Revista Electrónica de Investigación Educativa
Vol. 16, Núm. 3, 2014
La competencia mediática del profesorado:
un instrumento para su evaluación1
Vicent Gozálvez Pérez
(1)
vicent.gozalvez@uv.es
Natalia González Fernández (2)
natalia.gonzalez@unican.es
M. Carmen Caldeiro Pedreira (3)
mariccaldeiro@yahoo.es
(1) Universidad de Valencia
(2) Universidad de Cantabria
(3) Universidad de Huelva
Avinguda de Blasco Ibáñez, 13
46010 Valencia, España
(Recibido: 1 de abril de 2013; Aceptado para su publicación: 22 de julio de 2014)
Resumen
El presente artículo muestra el proceso de elaboración y validación
de un cuestionario cuyo objetivo es detectar y evaluar el nivel de competencia
mediática del profesorado no universitario. En el entorno hipercomunicado
en el cual los medios y tecnologías de la comunicación son cada
vez más relevantes en el ámbito educativo, se hace necesario construir
una herramienta para medir los niveles de competencia mediática del profesorado.
Esta medición puede ayudar a confeccionar propuestas pedagógicas
para mejorar las prácticas docentes y la formación profesional
en este ámbito. Para la validación de contenido del cuestionario
se ha seguido la metodología Delphy con expertos de siete universidades
españolas, y la validación convergente se ha efectuado a partir
de una muestra de 906 profesores, pertenecientes a nueve Comunidades Autónomas
españolas. Tras el análisis psicométrico del cuestionario,
se concluye que éste es válido para medir el constructo de la
competencia mediática del profesorado no universitario.
Palabras clave: Alfabetización mediática, Validez, Competencias
del profesorado, Técnicas de medición.
I. Nuevas competencias docentes para un nuevo entorno
La presencia y creciente introducción de los medios de comunicación
y las Tecnologías de la Información (TIC)
en la sociedad han ocupado buena parte de las investigaciones más recientes
en el campo de las Ciencias Sociales. Un fenómeno al que no pueden ser
ajenos los investigadores de la educación. Ante la irrupción y
despliegue de los nuevos medios de comunicación en la sociedad (tablets,
redes sociales, telefonía, videojuegos) se hace cada vez más perentoria
la necesidad de formación de los docentes, actualizada y ampliada de
acuerdo con las exigencias del contexto social actual (Garrido, 2013). Aparte
de la dotación de tecnología en las aulas, la clave del buen aprovechamiento
de las TIC en el ámbito educativo reside en la
adecuada formación y acción del profesorado en el marco de programas
específicos de innovación pedagógica.
La labor del profesorado ha de centrarse en preparar al ciudadano y al futuro
profesional para integrarse adecuadamente tanto en la sociedad como en el ámbito
laboral. Partiendo de esta premisa, surge la necesidad de que el profesorado
sea capaz de infundir en el discente una sólida y contundente formación
de carácter científico-cognitivo. A su vez, debe formarlo para
que desarrolle la capacidad de análisis de la realidad tanto presencial
como virtual, análisis e interpretación que ha de incluir igualmente
criterios de tipo social y cívico. Se persigue el alcance de una ciudadanía
activa y capaz de construir críticamente sus opiniones, pudiendo contribuir
así a la construcción de una opinión pública formada,
ponderada y democrática (Cortina, 2004). Frente a las tradicionales relaciones
de transmisión y de adquisición individualizada del conocimiento,
se imponen formas de relación más comunicativa y modos de construir
o reconstruir el conocimiento de manera cooperativa, desde un compromiso transformador
y activo (Gillies y Ashman, 2003; Gozálvez, Traver y García, 2011).
Se trata de una situación en la cual los docentes han dejado de ser meros
instructores para convertirse en profesores-guía, los cuales, desde un
enfoque pedagógico innovador, orientan, guían y ayudan al alumnado
a organizar sus ideas, a buscar información, a seleccionarla e interpretarla
adecuadamente en un nuevo entorno intercomunicado (Hernández, Pennesi,
Sobrino y Vázquez, 2011). En este contexto actual, en donde predominan
los recursos digitales y las tecnologías comunicativas (Castells, 1997),
resulta determinante el nuevo rol docente y la nueva relación educativa
del educador con el educando. Una de las nuevas funciones del profesorado es,
según Cebrián de la Serna (2005), aquella que hace posible la
adecuada utilización de los nuevos soportes por parte del alumnado. Como
señala este autor, el profesor aprende con ellos, en una nueva concepción
de la enseñanza como proceso de innovación y mejora constante.
El profesorado se presenta como un colectivo cuya tarea contribuye a la construcción
de la ciudadanía del futuro, tarea a la que se suma la familia, los iguales
o los propios medios de comunicación.
A pesar de esta nueva realidad mediática y social, que justifica la necesidad
de una modificación y actualización no sólo del rol sino
de las formas de transmisión y gestión del conocimiento por parte
del profesorado, existe cierto distanciamiento por parte de la institución
escolar, a menudo ajena a tal realidad, como indica Gutiérrez-Martín
(2009).
Más allá de la formación del profesorado con herramientas
educativas interactivas a las que se han referido, entre otros, Pérez-García
(2010), es necesaria la alfabetización entendida como el conjunto de
estrategias y conocimientos que capacitan al docente para enseñar de
forma creativa, crítica y responsable. Se trata, siguiendo a Gutiérrez-Martín
(2008) de que el profesorado pueda formar a una ciudadanía activa, capaz
de contribuir al progreso social y de transmitir, a su vez, esta actitud comprometida
y transformadora a sus alumnos.
La consecución del objetivo constituye otro argumento que justifica la
necesidad de formación crítica de la ciudadanía y la posibilidad
de que el profesorado sea capaz de contribuir a ello con su trabajo. En esta
línea y desde la Declaración de Grünwald (1982), instituciones
como la UNESCO o la Comisión Europea se han esforzado
por promover políticas que favorezcan, como señalan Pérez-Tornero,
Paredes y Simelio (2010), tanto la educación en medios como el desarrollo
de la dimensión pública de la alfabetización mediática.
Centrándonos en el profesorado, la integración de las TIC
en la cultura docente trasciende fronteras, como puede observarse en el trabajo
de Vilches-Márquez y Carrera (2005). En su estudio, los autores proponen
que la relación de los docentes con las TIC avance
de tal forma que estos se conviertan en productores de conocimiento. Coinciden
con Gutiérrez-Martín (2008) y con De Pons y Jiménez (2007)
en la necesidad de realfabetizar al profesorado tanto en su dimensión
técnica como en la didáctica o educativa. Para esto ha de prestarse
atención no sólo a los contenidos instrumentales sino a las capacidades
de índole reflexiva y crítica, a los usos comprensivos y a la
interpretación amplia de los mensajes de los medios, tal y como ha remarcado
la Comisión Europea (Aguaded, 2010). La omnipresencia de las tecnologías
de la información y comunicación, tal y como plantea la UNESCO
(2013), es al mismo tiempo una oportunidad y un desafío. En esta oportunidad
de cambio cultural, los docentes tienen un rol central, pues:
Son gestores de aprendizajes que construyen posibilidades de desarrollo a partir de las particularidades de los niños y jóvenes con los que trabajan. En esta lógica, hablar de educación y TIC es más que hablar de equipos, computadoras, dispositivos y/o programas, es la oportunidad de reflexionar acerca de cómo estamos pensando la educación y cómo las personas jóvenes y los docentes aprenden y enseñan. (UNESCO, 2013, p. 17).
La situación descrita justifica la formación del profesorado
y el desarrollo de un nuevo currículo formativo, de acuerdo con las recomendaciones
de la UNESCO. Como indican Pérez-Tornero y Tayie
(2012), ha sido en 2008 cuando se ha iniciado a nivel global la elaboración
y experimentación de la denominada Media and Information Literacy
Curriculum for Teachers en el marco de las propuestas de Naciones Unidas.
Es este nuevo entorno comunicativo y las nuevas exigencias en la función
docente lo que justifica la elaboración de un instrumento de evaluación
de las competencias mediáticas del profesorado, cuyo objetivo primero
sería diagnosticar el estado competencial actual de los docentes en países
de habla hispana, y cuyo objetivo último sería el de confeccionar
propuestas formativas adecuadas, realistas y valiosas.
II. La competencia mediática y sus dimensiones
Hablar de las competencias mediáticas del profesorado nos remite al conjunto
de habilidades, conocimientos y actitudes que los docentes han de asumir y llevar
a cabo para lograr un aprovechamiento pedagógicamente valioso de la tecnología
comunicativa (desde los medios tradicionales como el cine, la televisión,
la radio o la prensa escrita hasta los nuevos medios e Internet). En los últimos
años, diversas instituciones y grupos de investigación han desarrollado
modelos de competencia mediática para el profesorado, desde la International
Society for Technology in Education (ITSE, 2008), hasta
la UNESCO (2008). A pesar de las diferencias, los distintos
modelos distinguen claramente entre “competencias tecnológicas”
y “competencias pedagógicas” (Suárez, Almerich, Gargallo
y Aliaga, 2010; Almerich, Suárez-Rodríguez, Jornet y Orellana,
2011). En nuestra investigación hemos tratado de elaborar un cuestionario
sobre competencias mediáticas, por una parte reúne los modelos
anteriores, y por otra los amplía, al incluir en las competencias pedagógicas
aspectos referidos al lenguaje y a los procesos de recepción y comprensión,
aspectos referidos a la producción, y también aspectos de tipo
ético y estético.
Así pues, la primera y fundamental tarea antes de elaborar los ítems
del cuestionario fue establecer el significado del concepto de “competencia
mediática”, junto con las dimensiones de tal competencia. Sólo
desde este punto de partida teórico era posible empezar a confeccionar
las preguntas de un cuestionario destinado a conocer empíricamente una
realidad dada. En este sentido, para la elaboración de una primera versión
del cuestionario nos basamos, además de en las investigaciones mencionadas,
en la propuesta de Ferrés (2007), fruto de una intensa investigación
previa sobre este concepto. Sin embargo, la reflexión acerca del significado
y dimensiones de la competencia mediática se extiende tres décadas
atrás, especialmente cuando la comunicación audiovisual despertó
gran interés científico como consecuencia del papel indiscutible
de los medios de comunicación en las sociedades actuales. Este interés
por parte de las Ciencias Sociales está creciendo exponencialmente en
virtud de la irrupción de las nuevas tecnologías de la comunicación
y la información (Aguaded, 2011).
Por lo tanto, el presupuesto básico en la confección del cuestionario
ha sido la revisión del significado de “competencia mediática”,
incorporando competencias puramente tecnológicas y competencias de tipo
pedagógico, para detectar desde ahí las dimensiones implicadas.
Igualmente hemos partido de un concepto de “competencia” como el
ofrecido por Jover, Fernández Salinero y Ruiz (2005). Así, las
competencias podrían ser definidas como aquellas estructuras complejas
de procesos que las personas ponen en acción para resolver problemas
y realizar actividades (de la vida cotidiana y del contexto laboral profesional)
orientadas a la construcción y transformación de la realidad.
Aplicando el término al ámbito de las tecnologías comunicativas,
podríamos entender las competencias mediáticas como aquellas estructuras
que capacitan para realizar acciones con los medios y para resolver problemas
que surgen con el uso de la tecnología mediática, con el fin de
construir y transformar adecuadamente la realidad. Tales estructuras o competencias
incluyen conocimientos, habilidades, actitudes y disposiciones vinculadas con
seis dimensiones (Ferrés, 2007), las cuales ayudan a dibujar el campo
semántico de aquello que queremos investigar.
Con todos estos antecedentes, el concepto de competencia mediática recoge
la competencia en seis dimensiones, definidas como sigue:
1. Competencia en relación
con el lenguaje de los medios: capacidad de interpretar los diversos
códigos de un mensaje, de valorar el significado y el sentido de contenidos
mediáticos; habilidad de expresión a través de diferentes
sistemas de representación; capacidad de elegir entre distintos códigos
y estilos dependiendo de la situación y del tipo de contenido que hay
que transmitir; capacidad de modificar productos existentes, confiriéndoles
un nuevo sentido y valor. Un ítem que evalúa tal dimensión
es: “En los mensajes de los medios (incluido Internet), distingo los diferentes
códigos (verbal, icónico, musical) y los registros (formal, informal,
culto, coloquial) utilizados por el emisor (No; Un poco; Bastante; Mucho)”.
2. Competencia en relación con la tecnología mediática:
capacidad para usar los instrumentos de comunicación y para interactuar
eficazmente con los mismos; habilidad en el uso de las innovaciones tecnológicas
para una comunicación multimodal y multimedial; capacidad de adecuar
las herramientas tecnológicas a los objetivos comunicativos que se persiguen;
habilidad para elaborar y manipular imágenes y sonidos, etc. Por ejemplo:
“El Movie Maker es un programa informático para editar secuencias
de imágenes y crear vídeos (Sí; No; No lo sé)”.
3. Competencia relacionada con los procesos de recepción e interacción:
capacidad de revisión y autoevaluación de la propia dieta mediática,
pero siguiendo criterios conscientes y razonables; capacidad de reconocer y
valorar los aspectos emocionales de los mensajes; aptitud para reconocer las
ideas y valores vinculados con los contenidos mediáticos; capacidad para
gestionar el entretenimiento mediático aprovechado de cara al aprendizaje;
capacidad para la interacción colaborativa desde las plataformas que
facilitan las redes sociales. Un ítem relacionado con esta dimensión
es: “Me preocupo por usar convenientemente los diferentes modos de comunicación
(conceptual, imágenes, tonos de voz) para mejorar el proceso educativo
(No; Un poco; Bastante; Mucho)”.
4. Competencia en torno a los procesos de producción y difusión:
aptitud para diferenciar entre las producciones individuales y las colectivas,
entre las populares y las corporativas; conocimientos básicos sobre los
sistemas de producción y programación, y sobre los mecanismos
de difusión de contenidos; capacidad para hacer valer la legislación
que protege al usuario de los medios; habilidad para colaborar en la confección
de productos multimedia o multimodales; conocimiento de los derechos autoría,
individual o colectiva, y actitud responsable ante los derechos de propiedad
intelectual; un ejemplo sería: “En nuestro país existe legislación
que trata de proteger a la infancia de ciertos contenidos en la TV
o en la radio, mediante el establecimiento de un horario infantil (Sí;
No; No lo sé)”.
5. Competencia relacionada con los valores, las actitudes y la ideología:
actitud activa en la interacción con los medios, usados como
oportunidad para construir una ciudadanía más plena, integral
y autónoma; capacidad para descubrir los valores inscritos en los contenidos
de los medios; aptitud para detectar las fuentes de información, valorando
críticamente su fiabilidad; habilidad para interpretar las informaciones
procedentes de los medios desde una perspectiva ética y democrática;
capacidad para usar las nuevas tecnologías de acuerdo con valores cívicos
y democráticos, favoreciendo así el entorno social y natural;
capacidad para interpretar y producir mensajes rompiendo estereotipos sociales
cuestionable; por ejemplo: “Elaboro mensajes en los medios evitando estereotipos,
prejuicios o valores antidemocráticos (No; Un poco; Bastante; Mucho)”.
6. Competencia relacionada con los aspectos estéticos:
cultivo del gusto por los aspectos formales; sensibilidad para reconocer unos
mínimos de calidad estética en las producciones mediáticas;
capacidad para producir mensajes que sean comprensibles, creativos y originales;
capacidad de transformar los mensajes de acuerdo con una mínima sensibilidad
estética, etc. Un ítem que valora esta dimensión es: “Reconozco
cuándo una creación o producto mediático no cumple unas
mínimas exigencias de gusto estético (presentación y redacción
cuidada, calidad de imágenes y sonidos, creatividad o elaboración
original) (No; Un poco; Bastante; Mucho)”.
A partir de estas consideraciones, se deja claro que el objetivo del cuestionario
es detectar, junto con la competencia mediática que tienen los encuestados
en términos generales, la competencia que éstos reconocen tener
o perciben en sí mismos en referencia a los medios y tecnologías
comunicativas.
Desde el inicio, no se diseñó el cuestionario con el fin de evaluar
las buenas prácticas docentes usando las TIC, sino
para detectar el nivel competencial en general del profesorado en este ámbito
(su nivel de alfabetización mediática), competencia que entendemos
como la condición necesaria, aunque no suficiente, para llevar a cabo
un programa educativo renovado y para desarrollar buenas prácticas educativas
en relación con los medios, tal y como apuntan las recomendaciones de
la UNESCO y del Parlamento Europeo (Aguaded, 2010).
Por lo tanto, el objetivo general era elaborar y posteriormente validar el cuestionario
“Competencia Mediática del Profesorado no Universitario”
(CMPnU), ofreciendo a la comunidad científica un
instrumento útil en este sentido. La versión final del cuestionario
se encuentra en http://uhu.es/competenciamediatica/profesorado/
En suma, en el presente artículo proponemos, tras discutir teóricamente
sobre la competencia mediática como uno de los componentes en la formación
del profesorado no universitario: 1) analizar la validez de contenido y convergente
del cuestionario, y 2) analizar la fiabilidad del cuestionario.
III. Metodología
Para la elaboración del cuestionario se utilizó un diseño
no experimental, pues no se manipularon los fenómenos objeto de estudio,
sino que se recogieron los datos en su ambiente natural. El tipo de diseño
fue transaccional descriptivo, ya que la investigación se centra en analizar
cuál es el nivel o estado de las variables en un momento dado con el
fin de describir los fenómenos y analizar su incidencia en ese momento
temporal (Hernández, Fernández y Baptista, 2006).
La validación del cuestionario implicó dos procedimientos: el
cálculo de la validez y el cálculo de la fiabilidad. Para determinar
la validez, es decir, el grado en que un instrumento mide la variable que pretende
medir, se utilizó, en primer lugar, la validez de contenido. Esta hace
referencia al punto en que los ítems de un cuestionario son una muestra
representativa del contenido que se pretenden evaluar. Un cuestionario tendrá
una buena validez de contenido si sus ítems cubren correctamente todo
el espectro de la conducta o competencia que se pretende evaluar, el paso imprescindible
para poder asegurar una adecuada validez de contenido es realizar una correcta
revisión bibliográfica (Pantoja, 2009). Para demostrar esta validez
recurrimos a expertos en la temática evaluada en el cuestionario.
En segundo lugar, se llevó a cabo la validez convergente, que hace referencia
a la recogida de evidencia empírica que garantice la existencia de un
constructo psicológico. Es decir, trata de comprobar qué constructos
está evaluando un cuestionario o test (Pantoja, 2009).
Para calcular la fiabilidad, es decir, el grado en que dos aplicaciones diferentes
del mismo cuestionario producirán resultados iguales, se recurrió
al Alfa de Cronbach. Este método de cálculo requiere una sola
administración del instrumento de medición y permite determinar
la consistencia interna del cuestionario.
En coherencia con los objetivos de esta investigación, la unidad de análisis
está conformada por profesorado no universitario en activo de todos los
niveles educativos (Infantil, Primaria, Secundaria/Bachillerato y Formación
Profesional).
Se llevó a cabo la selección de una muestra no probabilística,
es decir, los sujetos de la muestra no dependen de la probabilidad sino que
se ajustan a unos criterios relacionados con las características de la
investigación (Bisquerra, 2004). En nuestro caso, los criterios en los
que nos basamos fueron los siguientes: Autorización para aplicar en los
centros educativos el cuestionario dirigido al profesorado y heterogeneidad
de los centros (público, concertado y privado). La muestra total para
la validación del cuestionario fue de 906 profesores, pertenecientes
a 9 Comunidades Autónomas del Estado Español. En la Tabla I se
muestran las características demográficas de la muestra participante:
Tabla I. Características demográficas de la muestra
3.1 Procedimiento para la elaboración y validación del
cuestionario CMPnU
El cuestionario para registrar y valorar la competencia mediática en
el profesorado de enseñanzas formales fue diseñado siguiendo un
complejo proceso de elaboración propia, por lo que necesariamente se
sometió un procedimiento de validación, en primer lugar de contenido,
mediante el juicio de expertos aplicando la técnica Delphi (Barroso y
Cabero, 2010). Los criterios de selección de expertos fueron su formación
académica y su labor en diferentes universidades españolas.
Primera Etapa. Revisión, selección y adaptación
de dimensiones, criterios y descriptores más idóneos para la investigación,
una vez revisado el marco teórico como base para la elaboración
del cuestionario.
Segunda etapa. Elaboración y revisión del cuestionario.
Durante la confección del instrumento, éste quedó compuesto
por 6 dimensiones o categorías de análisis, seleccionadas de entre
las clásicas explicitadas en el marco teórico sobre competencia
mediática, con sus correspondientes indicadores, que dieron lugar a la
redacción de 47 ítems. En la Tabla II se sintetizan las categorías
e indicadores de partida, sin contar con los ítems iniciales de identificación
personal y profesional:
Tabla II. Categoría de análisis e indicadores
A continuación, se hizo llegar
a los 15 expertos, siguiendo las fases propuestas por Bravo y Arrieta (2005),
tanto el cuestionario como la guía para su validación, quienes
contaban con una pauta para evaluar de 1 a 10 (agrupando dichas puntuaciones
en una escala Likert con cuatro categorías: excelente, buena, regular,
mala), la pertinencia de las dimensiones o categorías y sus ítems,
así como también un espacio para sugerir propuestas de mejora
o modificaciones.
Para determinar la validez de contenido en cada aplicación de la técnica
Delphi, se utilizó la fórmula de Lawshe (1975), quien establece
un valor mínimo de razón de validez de 0.62 para asegurar que
sea improbable que el acuerdo se deba al azar.
La primera vez que se sometió al juicio de expertos, tras la discusión
y valoración en común, se hizo patente la necesidad de incluir
ítems que registraran de un modo más objetivo el nivel competencial,
además del nivel o grado que los encuestados reconocen tener o reconocen
haber adquirido. De este modo, se introdujeron preguntas que pusieran a prueba
los conocimientos y aptitudes del profesorado encuestado y cuya respuesta correcta
dependiera de la competencia real en diferentes aspectos de la competencia mediática.
Por tanto, se elaboró una segunda versión, con un total de 53
ítems, que fue de nuevo sometida al juicio de expertos. Sus valoraciones,
sirvieron para reformular el cuestionario tras las sugerencias ofrecidas, siendo
eliminadas y modificadas preguntas consideradas confusas o mal formuladas y,
se introdujeron nuevos ítems a partir de indicaciones útiles de
acuerdo con el concepto de competencia mediática. Quedando un cuestionario
compuesto por 49 ítems. Esta tercera versión fue evaluada nuevamente
por el grupo de expertos, dando lugar a una nueva y última versión
en la que se obtuvo un IVC (Índice de Validez de
Contenido) de 0.85, quedando compuesto el cuestionario por 43 ítems y
manteniendo las 6 categorías o dimensiones originales.
Tercera etapa. Aplicación piloto del cuestionario. Para
analizar la consistencia interna del cuestionario se llevó a cabo una
prueba piloto. Durante los meses de enero a abril de 2013 se contactó
con diferentes centros educativos de Infantil, Primaria, Secundaria/Bachillerato
y Formación Profesional pertenecientes a nueve Comunidades Autónomas
españolas, para invitarlas a participar en la investigación. A
cada director se le presentó una carta en la que se explicaba el propósito,
trascendencia y rigor de la investigación, y se solicitaba el consentimiento
para participar en la cumplimentación del cuestionario on-line dirigido
al profesorado activo del centro. Los resultados se recogen en el siguiente
apartado.
IV. Análisis y resultados
Los datos obtenidos a través
de la aplicación piloto del cuestionario fueron analizados con el paquete
estadístico SPSS 21.0. Para determinar la validez
de constructo se utilizó la técnica del análisis factorial
y para establecer la fiabilidad del instrumento, es decir, su consistencia interna,
se utilizó el coeficiente Alfa de Cronbach.
Un análisis exploratorio inicial del conjunto de ítems propuesto,
nos permitió reconocer que era preferible, dada la naturaleza claramente
diferenciada de los ítems –divididos en ítems de autovaloración
e ítems dicotómicos–, realizar los cálculos y análisis
psicométricos de manera diferenciada para ambos conjuntos de ítems,
con el propósito de ofrecer una argumentación y justificación
clara de los resultados.
En un análisis factorial de primer orden, aplicado a los ítems
de autovaloración, se verificó la medida de adecuación
Kayser, Meyer y Olkin (KMO) y la prueba de Bartlett (ver
Tabla III). Esta resultó adecuada, ya que indicó índices
de 0.873 y 0.000, respectivamente, lo cual permitió realizar análisis
factorial.
Tabla III. KMO
y prueba de Bartlett para ítems de autovaloración
Igualmente, se llevó a cabo un análisis factorial de primer orden con los ítems de carácter dicotómico, verificando la medida de adecuación KMO y la prueba de Bartlett (ver Tabla IV). Esta resultó igualmente adecuada, indicando índices de 0.717 y 0.000 respectivamente, lo cual permite realizar análisis factorial.
Tabla IV. KMO
y prueba de Bartlett para ítems dicotómicos
Se seleccionó la extracción de factores mediante el análisis de los componentes principales y rotación Varimax, lo cual arrojó 3 factores primarios (ver Tabla V), que explican el 50% acumulado de la varianza total con los ítems tipo autovaloración. Se consideraron tres dimensiones menos que las propuestas originalmente, dado que se desarrolló el cálculo con un grupo reducido del conjunto total de ítems. Estos tres factores se agrupan semánticamente en torno a: 1) Discriminación positiva de los medios, 2) Relación a través de los medios y 3) Repercusión de los medios. Por otro lado, la matriz de componentes rotados, para estos mismos ítems, ofreció las combinaciones de ítems expuestas en la Tabla VI.
Tabla V. Porcentaje
de Varianza total explicada para ítems de autovaloración
Tabla VI. Matriz de
componentes rotados para ítems de autovaloración
Igualmente, se seleccionó
la extracción de factores mediante el análisis de los componentes
principales y rotación Varimax, para los ítems de carácter
dicotómico, lo cual arrojó 5 factores primarios (Tabla VII), que
explican el 48.28% acumulado de la varianza total. Una dimensión menos
que las propuestas originalmente.
A partir de los resultados obtenidos en cada una de las matrices, se evaluaron
los ítems en función de la relación, pertinencia, adecuación
y sentido que tuvieran con las dimensiones en las que fueron establecidas por
los análisis factoriales. Teniendo en cuenta la matriz de componentes
rotados para ítems dicotómicos, expuesta en la Tabla VIII, y observando
el índice de saturación de los ítems en otras dimensiones,
estos cinco factores se pueden agrupar semánticamente en torno a: 1)
Tecnología, 2) Procesos de producción y difusión, 3) Seguridad
ante el uso de los medios, 4) Estética.
Tabla VII. Porcentaje
de Varianza total explicada para ítems dicotómicos
Tabla VIII. Matriz
de componentes rotados para ítems dicotómicos
Los niveles de fiabilidad obtenidos con el método Alfa de Cronbach en cada uno de los dos grupos de ítems, dicotómicos y de autovaloración, fueron 0.625 y 0.812 respectivamente, tal y como se recoge en las tablas X y XI. Se ha decidido presentar de forma separada los resultados de la fiabilidad debido a las características de construcción de la prueba, para asegurar la consistencia interna del test. Estamos convencidos de que ambos grupos de ítems están midiendo el mismo constructo para el que fueron creados, aunque comprobamos cómo la fiabilidad de los ítems de tipo dicotómico es moderada según Castañeda, Cabrera, Navarro y De Vries (2010) en comparación con la fiabilidad obtenida para los ítems de autovaloración, que consideramos mayor o alta. En las tablas XII y XIII se presentan los resultados obtenidos en el cálculo de la varianza y fiabilidad eliminando un elemento, que vienen a sustentar y corroborar el acierto en la decisión de dividir la prueba en dos en función del tipo de ítems propuestos.
Tabla IX. Resumen
del procesamiento de los casos
Tabla X. Estadísticos
de fiabilidad ítems de autovaloración
Tabla XI. Estadísticos
de fiabilididad de ítems dicotómicos
Tabla XII. Estadísticos
total-elemento ítems de autovaloración
Tabla XIII. Estadísticos total-elemento ítems de dicotómicos
V. Conclusiones
Tras la elaboración y validación del cuestionario para medir la
Competencia Mediática del Profesorado no universitario (CMPnU),
obtuvimos las siguientes conclusiones:
A partir de los datos anteriormente presentados, se puede establecer que este cuestionario es pertinente para evaluar la competencia mediática del profesorado no universitario. No obstante, resulta preciso reconocer la dificultad en el diseño de una herramienta de autoevaluación de la propia competencia mediática para discriminar claramente las variables que entran en juego en la determinación de tal competencia. En este sentido se reconoce que habrá que seguir depurando la herramienta a pesar de su validez, de modo que permita un análisis más amplio y profundo sobre las variables que influyen en la adquisición y desarrollo de la competencia mediática entre el profesorado no universitario. Por lo tanto las posibilidades de estudio son extensas y sus resultados pueden comportar importantes avances educativos.
Referencias
Aguaded, J. I. (2010). La Unión Europea dictamina una nueva recomendación
sobre alfabetización mediática en el entorno digital en Europa.
Comunicar, 34(XVII), 7-8.
Aguaded, J. I. (2011). El grado de
competencia mediática en la ciudadanía andaluza. Huelva: Grupo
Comunicar/Grupo de Investigación Ágora, Universidad de Huelva.
Almerich, G., Suárez-Rodríguez, J. M., Jornet, J. M. y Orellana,
M. N. (2011). Las competencias y el uso de las Tecnologías de Información
y Comunicación (TIC) por el profesorado: estructura
dimensional. Revista Electrónica de Investigación Educativa,
13(1), 28-42. Recuperado de http://redie.uabc.mx//contenido//vol13no1/contenido-almerichsuarez.pdf
Barroso, J. y Cabero, J. (2010). La investigación educativa en TIC.
Visiones prácticas. Madrid: Síntesis.
Bisquerra, R. (2004). Metodología de la Investigación Educativa.
Madrid: La Muralla.
Bravo, M. y Arrieta, J. (2005). El Método Delphi. Su implementación
en una estrategia didáctica para la enseñanza de las demostraciones
geométricas. Revista Iberoamericana de Educación, 35(3). Recuperado
de http://www.rieoei.org/inv_edu38.htm
Castañeda, M. B., Cabrera, A., Navarro, Y. y De Vries, W. (2010). Procesamiento
de datos y análisis estadísticos utilizando SPSS.
Porto Alegre, Brasil: Edipucrs.
Castells, M. (1997). La era de la información: economía, sociedad
y cultura. Madrid: Alianza.
Cebrián de la Serna, M. (Coord.) (2005). Tecnologías de la
información y comunicación para la formación de docentes.
Madrid: Pirámide.
Cortina, A. (2004). Ciudadanía activa en una sociedad mediática,
en J. Conill y V. Gozálvez (Coord.), Ética de los medios.
Una apuesta por la ciudadanía audiovisual. Barcelona: Gedisa.
De Pons, J. y Jiménez, R. (2007). Buenas prácticas con TIC
apoyadas en las Políticas Educativas: claves conceptuales y derivaciones
para la formación en competencias ECTS. Revista
Latinoamericana de Tecnologías Educativas, 6(2), 15-28.
Recuperado de http://campusvirtual.unex.es/cala/editio/
Ferrés, J. (2007). La competencia en comunicación audiovisual:
dimensiones e indicadores. Comunicar, 29, 100-107.
Garrido, J. M. (2013). Videojuegos de estrategia. Algunos principios para la
enseñanza. Revista Electrónica de Investigación Educativa,
15(1), 62-74.
Gillies, R. M. y Ashman, A. F. (2003). Co-operative learning: the social
and intellectual outcomes of learning in groups. Londres: Routledge Falmer.
Gutiérrez-Martín, A. (2008). Las TIC en
la formación del maestro. “Realfabetización” digital
del profesorado. Revista Interunivesitaria de Formación del Profesorado,
63, 191-206.
Gutiérrez-Martín, A. (2009). Formación del profesorado
y tecnologías de la información y la comunicación. Renovación
y convergencia para la educación 2.0 en el (ciber) espacio europeo de
educación superior. Revista Electrónica Teoría de la
Educación y Cultura en la Sociedad de la Información, 10(1).
Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=201018023006
Hernández, R., Fernández, C. y Baptista, P. (2006). Metodología
de la investigación. México: McGraw-Hill.
Hernández, J., Pennesi, M., Sobrino, D. y Vázquez, A. (2011).
Experiencias educativas en las aulas del siglo XXI.
Barcelona: Ariel.
International Society for Technology in Education. (2008). NETS
for Teachers: National Educational Technology Standards for Teachers (2a. ed.).
Recuperado de http://www.iste.org
Jover, G., Fernández-Salinero, C. y Ruiz, M. (2005). El diseño
de titulaciones y programas ante la convergencia europea. En Chapapría,
R. (Ed.) El Espacio Europeo de la Educación Superior. XXIV Seminario
Interuniversitario de Teoría de la Educación. (pp. 27-93).
Valencia: ICE-UPV.
Lawshe, C. H. (1975). A quantitative approach to content validity. Personnel
Psychology, 28, 563-575.
Pantoja, A. (Coord.) (2009). Manual básico para la realización
de tesinas, tesis y trabajos de investigación. Madrid: EOS.
Pérez-García, F. (2010). Alfabetización digital del profesorado:
herramientas educativas interactivas. Didáctica, Innovación y
Multimedia, 16. Recuperado de http://ddd.uab.cat/pub/dim/16993748n16a3.pdf
Pérez-Tornero, J. M., Paredes, O. y Simelio, N. (2010). Media literacy
in Europe. From Promoting digital literacy to the audiovisual media services
directive. Recuperado de http://goo.gl/sQk5oo
Pérez-Tornero, J. M. y Tayie, S. (2012). La formación de profesores
en educación en medios: currículo y experiencias internacionales.
Comunicar, 20(39). doi: 10.3916/C39-2012-02-00.
Sua´rez, J., Almerich, G., Gargallo, B. y Aliaga, F.M. (2010). Las competencias
en TIC del profesorado y su relacio´n con el uso
de los recursos tecnolo´gicos. Education Policy Analysis Archives,
18(8). Recuperado de http://epaa.asu.edu/ojs/article/view/75
UNESCO (1982). Declaración de Grünwald
sobre la educación relativa a los medios de comunicación.
Recuperado de http://goo.gl/rrPzO3
UNESCO (2008). Normas UNESCO
sobre competencias en TIC para docentes. Recuperado
de http://www.unesco.org/en/competency-standards-teachers
UNESCO (2013). Enfoques estratégicos sobre
las TIC en Educación en América Latina y
Caribe. Chile: Autor. Recuperado de http://goo.gl/gNtZEx
Vilches-Márquez, R. y Carrera, C. I. (2005). Integración de las
TIC a la cultura docente. Revista Enfoques Educacionales,
7(1), 93-102. Recuperado de http://goo.gl/OMYbQU
Gozálvez, V., González, N. y Caldeiro, M. C. (2014). La competencia
mediática del profesorado: un instrumento para su evaluación.
Revista Electrónica de Investigación Educativa, 16(3),
129-146. Recuperado de http://redie.uabc.mx/vol16no3/contenido-gozalvez-glez-caldeiro.html
1Este artículo se inscribe dentro del Proyecto I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “La enseñanza obligatoria ante la competencia en comunicación audiovisual en un entorno digital” (EDU2010-21395-C03-03), proyecto al que agradecemos su apoyo.