Revista Electrónica de Investigación Educativa

Vol. 21, 2019/03

Brechas y asimetrías que emergen en la era digital,
¿nuevas formas de exclusión?

Eliana Esther Gallardo-Echenique (*) eliana.gallardo@upc.pe

(*) Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas

Cómo citar: Gallardo-Echenique, E. E. (2019). Brechas y asimetrías que emergen en la era digital, ¿nuevas formas de exclusión? Revista Electrónica de Investigación Educativa, 21, 03, 1-3. Recuperado de http://redie.uabc.mx/redie/article/view/2909

Obra reseñada:

Cobo, C. (2019). Acepto las condiciones: usos y abusos de las tecnologías digitales.
Madrid: Fundación Santillana.

El libro que nos ocupa forma parte de la colección Fundación Ceibal en Uruguay; está estructurado en cinco capítulos, a lo largo de los cuales Cristóbal Cobo cuestiona el uso y abuso de las tecnologías digitales, la supuesta neutralidad de la tecnología y el costo de ceder protagonismo a los nuevos espacios digitales y ciertas formas de poder para recibir algunos de los beneficios que ofrece la era actual.

El primer capítulo cuestiona la nueva distinción que ha surgido en la era digital entre quienes tienen acceso a dispositivos y contenidos digitales y quienes no lo tienen. Para el autor, el valor de las tecnologías digitales radica principalmente en lo que el individuo puede hacer cuando está conectado, de qué manera puede obtener provecho para desarrollar nuevas competencias de manera que uno pueda discriminar y regular su uso dependiendo del contexto y las necesidades. Según Cobo, uno de los riesgos que hay detrás de tener acceso a la tecnología y conexión a Internet es la generación de nuevas brechas entre los denominados “escribanos” (creadores de código, reguladores, productores e intermediarios de contenidos y servicios digitales) y los “vasallos digitales” también conocidos como “smartphone zombies”, quienes en vez de utilizar la tecnología son utilizados por ella, y creen estar en una posición de liderazgo por tener un canal en YouTube, contar con miles de seguidores y estar tan al día de las novedades del mundo digital que pierden la noción de lo real.

En el segundo capítulo, el autor hace referencia a la ironía que se da en Internet; si es una herramienta que se utiliza para diversificar las formas de colaboración, participación y socialización, o si es una herramienta de control, en manos de unos pocos. Cobo menciona cuatro formas de ejercer poder y control en la era actual: 1) vigilancia y monitoreo, cuando una cantidad sustantiva de datos que se generan en los espacios tanto analógicos como digitales vinculados a la vida de los usuarios en línea son guardados, procesados, transferidos o comercializados en beneficio de terceros; 2) influencia, cuando la vasta cantidad de datos que existe sobre las personas en entornos digitales permite construir una fotografía mucho más nítida de sus perfiles son utilizados para crear estrategias masivas que buscan influenciar el comportamiento de los usuarios; 3) pérdida del autocontrol, cuando el uso de las tecnologías y otras prácticas en línea pueden provocar consecuencias negativas en las personas, quienes van perdiendo o debilitando sus mecanismos de autocontrol; y 4) sobrecarga cognitiva, cuando los canales de comunicación inundan a los usuarios con exceso de información que muchas veces es falsa con el propósito de distraer o “consumir” su atención; en este sentido, acaparar la atención es también una forma de poder. Cobo concluye el capítulo preguntando si sufrimos el síndrome de Estocolmo digital, concepto que el autor toma prestado de la psicología para definirlo como un vínculo paradójico que puede ser de atracción, afecto o dependencia entre las víctimas (usuarios) y los opresores (plataformas o servicios digitales). Para el autor, el síndrome de Estocolmo digital es una consecuencia derivada de la tecnología que no puede ser resuelta utilizando más tecnología.

En el tercer capítulo el autor explora qué aproximaciones de índole social, institucional y política se pueden considerar para atender las asimetrías de poder (vigilancia y monitoreo, influencia, pérdida de autocontrol o sobrecarga cognitiva) que se plasman en el uso de las tecnologías digitales con una mirada en el mediano y largo plazo. Es necesario comprender: a) que la tecnología no es neutra (ni buena, ni mala), y es clave adoptar una perspectiva más holística y transdisciplinar; b) las implicaciones sociales de la tecnología para entender las asimetrías y concentraciones de poder que hoy existen; y c) los problemas actuales no pueden solucionarse sólo con regulaciones si no que la ciudadanía debe exigir mayor transparencia; que los Estados y sus leyes aseguren su protección en la era digital.

A través de la voz de diferentes expertos internacionales (Martin Hilbert, Ian Brown, John Moravec, Jordi Adell, Neil Selwyn, entre otros) quienes se dedican a investigar o a trabajar sobre las asimetrías de poder, el capítulo cuatro se centra en responder tres preguntas: ¿Cuáles son las nuevas brechas y asimetrías que emergen o se consolidan en la era digital?, ¿Cuáles son las “nuevas” formas de poder y control en la era digital y de qué manera generan nuevas periferias (formas de exclusión) en la sociedad?, y ¿Cuáles son las acciones y estrategias necesarias para reducir las actuales asimetrías de información que se producen en la era de los datos masivos? Las acciones y sugerencias recogidas de los expertos se organizan en dos grandes ámbitos: a) en el ámbito de la regulación, es importante generar las acciones necesarias e implementar normativas más pertinentes para que los Estados comprendan la magnitud y la complejidad de los desafíos actuales (p. 146); y, b) en el ámbito de las personas, es relevante incorporar estas temáticas en la agenda ciudadana, generando espacios de diálogo e intercambio (p.147).

En el quinto capítulo Cobo propone un conjunto de ideas que resumen los principales argumentos recogidos a lo largo del libro a modo de (in)conclusiones: 1) el fin de la luna de miel digital, dejando atrás “la ingenuidad digital y reflexionar sobre el papel protagónico que han adquirido estas herramientas tecnológicas” (p. 152); 2) abrir las cajas negras, “oscuros algoritmos conocidos por sólo unos pocos” (p. 154), definiendo maneras de recoger, utilizar e intervenir los datos de los usuarios de manera transparente dado que ellos depositan su vida privada en una “caja de cristal” dejando su “huella digital a la vista de todos” (p. 154); 3) feudalismo digital, reducir la asimetría que existe entre los escribanos digitales y los vasallos de datos para que los últimos tengan un papel más proactivo en la era digital; y 4) eligiendo elegir, creando los “mecanismos para que los usuarios tengan el poder de protegerse contra la intrusión digital no deseada” (p. 162).

La obra concluye con un glosario de los conceptos tratados que puede ser de utilidad tanto para lectores noveles como especialistas.

En conjunto, el libro invita a pensar y reflexionar desde una perspectiva crítica sobre las consecuencias y desafíos de la masificación de las tecnologías digitales y su impacto en las nuevas formas de poder y control de la sociedad actual. Meticulosamente justificado y fundamentado, Brechas y simetrías… intenta responder algunas de las interrogantes que los profesionales y especialistas de las tecnologías digitales nos planteamos con frecuencia; no cabe duda que esta obra se hace necesaria en el contexto educativo iberoamericano y su lectura es recomendada, pues es relevante, pertinente y vital en un contexto complejo y en constante cambio.