2009).
Sin embargo, pese a estudios históricos sobre los intercambios de ideas
en áreas como la fisiología (Cházaro, 2004) y las contribuciones
de los científicos extranjeros a la institucionalización de la
investigación en química (Kleiche y Garritz, 2009), medicina (Dosil,
2011), oftalmología (López de Letona, 2005), genética (Barahona
et al., 2003) y antropología (Tejada Bouscayrol, 1995), se conocen
escasamente las causas y los efectos de la migración científica
y sus incidencias en la trayectoria profesional de los sujetos.
El artículo presenta, como elementos de contexto, los programas gubernamentales
para la atracción de científicos extranjeros a México.
Sus autores caracterizan luego a los científicos extranjeros del SNI.
Finalmente, exponen los resultados extraídos de entrevistas relativas
a sus recorridos de inserción profesional. Partieron de la hipótesis
que, actualmente, la movilidad científica hacia México se sustenta
en una migración individual diversificada y en elecciones personales
acerca de ventajas u oportunidades más que en los procesos de exilio,
marcados por la imposibilidad objetiva y subjetiva del retorno, imperantes entre
los sesentas y los ochentas.
En la década de 1990, el gobierno mexicano buscó atraer a extranjeros
para fortalecer las capacidades científicas nacionales. A partir de 1992,
implementó el Programa de Apoyo a la Ciencia en México (PACIME),
con recursos propios y del Banco Mundial. El PACIME financió
las Cátedras Patrimoniales Nivel II en una época favorable, dado
el éxodo de competencias que afectaba a los países de la ex Europa
del Este y de América Central y entre 1992 y 2000, benefició a
2284 investigadores (Didou, 2010). Cuando el Banco Mundial finalizó su
préstamo, el CONACYT mantuvo el programa pero los
cambios en su denominación y los aleas de su gestión dificultan
su seguimiento sistemático. Pese a la incertidumbre que prevalece sobre
cuántos científicos extranjeros arribaron a México por
esa vía y sobre cuáles fueron sus recorridos profesionales o los
perfiles de sus estancias, es indudable que un flujo continuo pero de intensidad
variable se dirigió a México.
En la pasada década, el CONACYT, la Secretaría
de Educación Pública (SEP) y la Asociación
Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES)
impulsaron programas innovadores de atracción, bilateral o regional,
de científicos extranjeros: distintos a los que respaldaban su instalación
definitiva en México, esos financiaron una movilidad recurrente, de duración
limitada pero enmarcada en colaboraciones entre grupos, para llevar a cabo proyectos
de indagación, publicar en coautoría y formar a jóvenes
doctores. Fueron segundados por agencias internacionales de cooperación:
la ANUIES y el DAAD (servicio alemán
de cooperación universitaria) financiaron entre 1994 y 2010 la movilidad
de 218 investigadores. La cooperación francesa con México instaló
en 2009, el Colegio Franco-Mexicano de Ciencias Sociales. Conforme con un patrón
de circulación interna a la zona hispanófona, España lanzó
el Programa de jóvenes doctores españoles en América Latina.
Esos programas focalizados en estancias académicas de corta duración
priorizaron la integración de equipos de investigación, fundamentada
en indagaciones compartidas y las movilidades estudiantiles. Con América
central y del Sur, la ANUIES y el Consejo Superior de
Universidades de Centroamérica (CSUCA) entre
1998 y 2009, financiaron la movilidad de 694 y 790 investigadores.2
El CONACYT respaldó intercambios cortos de investigadores,
doctorantes o postdoctorantes, estableciendo cadenas de actividades vinculadas
con el trabajo en red de equipos disciplinarios y la oferta de carreras duales
(maestría mexicana-alemana de protección al medio ambiente, gestión
de recursos naturales y sistemas de energía alternativa).
Paralelamente, la SEP, mediante el Programa de Mejoramiento
del Profesorado (PROMEP), atribuye recursos a las actividades
internacionales de los cuerpos académicos. Desgraciadamente, los datos
disponibles no bastan para monitorear las asimetrías subyacentes a los
principios de la reciprocidad entre pares y de la solidaridad: lo ejemplifica
el que “dado el gran número de establecimientos mexicanos involucrados,
México mantiene, en porcentaje, 30% más de cooperaciones con Francia
que a la inversa” (González Cisneros, 2010, p. 33). Pese a sus
asimetrías, estos esquemas de movilidad corroboran la importancia asignada
a la movilidad bilateral de los investigadores, para mejorar el desempeño
y la conectividad de los grupos científicos, duplicando efectos y acrecentando
su visibilidad internacional.
II. Los investigadores extranjeros en el SNI:
rasgos definitorios
2.1 Procedencia geográfica y espacios de adscripción
Es prácticamente imposible establecer el número exacto de extranjeros
que pertenecen al sistema de educación superior. Tomándolo en
cuenta, nos centramos en los 15 561 investigadores del SNI,
definiendo como extranjeros los nacidos fuera de México, independientemente
de su nacionalidad actual: representan el 13.9% del total. Por región,
un tercio procede de América Latina, principalmente de Argentina, Cuba
y Colombia. Por país, España y Estados Unidos proveen los conjuntos
de científicos más numerosos (ver Tabla I).
Tabla I. Extranjeros en el SNI según
país de nacimiento, 2009
Reacomodando esas cifras por zonas
lingüísticas y periodos, encontramos tres momentos de migración
científica, partiendo de los 60: hasta los ochenta, el factor determinante
fue la política exterior de México hacia los exiliados políticos
de sud y Centroamérica: los integrantes de ese subgrupos están
hoy “envejecidos” y ocupan posiciones de relativo prestigio. En
la siguiente década, el pacime permitió el arribo de científicos
de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)
y de Europa del este. En este siglo, la movilidad científica dependió
cada vez más o de determinantes individuales o de programas de intercambio
institucionales, gubernamentales o regionales.
Los flujos de movilidad científica entrante son entonces
distintos por origen e intensidad según el periodo considerado. Pero,
geográficamente, están siempre desvinculados de los de repatriación
de los mexicanos formados en el extranjero, cuyas cuencas de procedencia corresponden
a los epicentros de concentración de la movilidad estudiantil.3
En cuanto a su destino en México, se congregan en entidades federativas
del centro y noreste del país (Tabla II).
Tabla II. Entidades
federativas que concentran el mayor número
de investigadores extranjeros, 2009
Más del 50% del total se adscriben además a una decena de establecimientos (ver Tabla III), principalmente en universidades autónomas y en el Instituto Politécnico Nacional, en universidades públicas estatales, en centros públicos de investigación e instituciones privadas. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es el principal espacio de imantación de investigadores extranjeros. Sin embargo en relación a la plantilla nacional, su presencia es más sensible en centros de investigación de tamaño menor, como el CINVESTAV o El Colegio de México.
Tabla III. Distribución
de académicos por institución de adscripción, 2009
2.2 Rasgos demográficos
La edad promedio de los científicos extranjeros asciende a 52.3 años,
mientras que el promedio nacional es de 48.6 años. Una diferencia similar
se encuentra entre las mujeres: el grupo de extranjeras promedia 51.5 años
contra 47.7 años de las nativas, mientras que los varones alcanzan 52.6
años frente a 49.1 años de la media total.
La distribución de investigadores extranjeros en grupos
etarios y niveles del SNI indica que el promedio para
los adscritos a la categoría de candidato4
es de 38 años y 48 años para el nivel I, reproduciendo la tendencia
nacional. En el nivel II, el promedio de edad es de 56.2 años y en el
III de 63.9: en ambos casos, el sesgo es de solamente un año para el
subconjunto extranjero. Los extranjeros que se ubican entre la segunda y tercera
década de vida se concentran en las categorías de candidato y
nivel I, con excepciones, debido a una trayectoria exitosa que les permitió
acumular el capital científico preciso para acceder a las II y III (Didou
y Gerard, 2010).
Los extranjeros que tienen entre 40 y 60 años suman casi 80% de los registrados
en el SNI. Quienes se ubican entre la cuarta y quinta
década de vida han avanzando gracias a sus “contribuciones a la
disciplina” a los niveles I y II. Los que se encuentra en la sexta década
tienen mayor posicionamiento en los niveles de II y III, resultado del efecto
“edad” como el de acumulación de “méritos”
y beneficios. Como hipótesis de interpretación, podríamos
señalar que una proporción de los extranjeros realizó parte
de su trayectoria profesional en sus países de origen, integrándose
tardíamente al mercado académico mexicano, debido a las “olas”
de la migración y a las políticas de movilidad auspiciada por
el gobierno mexicano. La hipótesis anterior parece estar confirmada por
el hecho que la edad promedio de los extranjeros por área de conocimiento
resulta mayor al promedio nacional en todas (Tabla IV).
Tabla IV. Edad de
los investigadores extranjeros y edad promedio, por área, 2009
El cruce entre la edad de los investigadores
extranjeros y la adscripción institucional revela que los académicos
de mayor edad se sitúan en espacios que abrieron sus puertas a los migrantes
que abandonaron sus países por cuestiones políticas y económicas,
como la UNAM y el COLMEX. Los académicos
ibéricos y latinoamericanos se concentran en instituciones de la Ciudad
de México; se distribuyen en todas las áreas del conocimiento,
pero principalmente en Biología y Química, Humanidades y Ciencias
de la Conducta y Ciencias Sociales. Inversamente, los migrantes de Europa Occidental
(más tardíos) se insertaron en instituciones estatales (Universidades
de Guadalajara, Nuevo León o Morelos) particularmente en Ciencias Físicas
e Ingeniería (Castaños, 2009).
2.3 Trayectoria de formación
El balance entre lugares de nacimiento y de obtención del último
grado académico destaca una reducida frecuencia de trayectorias de movilidad
formativa asentadas en más lugares que los de origen y de residencia:
predomina un esquema clásico de desplazamiento entre dos puntos (en vez
de uno fundamentado en movilidades sucesivas y geográficamente diferenciadas).
Los establecimientos mexicanos constituyeron espacios de formación privilegiados
para una tercera parte de los académicos migrantes, en tanto el resto
registró una trayectoria formativa desarrollada preponderantemente en
sus países de origen, aspecto que advertimos en quienes arribaron del
continente europeo. Aunque México es el polo de habilitación científica
de 32.5% de los extranjeros (contra un 64% entre los mexicanos), Estados Unidos,
España y Rusia y, en menor medida, Inglaterra y Alemania son epicentros
notables de formación académica.
Tabla V. Distribución
de extranjeros en el SNI, por país de obtención de grado doctoral,
2009
Los destinos de formación presentaron alteración interesantes en los últimos sesenta años. Los graduados entre 1940 y 1970 lo hicieron predominantemente en México y Estados Unidos (Tabla VI). Empero, en las décadas subsecuentes advertimos tres tendencias: 1) la posición de Estados Unidos como principal destino de formación comenzó a erosionarse a partir de 1980, 2) el porcentaje de graduados en México aumentó en la primera década del 2000, al grado que uno de cada dos académicos que obtuvo su máximo grado lo hizo en el país y 3) paralelamente se diversificó la procedencia de académicos (asiáticos, europeos y latinoamericanos) que se instalaron temporal o definitivamente en el país: por ende, se multiplicaron los lugares de formación.
Tabla VI. Principales
países de formación doctoral de investigadores extranjeros, 1940-2008
El contraste entre el lugar de nacimiento y el de obtención del grado revela que la proporción de investigadores latinoamericanos graduados en México fue superior al número de extranjeros de otras zonas geográficas. Los estadounidenses, europeos y rusos lo hicieron mayormente en sus países de nacimiento (Tabla VII); tales diferencias incidieron en las condiciones de inserción en las instituciones nacionales de educación superior, en la circulación de saberes, habilidades, tradiciones de trabajo y en la selección de redes de colaboración.
Tabla VII. Proporciones
de investigadores extranjeros en el SNI 2009,
graduados en sus países de origen
Las modalidades y temporalidades
de habilitación doctoral reflejan, a su vez, las culturas disciplinares.
El promedio de edad para la obtención del doctorado entre los extranjeros
es de 36.2 años y es levemente inferior al global (36.6 años).
La edad mínima de obtención de grado para los inmigrantes fue
de 21 y la máxima de 78 años. Las mujeres lo obtienen, en promedio,
a los 37.9 años y los varones a los 35.8 años. En las ciencias
duras, extranjeros y nativos mantienen un paralelismo al obtener el máximo
grado con menor edad que en las ciencias blandas: en Fisicomatemáticas
y Ciencias de la Tierra, se gradúan entrada la tercera década
de vida, mientras que en Humanidades, Ciencias del Comportamiento y Ciencias
Sociales ocurre al iniciar la cuarta.
Comparando la edad y el país de obtención del último grado,
quienes realizaron estudios formativos en México obtuvieron su diploma
más tarde que quienes lo hicieron en Norteamérica y Europa. Lo
anterior puede ser un efecto reflejo de las políticas aplicadas por el
CONACYT a partir de 1990, que buscaban rejuvenecer la
plantilla de investigadores, ofreciendo becas con obligaciones más o
menos drásticas en la obtención del grado.
2.4 Inserción por origen nacional en categorías y áreas
de conocimiento
La participación de los extranjeros en la escala jerárquica del
SNI es heterogénea. Los investigadores extranjeros tienen mayor presencia
en los niveles de excelencia y su distribución por nacionalidad se modifica
en función de su ubicación por categoría: en las de candidatos
y nivel 1, proceden principalmente de España (11.5%), Cuba (10.2%), Estados
Unidos (8.8%), Argentina (6.9%), Rusia (5.3%) y Francia (5.0%). En contraste,
en el nivel II, el peso de los contingentes hispanoparlantes se reduce, especialmente
el de los españoles (9.5%), pero aumenta el de los estadounidenses (10.6%)
y rusos (10.4%) mientras que el de los argentinos se sostiene (7.8%). En el
nivel III, la participación de académicos extranjeros es más
acentuada y quienes tienen una mayor representación en esa posición
son argentinos (13.3%), estadounidenses (10%), rusos (9.1%) y españoles
(7.6%). La ubicación en esos niveles se debe a la consolidación
temprana de una carrera científica en México, articulada con estancias
y colaboraciones con colegas extranjeros o bien a la validación por el
SNI de sus contribuciones científicas previas en su país de origen,
por ejemplo entre los rusos.
La distribución de extranjeros por áreas de conocimientos en México
refleja los grados de internacionalización de cada comunidad disciplinaria
en el país (medida no sólo por ese indicador sino por el porcentaje
global de graduados de una institución de fuera, sean extranjeros o mexicanos).
Humanidades y Ciencias de la Conducta (con 522) agrupa al contingente más
numeroso de inmigrantes, que equivale al 21.8% del total de investigadores del
área. El 43% obtuvo su máximo grado de formación en México
y el resto en Estados Unidos (15%) España (15%) y Francia (8%). Fisicomatemáticas
y Ciencias de la Tierra tiene un índice de 24% ( 520 extranjeros), habilitados
preferentemente en México (19%), Rusia (18%), Estados Unidos (14%), Alemania
(7%), Inglaterra (6%), Francia (5%) y España (5%).
En Ciencias Sociales, el índice es de 16.5%, habiéndose formado
los extranjeros en México (40%), Estados Unidos (17%) y España
(12%). Por el lado opuesto, Biología y Química recibe a 285 extranjeros
(10.5% del total): adquirieron su máximo grado académico en México
(27%), Estados Unidos (14%) y en menor medida, en Rusia (8%), Francia (8%),
España (7%) y Alemania (5%). Ingeniera reúne a 229 extranjeros
(10.2%), formados principalmente en México (23%), Rusia (16%), Ucrania
(9%), Estados Unidos (7%) e Inglaterra (7%).
Medicina y Ciencias de la Salud sólo agrupa a 112 investigadores (7.8%)
pero tiene la tasa más alta de extranjeros formados en México,
debido a los requisitos de certificación profesional y de reconocimiento
de grados: 6 de cada 10 extranjeros se formaron en el país, en tanto
que el 13% adquirió el doctorado en Estados Unidos, el 6% en Francia
y otro 6% en España. En Biotecnología y Ciencias de la Salud,
los 92 investigadores extranjeros representan el 5.4% del total. El 33% se graduó
en México, el 21% en Estados Unidos y el 9% en España.
En todas las áreas de conocimiento, México es el principal polo
de formación de los académicos extranjeros; empero la posición
del país como lugar de habilitación disminuye en las categorías
de mayor prestigio del SNI, probablemente por la consolidación
reciente de la oferta de programas de calidad en doctorado. Así, la proporción
de graduados en Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia es mayor
en el nivel III que en los previos, debido a las jerarquías espacio-disciplinarias
de los principales polos de formación doctoral.
2.5 Desigualdades por género
El número de mujeres en el SNI es de 5121, 716
de ellas (33%) nacidas fuera de México. La subrepresentación de
las mujeres extranjeras reproduce la tendencia nacional, tanto en su proporción
de participación en los niveles del SNI como en
su distribución por áreas de conocimiento (Didou y Gérard,
2010). La adscripción de mujeres varía por campos del saber: es
reducida tanto para las nativas como para las extranjeras en Fisicomatématicas
y Ciencias de la tierra (17.3%) e Ingeniería (19.7%) pero más
equilibrada en las Humanidades y Ciencias de la Conducta (49%) y en Medicina
y Ciencias de la Salud (45.5%). Aunque todas las áreas aparecen dominadas
por varones, las mujeres tienen mayor presencia en especialidades como Artes
y Letras, Lingüística y Pedagogía. Las posiciones que ocupan
las investigadoras extranjeras en la estructura de reconocimientos son ligeramente
más convenientes que las de sus colegas mexicanas. Representan 42.0%
de las candidatas contra 40% en promedio, 37.2% del nivel I contra 34.8%, 29.68%
del nivel II contra 28.44% y 21.34% del nivel III contra 18.63%. En cambio,
su situación es desfavorable en relación a los hombres extranjeros:
sus índices de participación en las categorías de candidato
y nivel I (11.5% y 52.5 %) superan los de los varones (7.8% y 43.4%) pero son
inferiores en los niveles II (respectivamente 26.5% y 31%) y III (9.8% y 17.8%).
La descripción anterior conduce a recomendar adaptar los mecanismos para
la atracción de científicos extranjeros a las lógicas y
características de su incorporación profesional, a su edad y a
su condición de género: lleva a discutir el modelo vigente para
su “inserción” y a sugerir que se definan grupos focales,
cuyas condiciones de apoyo les permitan actuar como agentes activos de internacionalización
y conservar y ampliar portafolios de relaciones de naturaleza disímil,
según la disciplina, los establecimientos y la edad.
III. Trabajar entre distancia y cercanía: elecciones existenciales
y disciplinarias
de colaboración
En este apartado, profundizaremos en los procesos de salida de los científicos
extranjeros, sus condiciones de arribo al mercado laboral mexicano, sus experiencias
de integración al sistema de investigación mexicano y las redes
de cooperación académica que activaron entre sus países
de origen o de habilitación científica. Entrevistamos a 73 investigadores
residentes en los estados de Chiapas, Morelos, Guanajuato, Puebla, Distrito
Federal, Michoacán, Querétaro, Veracruz y Sonora.5
Su selección fue aleatoria y dependió de la buena voluntad de
quiénes concedieron citas, en una coyuntura en la que una queja generalizada
concierne las sobrecargas de trabajo, debido a los mecanismos de evaluación,
a las dinámicas de las carreras profesionales y a la disfuncionalidad
de los procedimientos de gestión de la investigación.
El ejercicio de interpretación de las entrevistas confirmó que
las modalidades de integración al sistema científico nacional
y los deseos de retorno están estrechamente relacionados con el entorno
familiar: cuando la migración es colectiva e implica el traslado de un
núcleo familiar complejo, la motivación por regresar mengua. Cuando
la familia de origen se queda en el país de nacimiento, la incitación
es mayor. El testimonio siguiente lo refleja:
Ahora tengo aquí una posición más o menos buena y tengo condiciones para trabajar, realmente puedo hacer casi todo lo que quiero hacer. Durante mi vivienda [vivencia] aquí, fui a Rusia sólo dos o tres veces. Porque es muy caro, especialmente con toda la familia (esposa e hijo), no tengo motivos fuertes para regresar, excepto por mis padres que son muy viejos.
Las modalidades de inserción están asimismo determinadas por los motivos de la migración: la migración por matrimonio genera una necesidad de regreso recurrente diferente a cuando se produjo por exilio: en este caso, los entrevistados enfatizan tanto su lealtad y su deuda moral hacia el país refugio como sus inhibiciones para retornar al lugar que fueron obligados a dejar atrás:
Con América del Sur, yo puse una especie de barrera que solamente empezó a desplomarse después del 2000, me costó 22 años para poder retomar el contacto, de hecho durante mucho tiempo… al principio no podía regresar porque lo tenía impedido; desde el 84, podía, pero no quería.
Las modalidades de inserción
en el campo científico mexicano variaron según las fechas de llegada,
debido a los cambios en las políticas y dinámicas de atracción
de científicos extranjeros: primero, con el desplome de las dictaduras
militares o el final de las guerras civiles en América Central y del
Sur en los 80 y en los 90, la migración dejó de sustentarse en
traslados masivos para fundamentarse en llegadas diferenciadas, en cuanto a
orígenes nacionales, motivos y espacios de formación. Segundo,
en la pasada década, el CONACYT y la SEP
impulsaron programas de internacionalización cada vez más normados
por reglas y criterios de selección. Tercero, las exigencias para la
integración profesional a los organismos científicos, principalmente
en el sector público, se incrementaron. Los extranjeros que llegaron
en los setenta y ochenta fueron reclutados expeditamente por las autoridades
institucionales, por decisiones estratégicas o solidaridad política.
Conforme se normalizó la carrera académica en los noventas, los
investigadores extranjeros tuvieron que cumplir con requisitos ingentes de titulación
y publicación para acceder a puestos de investigación.
Los investigadores más experimentados, hasta mitades de los noventa,
vinieron a México por invitación expresa de sus pares y después
acudieron al programa de repatriación del CONACYT:
trasladaron al país sus contactos y capitales académicos así
como las líneas que habían desarrollado en sus lugares de origen,
contribuyendo a la renovación o diversificación de sus disciplinas
en los establecimientos receptores. Algunos fundaron “escuelas”
o constituyeron equipos. Sin embargo, cuando no pudieron laborar en posgrados
acreditados y formar grupos, quedaron aislados, tanto en su institución
como en los circuitos disciplinarios nacionales y, a veces, internacionales.
En cuanto a sus funciones de intermediación profesional,
su condición sitúa a los extranjeros en un entre deux, en cuanto
a tradiciones y a prácticas de trabajo, independientemente de la convergencia
creciente entre saberes disciplinarios, propiciada por la internacionalización
de las comunidades epistémicas de referencia6
y de los criterios de aseguramiento de calidad. Colocándolos en un escenario
de interacciones simultáneas (aunque divergentes en ocasiones) con colegas
cercanos y distantes, les brinda facilidades relativas para insertarse en redes
internacionales y combinar los contactos acumulados en espacios de profesionalización
concatenados.
Sus logros están sin embargo condicionados por los sesgos de desarrollo
de las áreas disciplinarias entre los países de procedencia y
México, las condiciones de salida, los grados de formalización
de los programas de colaboración bilateral y los lugares de obtención
del grado. Incide también en ellos la existencia, en el país de
origen, de oportunidades de revinculación para los investigadores que
realizaron toda o parte de su carrera profesional en México. Por regla
general, los entrevistados enlazan sus países de procedencia y México,
cuando las condiciones lo permiten: en la Federación Rusa o en Cuba,
tuvieron que negociar sus condiciones de salida con las autoridades para facilitar
retornos temporales, en función de los proyectos e intereses personales
en el mantenimiento de vínculos. Convergentemente, las restricciones
en materia de visas por parte de México para algunas nacionalidades,
principalmente la cubana, debilitaron los vaivenes bilaterales.
Diferente es la situación de académicos extranjeros cuya movilidad
profesional dependió de elecciones personales u ofertas profesionales.
Frecuentemente, su instalación en México dependió- según
diversas fórmulas de combinación- de una casualidad (encuentro
con un colega durante un coloquio o contactos del director de tesis), de la
necesidad de encontrar un “terreno” que permitiese cumplir con los
imperativos de una tesis de doctorado o postdoctorado (en geografía,
antropología o arqueología) y de la voluntad de no quedarse en
el país de origen, por dificultades de inserción profesional o
por el ímpetu de descubrir otras culturas.
Después de trabajar en Europa Central, Japón, China y la India, deseaba conocer la región norte de México, conocer la geología y la distribución de organismos, me ofrecieron hacer un posdoctorado en la Estación Regional de Noroeste, yo conocía a la persona que lo ofreció y entregué el proyecto. Después de concluir el posdoctorado, al jefe del Instituto de la UNAM en México, le gustó lo que estaba haciendo, combinando ciencia con computación y me ofreció esta plaza.
Las posibilidades de intermediación están asimismo influenciadas por la trayectoria académica previa a la migración, por la notoriedad y por los perfiles de los recorridos profesionales: son allí relevantes las relaciones establecidas durante la época de entrenamiento a la investigación con el director de la tesis y con los integrantes de los laboratorios de inserción.
En una estancia posdoctoral había conocido a un profesor de la Universidad de Arizona que trabajaba en Asia y África, y fui a platicar con él, si tenía algún trabajo que podría realizar y unos días después vino y dijo: “Bueno me están pidiendo que ayude en abrir una maestría en Administración de Recursos Hidráulicos en el Instituto Tecnológico de Sonora, en Obregón”, y dije: Bueno está bien y vine, quería conocer otro país, algo más del mundo que no fuera Inglaterra o Estados Unidos.
Inciden, asimismo, los espacios de
socialización originaria en los que estuvieron inmersos los académicos
extranjeros cuando estudiaban, sus relaciones con condiscípulos de otros
países y su pertenencia a asociaciones de egresados, círculos
de pares o agrupaciones disciplinarias. La combinación de relaciones
verticales y horizontales, granjeadas dentro y fuera del laboratorio, sirve
a los investigadores nóveles para iniciar una red de relaciones internacionales.
Les ayuda a migrar en buenas condiciones, sobre todo cuando la obtención
de un puesto de investigador está regida por procedimientos competitivos
de selección. Sin embargo, una vez en México, los académicos
extranjeros sólo hacen fructificar su capital social en medios académicos
del extranjero si cuentan con las condiciones y los recursos institucionales
adecuados para actualizarlo y operarlo.
La productividad y las relaciones profesionales que la respaldan, en el país
de origen y previamente a la migración, constituyen un segundo conjunto
de elementos que explican tanto el desempeño de roles como la calidad
de las oportunidades de inserción. El prestigio es un facilitador de
la migración cuando son reconocidos los espacios que lo otorgan, los
actores que lo certifican y los circuitos internacionales que lo difunden: al
respecto, la situación de científicos que provienen de países
que, durante décadas, quedaron al margen de los circuitos internacionales
de difusión y discusión de los avances científicos y que,
además, no pertenecen al ámbito hispanófono es en ocasiones
complicada. Las dificultades para “transferir” el prestigio, cuando
sus portadores no proceden de países con los que México tiene
relaciones científicas duraderas, explican que eligen recomponer sus
circuitos de interlocución académica tanto como conservar los
anteriores. Los vínculos con los países de origen transitan entonces
por fases alternadas de activación y letargo cuando el sujeto, para ganar
visibilidad, opta por robustecer sus lazos de trabajo en el país huésped.
Esas dinámicas llevan a considerar como otra dimensión fundamental
de los recorridos de los investigadores extranjeros, las condiciones que les
proporciona México para trabajar en redes, insertarse en los espacios
emblemáticos de la ciencia mundial y valorar el sistema científico
nacional. Mientras más fuerte este el sesgo entre este y el de procedencia,
más se desplazan las apreciaciones hacia lo negativo o lo positivo. México
y sus instituciones están descritos, por los entrevistados, como “plataforma
hacia el mundo” o como un espacio a partir del cual es problemático
construir una carrera científica sobresaliente, que los sitúe
como especialistas reconocidos a nivel mundial.
Conclusiones
El presente artículo sólo es una aproximación preliminar
al tema de las migraciones científicas a México: el examen de
las características demográficas y de los procesos de inserción
académica de los científicos nacidos fuera de México muestra
que sus condiciones demográficas guardan similitudes con las de los investigadores
del SNI respecto a edades de obtención de grado,
acceso a las categorías del SNI, e incluso a desigualdades
por condición de género y por campos disciplinares.
Por otro lado, la evidencia recuperada sobre las razones para seleccionar a
México como espacio permanente de ejercicio profesional corrobora que
la inmigración científica está fundamentada en motivos
personales cuando responde a vínculos sentimentales con parejas nacidas
o radicas en el país; obedece a razones profesionales cuando los establecimientos
mexicanos brinda posiciones laborales superiores a las accesibles en de los
países de origen; responde a políticas cuando los individuos huyen
de persecuciones o de crisis económicas.
Las trayectorias formativas obedecen a diferentes esquemas: uno es el de la
adquisición de las credenciales básicas, especialmente de pregrado,
en el extranjero para insertarse posteriormente en el circuito mexicano de habilitación
académica. Los exiliados políticos de los setentas y ochentas,
principalmente, se incorporaron al mercado académico nacional con grados
de licenciatura pero, al fomentar la SEP y el CONACYT
los sistemas de incentivos y de diferenciación salarial, optaron por
efectuar estudios de posgrado, predominantemente en México. Conforme
con otro esquema, parte del contingente extranjero arribó al país
para realizar estudios doctorales o postdoctorales en carreras acreditadas y
después permaneció hasta acceder a una posición laboral,
ello por voluntad propia, por oportunidad o por la cerrazón de oportunidades
profesionales en sus lugares de nacimiento. Un tercer grupo llegó a México
después de haberse formado y haber hecho una carrera científica
en sus países de origen, encontrando condiciones laborales convenientes
para radicar indefinidamente en México.
Por institución receptora, el arribo de científicos extranjeros
ha sido especialmente significativo en establecimientos carentes de tradiciones
científicas arraigadas: fueron piezas fundamentales para vincularse con
el entorno internacional, diversificar la experiencia y líneas de investigación
en sus campos y producir innovaciones científicas (Mamiseishvili, 2010).
Ciertos asuntos adicionales quedan por investigar. Uno concierne los niveles
respectivos de productividad de los extranjeros y de los mexicanos, en la perspectiva
de estudios que demostraron que, en Estados Unidos, los niveles de productividad
de los extranjeros rebasan los de los nacidos en el país debido a que
los primeros dedican más tiempo que los segundos a las actividades de
investigación (Levin et Stephen, 1999; Marvasti, 2005 en Mamiseishvili,
2010). Otro tópico a indagar es el de las dinámicas de socialización
de los científicos extranjeros para comprender mejor sus patrones y estrategias
de posicionamiento profesional. Uno más consistiría en examinar
su inserción en los espacios de docencia, gestión y decisión
del sistema universitario nacional para establecer una tipología de sus
trayectorias y contribuciones concretas a la ciencia nacional y a su disciplina
de adscripción.
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Germano-mexicana -Gobierno del Estado de Puebla.
1Este
artículo fue escrito gracias al respaldo del Programa de Apoyo para el
Desarrollo de la Educación Superior (PADES) de
la Subsecretaría de Educación Superior, convenio n. 2011-01-09-006-068
CINVESTAV.
2ANUIES-CSUCA,
información proporcionada el 26 de Junio 2010 por la Dirección
de Cooperación Internacional.
3En
2010, Estados Unidos, Reino Unido, España, Alemania y Francia recibían
al 84.3% de los becarios de posgrado al extranjero del CONACYT,
y Canadá, Alemania, Francia, España y Estados Unidos el 72.5%
de los beneficiarios de becas para estancia de corta duración entre 2000
y 2009 (Álvarez Brunelière, 2010).
4El
reglamento del SNI establece cinco categorías ordenadas
jerárquicamente: candidato, nivel I, II y III e investigador emérito.
La movilidad entre ellas está normada por la evaluación de su
dedicación a labores de investigación, la escolaridad, la permanencia,
la formación de investigadores, la productividad, la reputación
de las revistas donde publican y las citas (CONACYT, 2008).
5Se
agradece el apoyo para levantamiento y transcripción de entrevistas a
la socióloga Marcela Narezo Benavides, a los estudiantes del doctorado
del DIE-CINVESTAV Edgar Góngora Jaramillo, Jesica
Badillo e Yvonne Pineda, a Araceli Beltrán, asistente SNI
de la Dra. Sylvie Didou y a Cecilia Oviedo Mendiola, DIE-CINVESTAV.
6La
comunidad epistémica es “una red de profesionales con reconocida
experiencia y competencia en un campo particular” (Haas, 1992, p. 3, como
se cita en Maldonado, 2005). En este texto, la noción hace referencia
al conjunto de especialistas de algún o varios campos del saber que,
a través de intercambios e interacciones extramuros, generan, aplican
y validan conocimientos especializados.
Para citar este artículo,
le recomendamos el siguiente formato:
Didou, S. y Durand, J. P. (2013). Extranjeros en el campo científico
mexicano: primera aproximaciones. Revista Electrónica de Investigación
Educativa, 15(3), 68-84. Recuperado de http://redie.uabc.mx/vol15no3/contenido-didoudurand.html