Revista Electrónica de Investigación Educativa

Vol. 21, 2019/01

Los fundamentos personalistas de la formación universitaria

Gustavo Esparza (*) gaesparza@up.edu.mx

(*) Universidad Panamericana

Cómo citar: Esparza, G. (2019). Los fundamentos personalistas de la formación universitaria. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 21, 01, 1-4. Recuperado de http://redie.uabc.mx/redie/article/view/2684

Obra reseñada:

Llergo, F. y Nicolás, M. (Coords.) (2018). La filosofía educativa de la Universidad Panamericana. Exigencia académica, excelencia humana. México: Universidad Panamericana, 197 pp.

PDF del libro completo.


La Universidad Panamericana celebra 50 años de historia y enmarca este logro con el slogan “Hicimos historia, haremos futuro”. Como parte de sus festejos, la institución ha sintetizado en un libro la esencia de su modelo pedagógico, en el que reconoce tres puntos neurálgicos: sus fundamentos, su identidad y su metodología pedagógica.

Si colocamos la mirada crítica en esta aportación bibliográfica, ¿qué ofrece este trabajo a la comprensión de los dilemas educativos actuales de la Educación Superior? Al considerar que gran parte de los retos cotidianos a los que se enfrentan los profesionistas en la sociedad dependen de una formación universitaria, nunca será ajeno preguntar a las Instituciones de Educación Superior (IES) si sus planteamientos formativos ofrecen propuestas metodológicas que contribuyan a la realidad de su contexto. La problemática central en este sentido es clara: entre la libertad para modelar la educación, las necesidades laborales imperantes y el modelo educativo universitario, se torna una exigencia curricular que debe traducirse en una búsqueda continua para que los modelos educativos de las IES ofrezcan soluciones favorables para la vida cultural de nuestro país.

Se ubican tres aportaciones generales al respecto: 1) la distinción filosófica entre educación, formación y pedagogía como marco conceptual que fundamente las actividades operativas diarias; 2) la propuesta de la centralidad de la persona (en sus acepciones: docente, alumno y sociedad) como fin de la pedagogía universitaria; 3) la visualización de la Universidad –y, por ende, de la pedagogía universitaria– como un recurso para incidir en la cultura.

Estos resultados se clarifican a través de 15 capítulos (considerando la introducción y el epílogo a cargo de las coordinadoras). Fernanda Llergo presenta el libro con el texto “Nuestra universidad: una tradición creativa y en permanente actualización” (pp. 7-12). Para la autora, la misión de la Universidad Panamericana (UP) es “la verdad” y por ello abreva “de la tradición”, pero “apoyándose de los avances y condicionamientos de nuestros días” (p. 7). El sentido pedagógico universitario se encuentra en la concatenación de lo pasado (tradición) y lo futuro (innovación) para dar respuesta a las necesidades actuales, de allí la necesidad de reunir en una obra colectiva los fundamentos, la identidad y la praxis, con la intención de superar la constancia histórica de lo hecho, pero también para cohesionar un modo propio de proceder pedagógicamente.

La primera sección, “¿Por qué existimos? Nuestras raíces”, está compuesta por cuatro capítulos. En el primer trabajo (pp. 17-28) José Lozano sitúa históricamente la fundación de la UP en 1967. Se presentan distintos “impulsos” en las figuras de Josemaría Escrivá, Pedro Casciano, Ernesto Aguilar, Carlos Llano, María Pliego y Alberto Pacheco, destacando que gracias a ellos fue posible la fundación administrativa, operativa y cultural de la institución. Lozano concluye su aportación diciendo:

[La] combinación de la idea fundacional, espiritual, emprendedora, de gobierno, educativa y material hicieron emerger una universidad que mira al futuro con la fuerza de una identidad conseguida y una gran esperanza (p. 26).

En “Ubi spiritus Libertas” (pp. 29-37), José Coronel realiza una aportación filológica fundamental para la tesis general del libro. Del análisis del sentido de la palabra griega “espíritu” (πνεῦμα) en el pensamiento clásico, se deduce que la afirmación que dicta “donde está el espíritu, allí hay libertad” (p. 29), subyace una exigencia aplicable al contexto social inmediato. Coronel aclara que en lugar de pensar el spiritus como expresión sujeta a las exigencias temporales, hay que colocar la finalidad en la libertas a la que invoca el proyecto. Así, origen y finalidad confluyen en una tarea y centro cultural común: la búsqueda de la verdad en la Universidad. El autor plantea que espíritu y libertad promueven una marcha continua hacia las fronteras de una utopía que se caracteriza por expresar la perfectibilidad de la persona, la cual, necesariamente, requiere de un proyecto formativo que la oriente.

En “El humanismo cristiano como sustento de la filosofía educativa” (pp. 41-52), José Núñez reconoce que el humanismo cristiano es, en esencia, un modelo educativo, y detalla sus características: 1) búsqueda comunitaria de la verdad a través del diálogo; 2) servicio a los hombres a través de ideas que impregnen la vida; 3) la visión trascendente que descansa en la interdisciplinariedad científica, pero apunta a la unidad de pensamiento; 4) fomento de la innovación en resguardo de la tradición; 5) colocación de la “persona” como centro de la formación universitaria; 6) unidad de fe y razón. El autor concluye señalando que en lugar de ocuparse por los instrumentales periféricos en los que ocurre la educación (instituciones, métodos, recursos tecnológicos), hay que volver a la persona.

En “Misión y Visión” (pp. 55-61), Ana López analiza el ideario universitario desde el que se advierte la viabilidad para gestionar un modelo curricular cuyo centro es la persona. A partir de un análisis de los documentos rectores de la UP, la autora concluye: “Como la persona es el sujeto propio de la educación, todas las tareas que realiza participan de la dignidad [correspondiente del sujeto que las ejecuta: alumno, docente o administrativo]” (p. 60).

En síntesis, la primera sección expone los fundamentos y responde a la pregunta general: por qué existimos. De la comprensión de los motivos se derivan las motivaciones que ahora rigen a la institución; de las motivaciones se coloca a la dignidad de la persona como la identidad central de nuestro actuar; del centro de la persona surge la misión y visión de la Panamericana.

La segunda sección responde al título del apartado, “¿Quiénes somos? Los actores de la Universidad”: Claustro académico (pp. 65-76), Claustro administrativo (pp. 77-88), Asesoría universitaria (pp. 89-100) y Alumnos y alumni (pp. 101-111). El apartado propone cuatro ámbitos pedagógicos de la formación personal: docente, administrativo, alumno y alumni (egresado).

Rafael Hernández considera que el Claustro académico se reconoce como el grupo de personas que dentro de una IES tiene como responsabilidad nuclear la investigación y la docencia. A través de estas dos acciones las IES emprenden la tarea de formar a sus alumnos; la exigencia no sólo responde a una demanda sociopolítica, sino a la exigente responsabilidad de “la callada labor de servir y desaparecer, de hacer brillar a sus alumnos” (p. 74).

Por su parte, Karla García explica que la investigación y la docencia deben impactar en la cultura; sin embargo –aclara– las primeras dos tareas corresponden nuclearmente al Claustro académico y la última al Claustro administrativo de la universidad. La autora expone de la siguiente manera la labor de quienes gestionan la investigación:

[La administración escolar se conforma] por personal de cada una de las áreas cuya función está más enfocada en procesos de gestión que en la vida académica; son áreas que proveen al alumno de la infraestructura necesaria para que, de manera segura, lleve a cabo su proyecto de vida académico (p. 77).

Respecto a la Asesoría Universitaria, Daniela Salgado plantea que es una herramienta administrativa cuya finalidad es la orientación del alumno. Al reconocer que en la UP la persona es el centro de la formación, no basta con la orientación intelectual o formación técnica de los estudiantes, es necesario acompañar la vida intelectual a través de la vida personal del alumno.

Por su parte, Ethel Junco reúne en una visión sintética el centro y quehacer de la vida universitaria al plantear que el eje de la actividad docente es la “con-formación” de alumno en alumni. Para sostener esto, en el capítulo expone una morfología de la orientación distinguiendo tres estructuras base: modo, tono y perfil ético. Por modo plantea una interdisciplinariedad en la labor docente; el profesor orienta a través de la multiplicidad de ciencias sin descuidar la dignidad de la persona como su centro unificador. Por tono se refiere a los modos diarios de operar, al cuidado de los pequeños detalles al momento de impulsar la gran labor docente; y por perfil ético a la necesaria vinculación (o sentido de responsabilidad) que se debe gestar en el alumno como futuro profesionista. Para Junco, el reto de las IES es evaluar sin reducir a cualificaciones o cuantificaciones, sino demostrar que el alumno, en su paso por la IES, muestra una “sensibilidad dialogante y una pasión innegociable por la verdad” (p. 108).

En resumen, la segunda parte del libro ubica a la persona a través de cuatro modos de expresión: como docente (los responsables de la formación universitaria); como administrativo (quienes gestionan que la investigación y docencia se vinculen con la cultura); como asesora universitaria (quienes completan la educación integral); como alumno y alumni en formación continua (las personas formadas para incorporar, en la vida profesional, el ideario institucional).

La tercera sección atiende la pregunta “¿Cómo enseñamos? Praxis educativa”, y responde: 1) con una pedagogía centrada en la persona; 2) con una pedagogía que se deriva y se apoya de la investigación como método didáctico; 3) con una pedagogía que construye al espacio universitario y social como contexto formativo indispensable.

La colaboración de Marcela Chavarría, “La educación centrada en la persona” (pp. 115-124), aclara que el acto de formar es propio de la persona humana y puede entenderse sólo de un modo integral. La autora aclara que la educación integral, la correcta ordenación de todas las capacidades humanas a un fin veritativo (propio de la intelección) y bondadoso (propio de la volición), exige reconocer a las acciones didácticas como instrumentos para facultar al alumno con habilidades necesarias para su vida laboral.

En “Investigar en nuestros días: ¿Lujo o necesidad de las universidades del siglo XXI?” (pp. 127-136), Abraham Mendoza y Miguel Rumayor reflexionan sobre los modelos universitarios que apuestan por la investigación en el operar cotidiano de las universidades. Para los autores, el quehacer del investigador es fundamental para el sostenimiento de la vida universitaria y la calidad de la docencia. En la misma línea, Gregorio Obrador, en “Desarrollo de la competencia de investigación en estudiantes universitarios” (pp. 139-148), presenta las experiencias formadoras de investigación dentro del plan de estudios de la carrera de Medicina; según el autor, aprender es investigar y fomentar la investigación es enseñar, convirtiéndose así en una herramienta didáctica imbricada en la formación médica del estudiante.

Rocío Ruíz, en “Filosofía educativa y vida universitaria: laboratorio de vida real” (pp. 151-167), plantea los retos de un “Departamento de vida universitaria” como el área encargada de promover un espacio de servicios cuyo centro sea la persona. Para la autora, la filosofía educativa de la UP opera como el modelo de gestión para organizar las experiencias extracurriculares que se propongan departamentalmente; no se trata de responder a un diagnóstico de necesidades estudiantiles, sino a la ordenación de los intereses comunitarios a una vitalidad ideal consistente con el modelo educativo universitario.

Gabriel Domínguez y Alejandro Salcedo, en “Compromiso social desde el ethos de la Universidad”, se proponen “mostrar cómo el compromiso social es consecuencia necesaria del ethos universitario (en general) y del ethos de la Universidad Panamericana (en particular)” (p. 169). El trabajo sostiene que el operar universitario no se entiende de modo intrarrelacional (atendiendo exclusivamente las necesidades de la institución) sino desde un punto de vista interrelacional (ocupándose por impactar en la cultura). El capítulo concluye con la exposición testimonial del servicio social realizado, en donde se refleja la viva ocupación de la dignificación de la sociedad como un quehacer constante de la vida universitaria.

En general, esta sección expone la praxis educativa resaltando el quehacer universitario como una gestión de la vida universitaria a través de tres tareas: I) colocando a la persona como fin de la ES, II) para que opere como el fin del modelo de gestión y, de ese modo, III) figurar como referente del ethos universitario.

El epílogo “La arquitectura de un sistema: el arte de educar” (pp. 181-186), a cargo de María Nicolás, presenta dos resultados: I), la formación de la persona es comparable a la planeación, diseño y construcción de un monumento que se elabora con un sentido trascendente; II) la arquitectura de la persona no sólo es un “arte” (de educar), sino “ciencia” (pedagógica) que orienta el proceso de formación. La autora finaliza con la siguiente afirmación: “Este libro revela la arquitectura de nuestro sistema, explica por qué hicimos historia y por qué haremos futuro. Hemos aprendido el arte de educar y queremos compartir esa experiencia” (p. 185).

Con la presentación de este libro, los autores no exponen sólo un modelo teórico, sino que testimonian acciones formativas, aportaciones directas a la ES mexicana logradas a lo largo de 50 años de historia. El trasfondo de estas ideas coloca la exigencia de no reducir la pedagogía universitaria a la impartición de conocimientos y habilidades técnicas, sino que invita a que la formación integral de la persona no se agote ni reduzca a las aulas universitarias, que se extienda a las acciones de sus egresados. Los fundamentos, la identidad y la metodología pedagógica para lograr este reto se encuentran expuestos en este libro.