Revista Electrónica de Investigación Educativa
Vol. 15, Núm. 1, 2013
Relaciones entre rendimiento académico, competencia
espacial, estilos de aprendizaje y deserción1
Relationship between Academic Performance, Spatial
Competence, Learning Styles and Attrition
Stella Maris Vázquez (1)
stellavazquez@gmail.com
Marianela Noriega Biggio (2)
marianelanoriega@gmail.com
Stella Maris García (2)
stellagarciacalvo@gmail.com
(1) Centro de Investigaciones en Antropología Filosófica y Cultural
Federico Lacroze 2011 (1426)
Buenos Aires, Argentina
(2) Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Universidad de Buenos Aires
Federico Lacroze 2011 (1426)
Buenos Aires, Argentina
(Recibido: 24 de enero de 2012; aceptado para su publicación: 1 de octubre
de 2012)
Resumen
El artículo presenta los resultados de la investigación realizada
acerca de los factores que inciden en el rendimiento académico y la deserción
con una muestra de 1500 alumnos del primer año de las carreras de Arquitectura,
Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, Argentina, que
cursaron la materia de Dibujo. Se sometieron a prueba las hipótesis acerca
del rol mediador del estilo de aprendizaje en la relación entre competencia
espacial y rendimiento académico; las diferencias por sexos y por cohortes
en los estilos de aprendizaje y la relación entre la deserción,
los niveles de competencia espacial y los estilos de aprendizaje. Se hizo un
análisis estadístico de los datos y se concluyó que la
competencia espacial potenciada por el perfil motivacional son factores predictores
del rendimiento final. Las consecuencias pedagógicas obtenidas señalan
la necesidad de promover en los alumnos conductas académicas que definan
el estilo de aprendizaje autorregulado y favorezcan el aprovechamiento de las
capacidades intelectuales específicas.
Palabras clave: Rendimiento académico, deserción, estilos
de aprendizaje, habilidades espaciales.
Abstract:
This paper discusses the results of research on factors affecting academic performance
and attrition in a sample of 1,500 freshman students majoring in architecture,
design and urbanism at the Universidad de Buenos Aires, Argentina [University
of Buenos Aires, Argentina] who were enrolled in a drafting course. The hypotheses
we tested concern the mediating role of learning styles on the relationship
between spatial competence and academic performance, learning-style differences
by gender and cohort, and the relationship between attrition, spatial competence
level and learning style. Statistical analysis of the data was performed and
spatial competence enhanced by motivational profile was found to predict final
achievement. Educational implications are identified, highlighting the need
to promote in students those academic behaviors that characterize a self-regulated
learning style and encourage the use of specific intellectual abilities.
Keywords: Academic Achievement, attrition, learning styles, spatial
ability.
I. Introducción
El rendimiento académico de los estudiantes universitarios tiene una
importancia objetiva, ligada a la cuestión de la calidad de la educación
superior y al aprovechamiento de los recursos que en ella se invierten. De allí
que la relación entre el rendimiento y las tasas de abandono sean objeto
de múltiples investigaciones, teniendo en cuenta que este fenómeno
se da particularmente en el primer año de la carrera universitaria, en
el cual dicha tasa se ha mantenido en torno al 20% o 30% (Mallinckrodt y Sedlacek,
1987 y 2009) desde los años ochenta.
En las últimas décadas ha ido creciendo el interés por
identificar los factores que inciden en la deserción y el bajo rendimiento,
en particular los de índole personal y no sólo los de orden socio-económico
o exclusivamente cognitivo. En efecto, podría pensarse que el predictor
esencial del rendimiento es la capacidad o las capacidades y competencias específicas
requeridas para los distintos tipos de carreras, sin embargo hay un cúmulo
de evidencias respecto del rol que juegan otras variables, tales como los enfoques
de aprendizaje de los alumnos, los tipos de motivaciones y también las
diferencias ligadas al género. Respecto de este último factor
en algunas investigaciones (Buchmann y DiPrete, 2006) se ha hallado que en unas
pocas décadas, la brecha de género en cuanto a la perseverancia
hasta la finalización de la universidad se ha revertido a favor de las
mujeres.
La competencia cognitiva puede ser considerada como el nivel de inteligencia
general o bien como un conjunto de habilidades específicas ligadas a
un factor general, pero también a campos propios de cada saber disciplinar,
que pueden ser mejores predictores del desempeño, de acuerdo con la población
que se estudie. Así, entre los aspectos que integran la inteligencia
se halla la competencia espacial que tiene relación con el desempeño
en un amplio espectro de actividades y su influencia se ha mostrado como decisiva
en tareas académicas de las carreras de Arquitectura, Diseños
e Ingeniería (Saorín Pérez, Navarro Trujillo, Martín
Dorta et al., 2009). Esta competencia es un tipo particular de inteligencia,
definida como la capacidad de representar, generar, recordar y transformar información
simbólica no lingüística, que puede agruparse en tres categorías:
No hemos hallado trabajos referidos
a la relación de la competencia espacial con el rendimiento académico
en Arquitectura, como sí los hay en Ingeniería (Prieto Adanés
y Díaz Velasco, 2002), de allí que consideramos nuestro campo
de estudio un aporte original al tema. En otros trabajos (Vázquez, Noriega
Biggio, 2010 y 2011) se ha evaluado esta capacidad, hallando que hay una relación
significativa entre la competencia espacial y el rendimiento académico.
Así mismo, se ha comprobado que los varones superan a las mujeres en
competencia espacial, pero no hay diferencias significativas por sexos en el
rendimiento. Este resultado motivó nuestro interés por identificar
variables que pudieran mediar en las relaciones observadas, en particular las
referidas a tipología motivacional y uso de estrategias cognitivas y
metacognitivas, tomando en consideración numerosos trabajos que indican
la relación de estas variables, que integran el constructo de estilos
de aprendizaje, con el rendimiento académico (Martín, García,
Torbay et al., 2008; Abar y Loken, 2010; Vrugt y Oort, 2008; entre
otros).
El campo de investigación más prolífero es el de las diferencias
en el dominio de habilidades espaciales en relación con el sexo. Si bien,
en una primera lectura, parece indiscutible la afirmación de la superioridad
de los varones en habilidades espaciales, en realidad este resultado es muy
discutido y varios trabajos de meta-análisis (Linn y Petersen, 1985)
sugieren que estas diferencias dependen del tipo de tareas y de las condiciones
de realización de las mismas, en la situación de test.
Sin duda, el nivel del alumno en cuanto a esta competencia, es un factor de
peso para su desempeño académico, sin embargo, en las últimas
décadas ha cobrado relevancia el análisis de otros factores, que
incluyen aspectos emocionales, motivacionales, de valoración de la tarea
académica y de posesión de diversas habilidades y hábitos
ligados a ésta, que son elementos integrantes del estilo de aprendizaje,
término que alude a una forma de estudiar y de considerar la actividad
de estudio, relativamente estable, pero no inmutable. El estilo no es visto
como un rasgo de personalidad, sino como el resultado de un inter-juego temporal
entre aspectos personales y contextuales (Vermunt, 1998; Vermunt y Verloop,
1999), que integra en un todo aspectos motivacionales, conductuales, concepciones
de lo que es aprender, uso de estrategias de procesamiento cognitivo y de regulación,
tanto de procesos como de resultados, cada uno de ellos asociado de un modo
característico con los restantes (Vázquez, 2009) y que juega un
rol decisivo en la predicción del rendimiento académico (Diseth
y Martinsen, 2003; McKenzie, Gow y Schweitzer, 2004; Valadas, Ribeiro Gonçalves
y Faísca, 2010).
Dentro de estos estilos hay un acuerdo en considerar que el estilo de aprendizaje
más exitoso, y por tanto el que se debe promover en los alumnos, es el
que se caracteriza por la motivación intrínseca, la autorregulación
y el uso de estrategias profundas.
En general, hay acuerdo en afirmar que los estudiantes autorregulados dirigen
su aprendizaje a través del uso de una serie de estrategias cognitivas,
metacognitivas, motivacionales y de apoyo que les permiten regular y controlar
de forma intencional todo el proceso –conocen sus habilidades, los conocimientos
que poseen, saben qué deben hacer para aprender, han aprendido a monitorear
sus conductas de estudio, advierten qué exigencias tienen las tareas
que se proponen en el ámbito académico. Por otra parte, son sujetos
que tienen motivación para aprender y son capaces de regular esa motivación;
tienen iniciativa, son capaces de mantener el esfuerzo, de controlar los factores
internos y externos que pueden debilitar el esfuerzo. El aprendizaje autorregulado
exige del alumno la toma de conciencia de las dificultades que pueden impedir
el aprendizaje, la utilización deliberada de procedimientos (estrategias)
encaminada a alcanzar sus metas, y el control detallado de las variables afectivas
y cognitivas. Por otra parte, hay investigaciones que informan sobre las diferencias
por sexo en el uso de estrategias, en particular las mujeres aventajan a los
varones en las estrategias de organización, manejo de tiempo y de ambiente,
regulación del esfuerzo (Ray, Garavalia y Gredler, 2003), planificación
y fijación de metas (Pajares, 2002). También se han hallado niveles
más altos de motivación intrínseca y valor dado a las tareas
académicas en las mujeres (Abar y Loken, 2010; Vrugt y Oort, 2008).
Cada vez se impone con más fuerza la convicción de que las diferencias
en cuanto al proceso de autorregulación interactúan con las capacidades
intelectuales, dando por resultado el mayor o menor aprovechamiento de éstas,
que se reflejaría en el rendimiento académico.
En investigaciones previas hemos hallado que hay diferencias de estilos de aprendizaje
entre varones y mujeres. Estas últimas aventajan a sus compañeros
en el valor que asignan a las tareas académicas, en la aplicación
de estrategias metacognitivas y de procesamiento profundo de la información
–elaboración y organización de los contenidos–, así
como en el manejo del tiempo y ambiente de estudio. Estas dimensiones son justamente
elementos definitorios del estilo de aprendizaje autorregulado. Estos resultados
sugirieron una replicación de los estudios, con una muestra ampliada,
con el objetivo de explorar la relación entre rendimiento académico,
competencia espacial, estilos de aprendizaje, sexo y cohorte y deserción.
Para esto se pusieron a prueba las siguientes hipótesis: 1) La relación
entre competencia espacial y rendimiento académico está mediada
por el estilo de aprendizaje, 2) Hay diferencias por sexos y por cohortes en
los estilos de aprendizaje, y 3) Hay relación entre la deserción,
los niveles de competencia espacial y los estilos de aprendizaje.
II. Método
Se trabajó con una muestra total de 1,501 alumnos (67% mujeres) con un
promedio de edad de 18 años 9 meses (S.D. = 2.15), pertenecientes a las
cohortes 2010 y 2011 del Ciclo Básico Común de la Facultad de
Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad
de Buenos Aires, que cursaron la materia de Dibujo.
Para evaluar la variable competencia espacial se aplicó una prueba de
competencia espacial diseñada ad hoc compuesta por 12 ítems.
Los cuatro ítems de rotación pertenecen al Purdue Spatial Visualizations
Test/ Visualizations of Rotations (PSVT/TR), test diseñado
para evaluar la habilidad de visualizar la rotación de objetos tridimensionales.
Sus autores (Bodner y Guay, 1997), señalan que la resolución de
estos ítems no implica estrategias analíticas y ubican la habilidad
de efectuar o de reconocer rotaciones dentro del factor orientación,
definido como la habilidad para identificar un objeto en distintas posiciones,
en cambio el factor visualización –al que pertenecen los ítems
de desarrollos y de reconocimiento de proyecciones– se define como la
habilidad de reestructurar o de manipular componentes de un estímulo
visual e implica el reconocimiento, retención y evocación de configuraciones
cuando el objeto o sus partes son movidas.
Para la asignación de puntaje en competencia espacial y en cada uno de
los factores, cada ítem se evalúa en forma dicotómica (1
o 0), se suma el puntaje obtenido en cada ítem y el resultado se convierte
a escala 10, a fin de que su lectura pueda ser interpretada más fácilmente.
El primer día de clases cada docente administró la prueba de competencia
espacial a todos los alumnos, con un tiempo máximo de 45 minutos y se
recogieron 1,501 protocolos.
Para la evaluación de las variables motivacionales y de uso de estrategias
–que son los componentes del estilo de aprendizaje– se usó
el cuestionario MSLQ (Motivated Strategies for Learning
Questionnaire, Pintrich y De Groot, 1990; Duncan y McKeachie, 2005), un instrumento
compuesto por 81 ítems distribuidos en 15 subescalas Lickert que evalúan
los componentes cognitivos, metacognitivos y afectivos que forman parte del
comportamiento académico autorregulado:
Para la asignación de puntaje
cada ítem del MSLQ se evalúa con una escala
Likert (0 a 3), se suma el puntaje obtenido en cada ítem y el resultado
se convierte a escala 10. Al finalizar el primer semestre se entregó
a cada alumno un cuestionario MSLQ, para su completamiento
fuera del horario de clases. Se recogieron 618 protocolos.
Para la evaluación de la variable Rendimiento académico
se recogieron las calificaciones de la materia de Dibujo, en dos instancias,
correspondientes al promedio de las evaluaciones de trabajos entregados durante
el primer semestre y a las calificaciones finales. Los valores de la variable
están entre 0 y 10. Se recogieron las notas parciales de 1,306 alumnos
y las notas finales de 1,125 alumnos.
Para el procesamiento de datos se usaron las pruebas estadísticas análisis
de varianza one way y factorial, análisis de varianza multivariado
(MANOVA), prueba de significatividad de la diferencia
de proporciones, prueba X2 de Pearson para muestras independientes y análisis
de conglomerados de K medias. Se usó el programa SPSS,
versión 13.0
III. Resultados
3.1 Relación entre competencia espacial, rendimiento académico
y estilo de aprendizaje
Para la prueba de la primera hipótesis se hizo, en primer lugar, un análisis
de conglomerados de K medias del que surgió la existencia de tres estilos
de aprendizaje (ver tabla I), que se identificaron como estilo aplicado, profundo
y superficial.
Tabla I. Medias de
componentes de Estilos de aprendizaje por conglomerado
Superficial: Este
grupo se caracteriza por el bajo empleo de estrategias cognitivas, muy poca
capacidad de autorregulación, de manejo de tiempo y ambiente y de motivación
intrínseca.
Aplicado: Es un grupo con un uso moderado de estrategias cognitivas
y metacognitivas, con el nivel de ansiedad más alto.
Profundo: Este grupo sobresale por sus metas intrínsecas
y el valor que le da a la tarea escolar, informan del uso de estrategias básicas
y profundas, manejan su tiempo, ambiente y esfuerzo y buscan ayuda.
Para verificar el rol de los estilos de aprendizaje se hizo un ANOVA
factorial (ver tabla II), tomando como variable dependiente el rendimiento académico
final y como factores el estilo de aprendizaje y los niveles de competencia
espacial (alto, medio y bajo). Se verifican relaciones significativas entre
el rendimiento y los estilos [F(2) = 9.21, p < .001] y entre el rendimiento
y la competencia espacial [F(2) = 15.84, p < .001]. Se verifica también
una interacción moderada entre la competencia espacial y los estilos
de aprendizaje [F(4) = 2.78, p < .03]. El tamaño del efecto es del
14%.
Tabla II. Pruebas
de los efectos inter-sujetos
Variable dependiente: Rendimiento académico final
Para el grupo de estilo superficial no hay diferencia en el rendimiento en función de los distintos niveles de competencia espacial; en cambio en los otros dos estilos, la relación entre rendimiento académico y competencia está mediada por el estilo de aprendizaje (ver figura 1).
Figura 1. Rendimiento académico, competencia espacial y estilos de aprendizaje
Por otra parte, los alumnos que integran los grupos de estilo profundo y superficial no difieren en forma significativa en el nivel de competencia espacial, pero el rendimiento es significativamente más bajo para el grupo superficial [F(2, 521) = 9.21, p < .001] (ver figura 2).
Figura 2. Medias de competencia espacial y Rendimiento académico por
estilos
3.2 Diferencias por sexos y por cohortes en los estilos de aprendizaje
En primer lugar se hace un análisis que muestra diferencias significativas en la composición por sexos de los tres conglomerados de estilo de aprendizaje. En efecto, el grupo con estilo aplicado está integrado por un porcentaje mayor de mujeres, en tanto que en el grupo con estilo superficial, son mayoría los varones [X2(2) = 7.94, p < .02] (ver figura 3).
Figura 3. Diferencias por sexos en los estilos de aprendizaje.
Un análisis multivariado (MANOVA) permite observar diferencias por cohortes en el perfil motivacional y de autorregulación de ambos sexos (ver figura 4 y tabla III). El criterio de la Traza de Pillai muestra que los diferentes componentes referidos a motivación y estrategias son afectados en forma significativa por los factores sexo y cohorte [F(15, 600) = 1681.33, p < .001], con una varianza explicada del 35.5%, compuesta por el 16% aportado por el factor cohorte, el 14.5%, por el factor sexo y el 5% debido a la interacción de ambos factores.
Tabla III: Contrastes
multivariados(b)
Las mujeres aventajan a los varones en los componentes del estilo de aprendizaje autorregulado referidos a motivación y uso de estrategias de procesamiento de la información, aunque exhiben niveles de ansiedad más altos y tienen menos creencia de autoeficacia.
Figura 4. Diferencias por sexo y por cohorte en Estilos de aprendizaje
Las mujeres aventajan a los varones
en el valor que dan a la tarea académica [F(1, 616) = 6.23 , p < .02],
en el empleo de estrategias de elaboración [F(1,616) = 6.14, p < .02],
organización [F(1,616) = 27.3, p < .001], autorregulación metacognitiva
[F(1,616) = 10.45, p < .002] y manejo de tiempo y ambiente de estudio [F(1,616)
= 18.05, p < .001], tienen niveles más altos de ansiedad [F(1,616)
= 22.70, p < .001] y baja creencia de autoeficacia [F(1,616) = 13.6, p <
.001]. Hay diferencias en estos perfiles entre el grupo de alumnos del año
2010 y el grupo del 2011, ya que en este último año todo el grupo
tiene medias más altas en la estrategia de pedir ayuda [F(1,616) = 13.29,
p < .001] y de trabajo en grupo [F(1,616) = 7.86, p < .006], y en el nivel
de ansiedad [F(1,616) = 11.76, p < .002] pero bajan las medias en valor de
la tarea [F(1,616) = 15.99, p < .001], estrategias de organización
[F(1,616) = 13.90, p < .001] y de elaboración [F(1,616) = 19.45, p
< .001], nivel de autorregulación [F(1,616) = 6.95, p < .01] y
manejo de tiempo y ambiente [F(1,616) = 5.26, p < .03]. Además, las
mujeres tienen un uso de estrategias significativamente más bajo que
las del año anterior [F(1,437) = 32.83, p < .001] y niveles más
altos de ansiedad [F(1,437) = 12.07, p < .002], mientras que los varones
de la cohorte 2011 tienen una media más alta de autoeficacia [F(1,437)
= 6.94, p < .01] tanto respecto de las mujeres, como de los varones del año
anterior.
Por otra parte, respecto de la Competencia espacial se verifica una diferencia
de medias significativa [F(1,1499) = 29.75, p < .001] entre las cohortes
2010 (M = 5.85, SD = 3.1) y 2011 (M = 6.61, SD = 3.00) y se verifica la diferencia
a favor de los varones [F(1,499) = 50.24, p < .001] (ver figura 5).
Figura 5. Diferencias en Competencia espacial por sexo y por cohortes
3.3 La deserción
La tasa de deserción para la cohorte 2010 es del 29%, en tanto que en
el 2011 desciende al 20%. Un ANOVA one way muestra que,
tomando como factor la Asistencia y como Variables dependientes la Competencia
espacial y el Rendimiento académico del primer semestre, para ambas cohortes
el factor predictor con más peso es este último [F(1, 1,304) =
126.38, p < .001] (ver tabla IV).
Tabla IV. ANOVA
Se observa también una relación significativa entre la deserción y la competencia espacial [F(1 y 1365) = 37.498, p < .001], en cuanto los alumnos que abandonan tienen una media de competencia espacial más baja [M = 5.40, SD = 3.24] que los que finalizan el curso [M = 6.60, SD = 2.95] (ver tabla V).
Tabla V. Descriptivos
de competencia espacial y rendimiento académico
por condición de asistencia
En la tasa de deserción pesa también, de modo más acotado, el estilo de aprendizaje, ya que el 41% de los alumnos que abandonan pertenecen al grupo de estilo superficial (ver figura 6), con una diferencia significativa (z = 3.33, p < .01) respecto del 23% que pertenecen al grupo de estilo profundo. También es significativa la diferencia entre el grupo de estilo aplicado (36%), respecto del grupo de estilo profundo (z = 2.44, p < .05).
Figura 6. Tasa de deserción por estilos de aprendizaje
Si se hace un análisis por sexo y por cohorte se encuentra que en la cohorte 2011 la tasa de deserción de las mujeres se equipara con la de los varones (ver figura 7), lo que puede interpretarse en relación con las diferencias halladas en el patrón motivacional de las mujeres, por cohortes.
Figura 7: Tasa de retención por sexo y por cohorte
IV. Conclusiones
El análisis de los datos recogidos permite probar las hipótesis
que se pusieron a prueba. En efecto, se verifica que la competencia espacial
es un factor que incide en el rendimiento académico y que en esa relación
cumple un rol mediador el estilo de aprendizaje, en cuanto el estilo de aprendizaje
profundo favorece el aprovechamiento de la capacidad y el estilo aplicado permite
compensar el déficit de ésta, mientras que el estilo superficial
neutraliza las diferencias en rendimiento que podrían aportarle los diferentes
niveles de su competencia espacial; lo que, desde el punto de vista teórico,
confirma que la capacidad intelectual no es, por sí sola, un factor definitorio
para el rendimiento académico y, desde el punto de vista pedagógico,
sugiere la necesidad de promover en los alumnos la toma de conciencia de sus
debilidades y fortalezas en el perfil motivacional y de uso de estrategias.
Las diferencias por sexo en los estilos de aprendizaje, halladas en nuestra
investigación –si se considera el total de la muestra–, confirman
otros trabajos en los que se ha hallado que las mujeres aventajan en el dominio
de estrategias cognitivas (Ray, Garavaglia y Gredler, 2003), metacognitivas
y de manejo de tiempo y ambiente de estudio (Bidjerano, 2005), valor dado a
las tareas académicas y nivel de motivación intrínseca
(Abar y Loken, 2010; Vrugt y Oort, 2008). Las mujeres compensan así el
nivel más bajo en competencia espacial y alcanzan un rendimiento académico
que no se diferencia en forma significativa del de los varones.
Sin embargo, un análisis desagregado por cohortes, muestra que las mujeres
ingresan a la Universidad con hábitos de autorregulación cada
vez más pobres, ya que en la cohorte 2011 de nuestra muestra exhiben
un nivel menor de uso de estrategias cognitivas y metacognitivas, así
como de valorización de la tarea académica. Esto daría
cuenta de las diferencias halladas en la tasa de deserción por sexos,
pues se observa que en 2010 los varones tienen un porcentaje de deserción
significativamente mayor al de las mujeres, a pesar de tener una media más
alta de competencia espacial; mientras que en 2011 ya no hay diferencias por
sexo en la deserción, porque las mujeres ya no tienen el perfil que les
permitía compensar el nivel de competencia más bajo que el de
los varones.
A pesar de esto, en la última
cohorte se verifica una tasa de deserción significativamente menor que
la de años anteriores, en concordancia con lo informado por el director
del CBC de la Universidad de Buenos Aires (UBA)
(Ferronato, 2011). Esto podría interpretarse como efecto del nivel de
competencia espacial y del uso de las estrategias de pedir ayuda y de trabajar
en grupo, común a ambos sexos de la cohorte y también por “la
orientación vocacional en el último año del secundario
que lleva la universidad” (Ferronato, 2011) que daría como consecuencia
un mejor rendimiento en el primer semestre y por consiguiente una menor deserción.
En síntesis, se concluye que la competencia espacial potenciada por el
perfil motivacional son factores predictores del rendimiento final; por lo que
se propone la promoción de estrategias, tales como:
Por otra parte, y en relación
con el perfil propio de la cátedra de Dibujo, se planifica realizar una
síntesis de las actividades del día, al comienzo de cada clase,
indicando los ejes teóricos sobre los que se trabajará y, al final
de cada clase, realizar una muestra de los trabajos de ese día, tratando
de establecer relaciones entre los contenidos enunciados en el inicio y lo que
se realizó en clase, de manera de fijar los contenidos teóricos
al relacionarlos con los hechos reales y sus saberes previos.
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1Esta
investigación se encuadra en el proyecto UBACyT
2010-2012: Competencia espacial para el proyecto del hábitat. Experiencia
didáctica en el aprendizaje del dibujo, que dirige la Arq. Stella Maris
García.
Para citar este artículo,
le recomendamos el siguiente formato:
Vázquez, S., Noriega, M. y García, S. (2013). Relaciones entre
rendimiento académico, competencia espacial, estilos de aprendizaje y
deserción. Revista Electrónica de Investigación Educativa,
15(1), 29-44. Recuperado de http://redie.uabc.mx/vol15no1/contenido-vazqueznoriega.html