Revista Electrónica de Investigación Educativa


Vol. 13, Núm. 2, 2011

La configuración de transiciones juveniles.
Debates actuales sobre la educación y el trabajo

Analia Elizabeth Otero
aotero@flacso.org.ar

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales


Ayacucho 551-(C1026AAC)
Buenos Aires, Argentina

(Recibido: 6 de diciembre de 2010; aceptado para su publicación: 2 de agosto de 2011)

 

Resumen

Los estudios sobre el paso de la institución escolar al trabajo y a la vida adulta han cobrado impulso en el marco de la crisis del empleo. Desde la década de los ochenta, las variaciones en las situaciones que afectan a las trayectorias vitales de los jóvenes contemporáneos son un tema de discusión. Este artículo abreva a tales cuestiones, a partir del análisis de las trayectorias educativas y ocupacionales de un grupo de jóvenes urbanos argentinos; el trabajo se enfocó en un momento particular de las mismas: aquél que comprende la transición desde el egreso de la escuela media1 a la educación superior y/o al trabajo. De este modo intentamos aproximarnos a un debate de fondo sobre qué factores electivos y/o condicionantes se reconocen en la configuración de estas transiciones y qué nudos de tensión pueden allí entreverse. La investigación parte de la reconstrucción de las experiencias de un conjunto de jóvenes (cohorte- 2003) de distintas escuelas medias, públicas y privadas, de las localidades de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y La Plata en Argentina, abordando la descripción y la percepción que guardan los jóvenes sobre las diversas tramas que componen los recorridos trazados.

Palabras Claves: Jóvenes, trayectorias laborales, educación y empleo.

 

I. Introducción

Las investigaciones que abrevan al campo de la juventud desde hace casi tres décadas comenzaron a plantear que el conjunto de transformaciones histórico-sociales y fundamentalmente la crisis de la sociedad salarial han augurado cambios sustantivos en las trayectorias de los jóvenes contemporáneos. Gran parte de los juvenólogos subrayan una serie de factores recurrentes, entre otros: a) el predominio de una valoración cada vez más positiva respecto a un período educativo más prolongado y el aplazamiento del ingreso a la vida activa; b) una complejización en el paso de la educación al trabajo con acentuadas heterogeneidades; c) una extendida dependencia (económica y habitacional) de los jóvenes respecto a las familias de origen junto con mayores ambigüedades a la hora de lograr una autonomía plena (Bendit, 2006).

De forma análoga a la prolongación de la fase juvenil, se destacan los desfases generados entre la extensión de los años de escolarización y las condiciones inciertas y poco prometedoras que ofrecen las posibilidades de inserción laboral para los jóvenes de hoy. Estos trastrocamientos, que alcanzan extendido consenso, marcan buena parte del rumbo de las controversias teórico-epistemológicas sobre las trayectorias y transiciones juveniles (Serrano y Velarde Hermida, 2001).

Este artículo retoma tales discusiones, centrándose en la transición entre la educación y el trabajo; entendiéndola como un proceso dinámico y en construcción con incidencias en el presente y en el futuro de las biografías. En particular, se exploró en las percepciones que los jóvenes guardan sobre sus propios procesos en base a las reconstrucciones que de ellos elaboran. El interrogante central giró en torno al reconocimiento de apuestas e intenciones, así como factores contextuales que influyen en la configuración de los mismos.

En particular se abordó cómo estos jóvenes reconstruyen las experiencias emprendidas desde la salida del nivel secundario y cuáles son las percepciones y opiniones respecto a las actividades educativo-laborales que van configurando tales transiciones. Estos dos ejes analíticos se correspondieron con la intención de sondear en la dinámica de articulaciones entre la educación y el trabajo. Desde esta perspectiva se buscó un acercamiento a las preguntas: en qué medida los jóvenes son actores constructores de su propio desarrollo biográfico, y en qué medida están siendo condicionados por la estructura en la cual les toca vivir.

Trabajamos a partir de los hallazgos de una investigación reciente,2 en base a un seguimiento de egresados.3 La opción metodológica se inscribió en el campo de la vertiente cualitativa, bajo un diseño de tipo exploratorio. Se utilizó una muestra intencional, no representativa. El trabajo de campo se realizó en el segundo semestre del 2008, se aplicaron entrevistas semi-estructuradas a un grupo de 10 jóvenes, cohorte de egreso 2003, varones y mujeres de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y La Plata, guardando proporcionalidad en cuanto al sector social de las escuelas provenientes clasificadas en sector: Alto, medio y bajo.4

La exposición se organiza en tres partes centrales una presenta los nudos teóricos que a nuestro entender vertebran las controversias sobre los tópicos de interés, especialmente entre trayectorias y transiciones, y da cuenta de antecedentes locales en base a estudios recientes. Una segunda parte se concentra en la caracterización general de las trayectorias y la situación actual de los jóvenes que compusieron la muestra. Luego se profundiza en el análisis reflexivo del material5 a partir de dos sesiones que abordan las sinergias y tensiones entre la educación y el trabajo en la dinámica de las transiciones. Finalmente, una última parte apunta una serie de cuestiones relevantes derivadas del desarrollo del estudio.

 

II. Aproximaciones a un debate: de trayectorias y transiciones juveniles

La discusión que anuda y entrelaza los estudios de trayectorias con los de las transiciones tiene que ver con el profundo cuestionamiento a cierta lógica de linealidad, de la escuela al trabajo patrón predominante bajo el cual se han consumado y conceptualizado desde el período de la posguerra. Lógica que marchaba acorde con la demarcación de un tiempo vital propio de la era industrial y pleno empleo organizado sobre tres estadios centrales: juventud, adultez y vejez; en correspondencia con una división en edades determinadas por el paso a través de instituciones de socialización a lo largo de la vida (Oddone, 2006). La edad adulta, concebida como un estadio caracterizado por la conformación de una familia propia y la obtención de un empleo asalariado, constituyó un punto de referencia central mediador del proceso de independencia de los sujetos respecto de su hogar de origen. Mientras que el enfoque extendido y predominante sobre la juventud tendió a considerarla como un período de “moratoria” temporal asociada a la adquisición de los roles adultos, que auspiciaba el ingreso al empleo como etapa plena de actividad laboral y reproducción social (Ericsson, 1974).

Desde la perspectiva sociológica, se prestó particular atención a la incorporación a la vida adulta, así como a los mecanismos y articulaciones mediadores en este pasaje. En esta dirección sobre el conjunto de transiciones6 que pueden sucederse a lo largo de una trayectoria el paso del estatus de estudiante a trabajador ha sido abordado como un paso, individual y social, que afecta significativamente las biografías. Décadas atrás, la finalización de la experiencia educativa suponía un paso en conexión con el ingreso al mercado laboral, que remitía a la figura del adulto trabajador/proveedor, antesala de la emancipación de los jóvenes respecto de la familia de origen.

Hoy este modelo aparece interpelado, al menos, doblemente: por un lado, más que un paso temporal acotado se trataría de un proceso que aventura situaciones variables; por otro lado, habría (si es que aún existe) un arribo a la condición de adulto, que presenta virajes significativos dado que no necesariamente se produce en forma concatenada en las distintas dimensiones vitales. Lo que parece estar sucediendo es que en las trayectorias pueden coexistir grados de independencia disímiles y sin conexión entre los ámbitos educativo, laboral y familiar, dando lugar a múltiples alternativas que no se corresponden con el patrón lineal predominante de antaño. Hay consenso en que las mutaciones laborales imprimen un sello central, pues el sector poblacional juvenil es ampliamente afectado por el desempleo y la precariedad laboral,7 dando cuenta de transformaciones en las trayectorias laborales y experiencia vitales de los jóvenes. Las idas y vueltas con el mundo del trabajo conviven con las alternancias en lo educativo/familiar/cultural y las posibles variaciones en las transiciones, marchan en dirección a un señalamiento de los modos fragmentados de este proceso social.8

Se entiende que las maneras de transición están presentando un conjunto de composiciones diversas y los procesos de autonomía parecen menos atados a los patrones culturales tradicionales y al mismo tiempo los trazados se enfrentan a la necesidad de una interpretación reflexiva, así como a una negociación constante en un mundo social cada vez más impredecible (Bendit, 2006). Ante ello, gran parte de los expertos sostiene que el carácter de las transiciones actuales es que ya no son lineales (educación para el empleo), sino sincrónicos (la educación y el empleo) o reversibles, es decir, los movimientos de yo-yo (de la educación al empleo, y de vuelta a la educación) (Du Bois y López Blasco, 2004).

Sobre estas concepciones se vertebran nuevos debates, ciertos juvenólogos sustentan que las transformaciones en su conjunto constituyen las bases y están asociadas al surgimiento de las biografías de elección (Du Bois, 1998). Ello apunta a que las decisiones vitales de los jóvenes y la manera de construir sus vidas cada vez más son tomadas de forma individual, generando que las orientaciones y obligaciones biográficas adquieran una importancia mayor, aun cuando se hagan ante un contexto escasamente predecible respecto a la posibilidad de concretar sus elecciones.9

Claro que si bien hay consenso en que las transiciones tienden a dar cuenta de recorridos menos lineales que antaño, hay controversias y posturas críticas ante la propuesta anterior, pues otra línea de autores señala que estos trastrocamientos se vinculan con nuevos modelos de vulnerabilidad (Furlong y Cartmel, 1997; Why, 2000). Desde esta última perspectiva, enfatizar en la multiplicidad de combinaciones puede estar opacando desventajas y márgenes más estrechos de elección. En tanto que la complejidad, significar circunstancias adversas y mayor fragilidad más para unos que para otros, dado que tampoco los riesgos se distribuyen de igual forma.10 Asimismo, en el extremo, otras posturas sostienen que las transiciones “siguen atravesadas por una marca social que supone irreversibilidades en términos de efectos sociales” (Casal, Merino y García, 2008:2).

A nivel local, desde distintos enfoques y perspectivas, son profusos los estudios que han abordado las trayectorias y transiciones juveniles. Específicamente entre estudiantes y egresados del nivel medio, se subrayan las oportunidades y accesos diferenciales con las que cuentan los jóvenes de distintos sectores sociales a la hora de enfrentarse al mercado de trabajo y la educación superior, brechas que se profundizaron intensamente a la luz de la crisis económica, política y social que atravesaba Argentina a principios de este siglo y los saldos productos de aquel período (Orellano, y Rosendo, 2004; Miranda y Otero, 2005; Jacinto, 2004).

Interesa destacar un estudio efectuado a partir del seguimiento de egresados de escuelas del conurbano bonaerense, centrado en los procesos de formación y transformación de estrategias, en la construcción de trayectorias educativas, laborales e identitarias, el análisis identificó dos grupos de jóvenes: aquellos que reconstruyen su trayectoria otorgando a la transición una valoración positiva, destacando experiencias que se articulan como parte de una elaboración personal y un segundo grupo de jóvenes que no se reconocen a sí mismos como sujetos activos en el proceso, donde las acciones emprendidas parecen más azarosas que intencionales (Aisenson et al., 2004).

Inmersos en las cuestiones esbozadas, trabajaremos sobre las apuestas, intencionalidades y reorientaciones dadas en el marco de los procesos de tránsito una vez finalizado el nivel medio. La intención ha sido rastrear sobre los relatos de los jóvenes entrevistados, elementos que reconocen como parte de decisiones autónomas así como también factores que llevaron a orientaciones o reorientaciones en los procesos en curso.

 

III. Panorámica de las transiciones

Nuestro análisis atiende a las trayectorias de jóvenes argentinos nacidos a mediados de la década de los ochenta que cuentan hoy entre 23 y 27 años de edad. El comienzo de su juventud transcurrió durante la década de los noventa, es decir que han sido socializados en una época de transformaciones a nivel mundial y local. Dicho período estuvo signado por reorientaciones socioeconómicos de magnitud en el país, evidenciados mediante la implementación de políticas de corte neoliberal y con una fuerte retracción del Estado, que luego resultarían en una profunda crisis institucional y socioeconómica hacia fines de la década de los noventa con un pico máximo de conflicto a fines del año 2001. Los jóvenes han sido un sector poblacional ampliamente afectado, sobre todo por la reestructuración de la estructura laboral, que se caracterizó por la profundización de rasgos como la expansión del desempleo y la precariedad laboral. A partir del 2003, año en el cual estos jóvenes egresan de la secundaria, la economía comenzó a estabilizarse generando una recuperación en el empleo, mientras que se avizoró un período de estabilidad que ha logrado relativa consolidación hasta nuestros días. No obstante, las investigaciones advierten que las tendencias anteriores siguen siendo parte de la forma más frecuente de inserción laboral de la juventud que impactan de forma diferencial entre los jóvenes que provienen de distintos sectores económicos, las brechas entre las posibilidad de caer en el desempleo o la precariedad hasta edades avanzadas, y las mayores inestabilidades recaen entre los sectores de menores recursos (Salvia et al., 2008).

Los jóvenes que formaron parte de la muestra comparten la particular situación de haber finalizado sus estudios secundarios en medio de este contexto, este punto de inflexión establece una instancia de homogeneidades, ya que todos lograron obtener las credenciales del nivel medio de enseñanza formal.

Ahora bien, adentrándonos en las historias del grupo, las iniciativas que guiaban los comienzos del proceso de transición luego de la promoción escolar se disocian en el marco de dos rutas centrales: una giraba sobre la continuidad de los estudios excluyendo el trabajo, y otra sobre la continuidad de los estudios complementando el ingreso o la continuidad en un espacio laboral.11

En términos generales, los trayectos escolares iniciados después del egreso marcharon en consonancia con las intenciones esbozadas, los recorridos12 educativos indican que todos ellos se inscribieron en un nuevo tramo educativo superior terciario o universitario. Sobre esta primera orientación, la dinámica de los procesos fluctuó entre continuidades y fracturas, mediando distintas circunstancias en las búsquedas, oportunidades y realizaciones del conjunto. En esta trama los soportes económicos, recursos familiares, y ofertas laborales son reconstruidos como factores de peso, ya sea para el sostenimiento de las apuestas como en los cambios de rumbo respecto a los recorridos iniciados.

Con base en su situación actual y las principales actividades de su cotidianidad, casi en forma homogénea se distribuyen entre estudiantes, trabajadores y aquellos que combinan estudio y trabajo,13 aunque las maneras de vinculación tanto en relación a los espacios educativos como laborales, señalan rasgos que particularizan cada una de las historias. Tanto la singularidad de las experiencias como la pluralidad de las formas en que son reconstruidas por los jóvenes dan muestra de ello.

Los modos de transición entre la escuela y la educación superior y/o el trabajo; los propósitos iniciales que orientaban las apuestas y los pasos que han emprendido dejan entrever elementos comunes y una profunda diversidad de experiencias. A lo largo de los próximos apartados profundizaremos en este análisis tomando en cuenta las reconstrucciones sobre el comienzo de la transición, los caminos emprendidos y factores intervinientes en este proceso.

 

IV. De la escuela a la carrera

Uno de los argumentos sociales de peso que circulan en las sociedades occidentales modernas es aquél que convoca a los jóvenes de hoy a formarse para el futuro a través de un mayor nivel de escolarización. Este discurso es ampliamente extendido produciendo interpelaciones y exigencias, en paralelo las aspiraciones de lograr mayores niveles de escolarización cobran peso entre los y las jóvenes, extendiéndose como ruta consensuada (Dávila et al., 2005; Hopenhayn y Ottone, 2001). Este fenómeno se relaciona con las historias de nuestros entrevistados. De modo que un rasgo trasversal que aunaba los propósitos iniciales en las transiciones bajo análisis concuerda con la proyección de una extendida trayectoria educativa que abarca al menos un ciclo más de instrucción formal. Los discursos describen situaciones donde claramente al egreso del nivel secundario las alternativas apreciadas acentuaban la prioridad del camino de la educación superior. Las expresiones que vertebraban el conjunto de las opiniones marcharon en forma similar a lo señalado, en cuanto la valoración de la escolarización en las transiciones juveniles, que afecta en distintos grados a todos los grupos sociales (Martín Criado, 1998).

Sobre este primer rasgo, la elección de las carreras a seguir con frecuencia implicó dudas y vacilaciones. La orientación que fue guiando las definiciones estuvo vinculada con el rubro por el cual se sentían atraídos y que correspondía con sus gustos personales. Asimismo, la opción finalmente escogida involucró una amplia cuota de azar e improvisación. Los relatos coinciden en afirmar que sus decisiones fueron resultado de un proceso de elección indiscutidamente propio. Aun en los casos que constituyó cierta contrariedad con las expectativas de los padres, los episodios se dirimieron en función de las resoluciones de los jóvenes. Este elemento se presenta como un indicador significativo de su condición electiva, subrayando el ejercicio de toma de decisiones como una elaboración netamente autónoma.

Rasgo que sintetiza el relato de Romi:

(...) No era una cosa que yo decía la pasión por la Arquitectura, me gustaba el diseño todas esas cosas, pero me decidí a último momento (…) a mi papá casi le agarra un infarto porque él pensó que iba a estudiar Medicina, Neonatología, pero en realidad estuvo bien, es una decisión mía. (Mujer, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Nº 1, Sector Alto, 2008).

Sobre escenas puntuales, los jóvenes ponen de manifiesto que sus decisiones pesan en la construcción de sus propias biografías. La acentuación de las elecciones individuales en las actividades que emprenden y que emprendieron resulta un rasgo recurrente que atraviesa el conjunto de los relatos. En línea con lo observado, la dinámica sugiere el carácter autónomo que precede la postura y orientación respecto a su propio desarrollo personal, manifiesta contundencia en los planes educativos y los propósitos respecto a las expectativas laborales.

Ahora bien, un factor de peso que acompaña a la decisiones tras la experiencia secundaria, son los apoyos familiares, tanto económicos como habitacionales, sociales, etc. Entre aquellos que continuaron y/o continúan estudiando en forma exclusiva, lo que une las posiciones es la idea de dedicar el tiempo presente a finalizar el trayecto de educación superior. Obtener el título se transforma en la tarea inmediata, incluso no está ausente la idea de seguir nuevos trayectos de posgrado, aun cuando haya dudas respecto a la satisfacción de la carrera iniciada. Situaciones que no son ajenas al reconocimiento y la puesta en juego de los recursos familiares para hacer viable el ingreso y la continuación de los estudios.

Las opiniones de los jóvenes sobre lo que sus familias esperan de ellos se orientan en base a la lectura de la significativa valorización que detenta la educación como un bien social, presente en el intercambio con sus progenitores. La influencia de las familias sobre las elecciones que van tomando, tanto en el plano educativo como en la esfera laboral y la relación entre ambos, no se manifiesta del mismo modo ni con el mismo peso para el conjunto de las y los jóvenes. Es en los relatos de los jóvenes del sector alto donde se describen las experiencias próximas a un pasaje directo y sin disrupciones de la escuela a la carrera. Es también en estas trayectorias en las cuales se advierte una mayor intensidad de las proyecciones familiares mediando en la vinculación de los jóvenes en materia educativa. Indicios que marchan en dirección similar a lo señalado por investigaciones del ámbito local, que abordaron el análisis de las trayectorias de estudiantes en sectores medios-altos y destacaron que las familias influyen y condicionan el universo de elección de los jóvenes (Tiramonti, 2006; Southuel et al., 2007).

En relación a ello otra joven expresaba:

“(…) mi mamá me dijo, “si vos podés hacerla tranquila aprovechá”, porque me tío tuvo que trabajar y se le hizo eterna la carrera. Mi mamá, como sabe todo esto, me dice “hacé tranquila la carrera, si podés, en cuarto año, por ahí, cuando estés más instalada en todo lo que es la arquitectura fijate”. Pero ellos ahora prefieren que estudie bien”. (Mujer, CABA, Sector Alto, Nº 5, 2008).

Para quienes emprenden una carrera universitaria la temporalidad es un eje sustantivo en la reconstrucción de las experiencias y proyectos. El estudio ocupa el centro de la tarea diaria, difícil de combinar con otras actividades. Cuando los planes toman este punto de partida, tanto el tiempo como las condiciones sustentables que otorga el contexto familiar suman recursos indispensables y una actividad laboral supone una carga horaria que atenta contra la dedicación a la carrera que se convierte en un fin en sí mismo. Vinculado a ello, la lectura sobre las posibilidades laborales existentes se desestiman, pues distan de representar una oferta atractiva, lo que incide en la decisión de retrasar el ingreso a un trabajo. El tiempo de dedicación a una tarea laboral se expresa como un claro competidor frente a los requerimientos y exigencias de cursar la universidad.

Este comportamiento tendiente a la prolongación de la estadía de los jóvenes en el sistema educativo y el retraso del inicio de la vida activa, sobre todo entre los jóvenes posicionados en los sectores socioeconómicos altos, ha sido señalado como una tendencia en gran parte de los países de América Latina a principios del presente siglo (Organización Iberoamericana de Juventud/Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2004). Este mismo fenómeno se observa en países europeos (Furlong et al., 2005; Gauthier, 2003).

La intención que prima es concluir la facultad, así se dispone y se organiza el tiempo actual; en esta trama la jugada también aparece como un diseño electivo. Los ingresos económicos de los trabajos disponibles no generan una oferta convocante para todos los jóvenes. Más bien la inclusión en un trabajo queda subordinada al logro educativo y el desarrollo profesional. La idea de conseguir un trabajo se sujeta a determinadas condiciones básicas y en particular al saldo que implique sumar una experiencia vinculada a la formación actual.

Es aquí ilustrativa la descripción de Matheo:

Lo que tengo pensado es que si voy a dedicar tiempo, o mejor dicho a relegar tiempo de estudio para un trabajo, quiero que sea un trabajo relacionado a la carrera. Sí, sí, porque de lo contrario me serviría para un sustento económico pero no muy grande porque lo que puedo conseguir sé que no va a estar tan bien pago, porque cuando uno recién arranca no puede pretender mucho” (Varón, La Plata, Nº 2, Sector Medio, 2008).

Ya sea que se trate de una carrera universitaria o terciaria, el camino de la educación superior aparece como la alternativa prioritaria que en buena medida organiza los propósitos que orientan los tiempos y definiciones para el “después” de la secundaria. Entendemos que la validez de la educación remite a distintas facetas, por un lado para el sujeto al plan de estudiar como parte de su proyecto de vida y por otro a la promesa, aun cuando controvertida y cuestionada, sobre la adquisición de las acreditaciones como un recurso para ingresar al mercado laboral. En la trama de las trayectorias y transiciones tanto los apoyos familiares disponibles como la continuidad en materia escolar y los logros obtenidos en el ámbito académico, están presentes en la configuración de las transiciones, son la base de una red que funcionan como soporte mismo de las intenciones y apuestas delineadas. En tanto que las reconstrucciones sobre los pasajes hasta aquí consumados formulan el carácter prioritario de elecciones autónomas incidiendo en las trayectorias y fundamentalmente en la orientación de las carreras estudiantiles.

 

V. Entre el estudio y el trabajo, ¿sinergias o tensiones?

Ahora bien, como mencionamos en apartados anteriores, los propósitos iniciales y experiencias no se circunscriben a una sola forma de transición. Buena parte de los pasajes implican mixturas entre el desempeño de la actividad laboral y educativa.

Aun cuando las composiciones comprendan similar combinatoria las experiencias resultan altamente heterogéneas expresando escenarios poco comparables. En este sentido, el ingreso a la universidad después de la secundaria puede reconstruirse acompañado al ingreso al mundo del trabajo, en condiciones que favorecen sinergias positivas entre uno y otro ámbito. Incluso un trabajo “transitorio” puede considerarse como un medio sustentable para establecer nuevas conexiones y proyecciones en vista al futuro profesional aun cuando el quehacer laboral no se encuentre estrictamente vinculado a la carrera educativa. La trayectoria de Julia, por ejemplo, presenta la centralidad que adquiere la carrera, pero al mismo tiempo la alternancia con un trabajo al cual se dedica sólo durante los meses de receso. Al preguntarle por qué empezó a trabajar, contestó:

No es por necesidad. Yo en Argentina no trabajo mientras estudio porque me dedico 100 por 100 a la facultad, porque mi meta es recibirme en la menor cantidad de años posible (…). O sea, por un lado está bueno tener tu plata y manejarte. Y por otro, si me quería ir afuera, sí podía siempre. Porque encima allá conocí un arquitecto que me ofreció después si quería trabajar con él (…). (Mujer, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Sector Alto Nº 1, 2008).

Los relatos también muestran fisuras y reorientaciones respecto a las iniciativas y decisiones iniciales. En esta dirección un contrapunto diferente a las historias anteriores se hace notar en el discurso de Moni, en el cual la afirmación y naturalización de la opción por seguir un nuevo tramo de educación una vez finalizado el nivel secundario es también la alternativa obvia. Sin embargo, ante las nuevas experiencias y desencuentros con instituciones educativas, la orientación que guía los primeros años sufre un viraje sustantivo. Si bien no declina en centralizar la apuesta en la escolaridad, lo hace a través de su inscripción en una formación de nivel terciario, dirigida a la formación de un oficio.

Al salir de la secundaria pensaba estudiar. Obviamente, no quería perder el año pero como empecé a trabajar no… y ahora este año sí estoy estudiando Enfermería (…); había empezado profesorado de Historia el primer año que terminé, pero lo dejé porque ahí sí se me fue complicando y empecé a trabajar, y no pude seguir estudiando. (Mujer, La Plata, Nº 26, Sector Bajo, 2008).

La trayectoria educativa no sigue aquí un tránsito sucesivo y sin interrupciones sino que presenta fragmentos de combinación poco exitosas entre el ámbito educativo y laboral. Situación que desencadena en una nueva toma de posiciones que altera la forma y la temporalidad con la cual se pensaba la transición post egreso. La trayectoria formativa en el marco de las condiciones que se reconstruyen se enfrenta ante una situación que se dirime a través de una nueva combinatoria. En este caso la vinculación entre la educación y el trabajo enlaza con la descripción de una tensión que más que generar sinergias positivas se presenta como un obstáculo sobre los propósitos del comienzo.

Retomando las experiencias que hacen a las historias de los jóvenes de escuelas del sector medio-bajo, los entrecruces que median su relación con la educación y el trabajo advierten sobre una trama compleja de combinaciones e intentos de alternancia con incursiones en la esfera laboral, las reorientaciones y el abandono de la carrera inicialmente escogida, resultan situaciones que irrumpen sobre las continuidades previstas antes y/o al momento de egresar de la escuela.

Paralelamente, en estas trayectorias laborales se observa una entrada temprana al mundo del trabajo y combinaciones de situaciones de actividad caracterizadas por la inestabilidad. Como común denominador se trata de trabajos precarios y con escasa continuidad. La sucesión de estos tramos remite una larga lista de ocupaciones donde prima la variedad de tareas de escasa calificación. La rotación y discontinuidad de las ocupaciones preceden a la obtención del título secundario.

Sí, había empezado con el UBA. Yo, en ese momento, estaba en el restaurante con mi papá (…) Se me complicó un poco, pero después, bueno, con el tema del trabajo y todo, y aparte la situación económica, acá, en mi casa, tampoco es “la mejor” como para decir que tiramos manteca al techo; hay que trabajar. Yo sé que, en algún momento, voy a poder estudiar. (…) No porque no me guste lo que estoy haciendo, sino por la cuestión de que creo que, en un futuro, me va a dar más méritos eso que otra cosa (Varón, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Nº 9, Sector Medio, 2008).

(…) Estudiar, siempre quise estudiar y para mantener el estudio tenía que trabajar. Sí, aparte bueno, fue una época complicada ¿no? El 2002, 2003, fueron años difíciles y en casa tampoco había [Silencio Prolongado] mucho trabajo digamos… y a ver si conseguíamos un laburo… (Varón, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Sector Bajo Nº 6, 2008).

Sobre estas últimas historias y en concordancia con nuestro estudio, otras investigaciones en base a trabajos empíricos con jóvenes de sectores urbanos populares han identificado dos fenómenos característicos en sus trayectorias. Por un lado la frecuente combinatoria de trabajo y estudio; por otro lado la fragmentación que se refiere al hecho de que no guardan una secuencia lineal, en contraposición a lo que ocurre con mayor frecuencia entre grupos de jóvenes de estratos socioeconómicos más altos (Guerra Ramírez, 2005).

En este análisis se apuntó la coexistencia de dos rutas que atraviesan el conjunto de las transiciones bajo análisis: una basada en la continuidad de los estudios excluyendo el trabajo, y otra sobre la continuidad de los estudios complementado el ingreso o la continuidad en un espacio laboral. Las intenciones iniciales asumidas como expresión de condición autónoma y elección individual de los y las jóvenes son acompasadas por factores que resultan un recurso en el sostenimiento de los tránsitos y también episodios que interrumpen y desplazan el modo bajo el cual pensaban inicialmente. Situaciones que intervienen en las configuraciones elaboradas como parte de las transiciones educación-trabajo. En este punto las reorientaciones relatadas se exhiben con asiduidad entre los y las jóvenes provenientes de escuelas del sector bajo.

 

VI. A modo de conclusión

Sosteníamos en las primeras páginas que los aportes en torno a la situación de las actuales generaciones dan cuenta de severas modificaciones tanto en la esfera laboral como educativa que inciden en las trayectorias juveniles. En especial en aquella transición que refiere al paso de la educación al trabajo, se subraya el quiebre del cierto patrón de linealidad que propiciaba un paso concatenado entre la institución escolar y la inserción laboral, clave significativa en la transición a la vida adulta.

Paralelamente, uno de los nudos teórico-epistemológicos que subyacen en los análisis sobre las trayectorias y transiciones tiene que ver con el carácter electivo de las biografías, y la influencia de un contexto de “riesgos” en el que se producen esas transiciones.

Bajo el análisis realizado en los recorridos de los jóvenes que compusieron la muestra, las transiciones dadas a posteriori de la finalización de la educación media discurren por variantes no siempre lineales ni articuladas entre la escuela y el trabajo.
Los propósitos iniciales relativos a este proceso se advierten como parte del carácter electivo en la construcción de las biografías. Como común denominador, el ingreso a un nuevo tramo de educación superior marcó los rumbos y actividades a seguir, destacando así el peso de la educación como parte de las trayectorias juveniles actuales. No obstante, conviven aquellas transiciones más próximas a la idea de un paso directo entre la finalización del ciclo medio y el inicio de una carrera terciaria o universitaria, con aquellas que alternan la condición de estudio y trabajo.

Sobre estas dos rutas, tomando en cuenta el sector de las escuelas de egreso, hallamos que entre los jóvenes provenientes de escuelas del sector alto las alternativas de ingreso al nuevo tramo educativo se caracterizaban por elecciones orientadas hacia carreras universitarias con pasos lineales entre la escuela media y superior que aún continúan en curso. Asimismo, quienes son “trabajadores” presentan mayor continuidad en un mismo espacio laboral desde su ingreso al mundo de trabajo en todos los casos producido a posteriori del egreso. Mientras que entre los jóvenes de las escuelas de los sectores medio y bajo se concentran los trayectos educativos con cierta discontinuidad, orientados hacia las carreras terciarias (de corta duración y cercanas a los oficios) y sólo entre ellos se verifican los casos que han abandonado la universidad. Por su parte, las trayectorias laborales comprenden historias que han iniciado aun antes del egreso, es en estas trayectorias donde se observa una mayor presencia de tramos vinculados con ocupaciones discontinuas no siempre electivas que ante diferentes circunstancias actuaron generando tensiones sobre los planes educativos. De modo que la exploración sugiere la existencia de transiciones que presentan mayores discontinuidades (entre los jóvenes de escuelas del sector medio y bajo), que conviven junto con otras alternativas que permanecen orientadas sobre un terreno de continuidades (egresados del sector alto).

A lo largo de las reconstrucciones se advierten factores que han facilitado o reorientando las intenciones trazadas sobre los recorridos a seguir. Entre los cuales las familias y los vínculos laborales parecen marcar prioridad. Aspectos que abren paso a brechas que pluralizan y diferencian la configuración de las transiciones.

 

Referencias

Aisenson et al. (2004) El significado de la transición para los egresados de la escuela media. En Juventud educación y trabajo: escuela media y trayectos futuros debates en orientación vocacional. Buenos Aires: Ediciones Novedades Educativas.

Bendit, R. (2006). La posible contribución de los diferentes sectores sociales a la producción de conocimiento de los jóvenes. En Milmeister, M y Williamson, H. (eds.): Diálogos y redes. La organización de intercambios entre los jóvenes actores sobre el terreno (pp. 125-146). Luxemburgo: Editions Scientiphic PHI.

Biggart, A., Furlong, A. y Cartmel, F. (2008). Biografías de elección y linealidad transicional: nueva conceptualización de las transiciones de la juventud moderna, en R. Bendit, M. Han y A. Miranda (Comp.), Los jóvenes y el futuro. Procesos de inclusión social y patrones de vulnerabilidad en un mundo globalizado. Buenos Aires: Prometeo.

Bonfiglio, J., Salvia, A., Tinoboras, C. y Van Raap, V. (2008). Educación y trabajo: Un estudio sobre las oportunidades de inclusión de los jóvenes tras cuatro años de recuperación económica, En A. Salvia (Comp.) Jóvenes promesas. Buenos Aires: Editorial Miño y Dávila.

Dávila, O., Ghirardo, F. y Medrano, C. (2005). Los desheredados: trayectoria de vida y nuevas condiciones juveniles. Santiago de Chile: Centro de Investigación y Difusión Poblacional de Achupallas.

Du Bois-Reymon, M. (1998). I don’t want to commit myself: young people life concepts. Journal of Youth Studies, 1(1), 63-79.

Du Bois-Reymon, M. y López Blasco, A. (2004). Transiciones tipo yoyo y trayectorias fallidas: hacia las políticas integradas de transición para los jóvenes europeos, Revista de Estudios de Juventud, 65, 11-29. Madrid: Instituto de la Juventud.

Filmus, D., Miranda, A. y Otero, A. (2004). La construcción de trayectorias laborales entre los egresados de la escuela secundaria. En C. Jacinto (Coord.), ¿Educar para que trabajo?: discutiendo rumbos en América Latina. Buenos Aires: La Crujía ediciones-redEtis.

Gauthier, M. (2003). La juventud: el centro de los cambios de la sociedad Quebequense. Colección Jóvenes, 13 (1ª. Ed.). México: Instituto Mexicano de la Juventud.

Hopenhayn, M. y Ottone, E. (2001). El gran eslabón. La Nueva Centralidad de la Educación. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Kornblit, A. (1996). Culturas juveniles. La salud y el trabajo desde la perspectiva de los jóvenes. Buenos Aires. UBA.
Martín Criado, E. (1998). Producir la juventud. Madrid: Istmo.

Miranda, A. y Otero, A. (2005). Diversidad y desigualdad en los tránsitos de los egresados de la escuela secundaria. En Revista Mexicana de Investigación educativa, 10(25), 393-419.

Organización Iberoamericana de Juventud/Comisión Económica para América Latina y el Caribe (2007). La juventud en Iberoamérica. Tendencias y urgencias. Santiago de Chile: Autor.

Organización Iberoamericana de Juventud (2004). Tendencias mundiales del empleo juvenil 2004. Santiago de Chile: Autor.

Orellano, M. y Rosendo, E. (2004). Escuela, trabajo y transiciones juveniles: la década de los ‘90 como bisagra para pensar una relación conflictiva. Cuadernos de Antropologia Social, 19, 139-155.

Pérez Islas, J. (2008). Entre la incertidumbre y el riesgo: ser y no ser, esa es la cuestión… juvenil, en R. Bendit, M. Hahn y A. Miranda (Comp.), Los jóvenes y el futuro. Procesos de inclusión social y patrones de vulnerabilidad en un mundo globalizado. Buenos Aires: Prometeo.

Strauss, A. y Corbin, J. (1998). Basics of qualitative research. Techniques and procedures for developing grounded theory. Thousand Oaks, CA: Sage Publications.

Serrano, M. y Velarde Hermida, O. (2001). Informe Juventud en España 2000. Madrid: Edición INJUVE.

Southuel, M. et al. (2007). Informe Final. UNLP. Proyecto: “Intersecciones entre desigualdad y educación media: una análisis de la dinámica de producción y reproducción de la desigualdad escolar en cuatro jurisdicciones. Dir. Inés Dussel. Flacso, Argentina.

Tiramonti, G. (2006). Procesos de individualización en jóvenes escolarizados sectores medios y altos en la Argentina. Revista Mexicana de Investigación Educativa, 11(29).

Walter, A. (2004). Dilemas de las políticas de transición: discrepancias entre las perspectivas de los jóvenes y de las instituciones. Revista Estudios de Juventud, 65, 133-150. Madrid: Instituto de la Juventud.

1A lo largo del texto utilizaremos como sinónimos el término: nivel medio y secundaria. Ambos refieren al nivel medio de escolarización formal.

2El presente artículo se confeccionó en base a los hallazgos de la Tesis doctoral Procesos de transición a la vida adulta: un estudio cualitativo con jóvenes argentinos (2009), Dir. René Bendit, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

3El proyecto tuvo como antecedente la investigación: Intersecciones entre desigualdad y educación media -un análisis de las dinámicas de producción y reproducción de la desigualdad escolar y social en cuatro jurisdicciones (2005-2007), Programa de Áreas de Vacancia, Nº 180, Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, bajo la participación de equipos de investigación de la FLACSO, UNLP (Universidad de La Plata), UNAS (Universidad Nacional de Salta), UNCO (Universidad de Comahue) y la Dirección de Investigación del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires. Contó con un trabajo de campo (2006) en el que se aplicaron encuestas y 43 entrevistas semiestructuradas a distintos actores escolares: alumnos, egresados, docentes, y directivos, entre otros. Además, se efectuaron grupos focales con jóvenes en las distintas jurisdicciones. En tanto que la muestra diseñada abarcó un total de 24 establecimientos educativos; 6 establecimientos educativos en cada de las jurisdicciones retomadas por el actual proyecto; establecimientos seleccionados según: modalidad de enseñanza secundaria (tradicionalmente entendidas como: Técnica, Comercial y Bachiller); tipo de gestión (pública o privada) y características de la población que concurre. Cabe aclarar que para el caso de la investigación actual se ha trabajado con una sub-muestra de 10 jóvenes de las localidades de Ciudad de Buenos Aires y La Plata; 4 de ellos son egresados de escuelas del sector alto, 3 del sector medio y 3 del sector bajo. Se han desestimado los casos de jóvenes egresados de escuelas de modalidad técnica.

4La clasificación de escuelas en sector: Alto-Medio-Bajo se construyó a partir del cruce y combinación de distintas estrategias: la ubicación de datos básicos de las unidades educativas, la producción de Informes narrativos elaborados por los distintos equipos provinciales en terreno y la confección de un índice construido en base a los datos arrojados a través de una primera encuesta de 713 aplicada a alumnos de dichas escuelas, donde se relevaron datos sobre la categoría ocupacional del jefe de hogar, la calificación de la tarea del jefe de hogar, y el nivel educativo alcanzado por padre y madre. El propósito de la clasificación de las escuelas se estableció en función de distinguir segmentos educativos como una aproximación al sector social de la población.

5El análisis se consideró como un proceso continuo de interpretaciones sucesivas. La aproximación cualitativa de análisis comprendió distintos niveles, realizando operaciones de reconstrucción y de contraste, estableciendo relaciones y articulaciones. Utilizando como guía la consideraciones señaladas (Strauss y Corbin, 1998).

6 Adherimos a la línea de autores que consideran la transición “como un proceso de (reproducción social); donde las trayectorias de los jóvenes son algo más que historias vitales personales: son un reflejo de las estructuras y los procesos sociales; procesos que se dan de manera conjunta, es decir, procesos a nivel de la configuración y percepciones desde la propia individualidad y subjetividad del sujeto, y las relaciones que se establecen entre aquéllas y los contextos a nivel de las estructuras sociales en las cuales se desarrollan aquellas subjetividades”, (Redondo, 2000; Martín Criado; 1998 en Dávila, 2005).

7Un informe de la Organización Internacional para el Trabajo señala que la probabilidad de no tener trabajo es 3.8 veces mayor para los jóvenes que para los adultos en los países en desarrollo, esta probabilidad en las economías industrializadas es de 2.3 veces; y no sólo están más expuestos a estar desempleados, sino que también a tener empleos con horarios prolongados, sin contratos, bajas remuneraciones y nula protección social y son más propensos a encontrar empleos en los sectores informales, precarios, y temporales que los adultos (OIT, 2004).

8Las alternativas pueden virar entre una cada vez más amplia gama de situaciones, por ejemplo: Combinar actividades como estudiar y trabajar. Tener empleos temporales, realizar incursiones esporádicas en el mercado laboral y fluctuar entre estudiar o trabajar. Vivir solo pero depender del sostén económico familiar mientras se termine la carrera universitaria, etc.

9Algunos autores refieren al término de biograficidad como la capacidad del individuo de relacionar deseos con oportunidades, es decir, los puntos fuertes y débiles con las demandas externas que son prerrequisitos para el logro la construcción de una trayectoria, que entre otras propicie una carrera profesional estable (Walter, 2004).

10Siguiendo a Pérez Islas (2008), en la actualidad la gestión de las incertidumbres y los riesgos generan distintas formas de actuar en las nuevas generaciones, en un extremo están aquellos que maximizan la competencia, presentando una mayor adaptación a las reglas de mundo globalizado; y en el otro extremo, aquellos en los que prevalece cierta resistencia, expresada en la ampliación de los mecanismos informales como práctica recurrente en todos los ámbitos sociales. Si los primeros hablan de los sectores económicamente más favorecidos, los segundos delinean el perfil de los jóvenes de menores recursos.

11Como breve caracterización de la muestra, cabe aclarar que ninguno de los participantes conformó una familia propia, excepto un caso (vive solo en una vivienda cedida por sus padres) todos residen en el hogar de origen. Se trata de familias nucleares. Los padres, tanto profesionales como empleados, se encuentran actualmente ocupados y las madres, exceptuando dos casos, todas trabajan.

12A lo largo de los próximos apartados haremos referencia a los recorridos como noción que se circunscribe al conjunto de experiencias educativas y laborales transitadas después de finalizar la escuela media. El análisis se acompañará de extractos de los relatos de los jóvenes entrevistados.

13Los “estudiantes”, que provienen predominantemente de las escuelas de sectores altos. Los “trabajadores” nuclean a jóvenes varones. Finalmente están aquellos para quienes tanto los espacios educativos como laborales pesan sustancialmente aunque las carreras educativas concentran el foco de interés. Sobre esta división analítica, que no utilizamos estrictamente para la elaboración de este texto, se entrevén formas dispares de vinculación con el trabajo, la educación y la familia (Otero, 2006).

Para citar este artículo, le recomendamos el siguiente formato:

Otero. A. (2011). Las configuraciones de transiciones juveniles. Debates actuales sobre la educación y el trabajo. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 13(2), 149-165. Consultado el día de mes de año en: http://redie.uabc.mx/vol13no1/contenido-otero.html