Revista Electrónica de Investigación Educativa
Vol. 12, Núm. 1, 2010
Repensando la filosofía de la educación
Obra reseñada: Uno de los principales problemas epistemológicos abordados en ¿Qué es la filosofía de la educación? es el poco consenso en torno a dicho saber, debido a que se trata de un territorio en disputa, donde los estudiosos del tema han antepuesto sus intereses particulares en una parcela analítica en la que los investigadores de distintas disciplinas se asumen como los propietarios del conocimiento sobre el fenómeno educativo. Lo que sugiere Hortensia Cuéllar Pérez es que la realidad no es propiedad de ningún saber y que ninguna disciplina o investigador puede conocer todo lo cognoscible, es decir, debe de haber pluralismo epistémico. Es así que, como todos los conocimientos, la filosofía de la educación tiene que convocar a otras disciplinas si se quiere tener un conocimiento profundo del objeto de estudio de este tipo particular de filosofía. Aunque la autora advierte que “…lo importante es discernir, saber qué ciencias favorecen la gran tarea de la formación humana e incorporar sus hallazgos al cuerpo de saberes auxiliares o conexas a la pedagogía, a los que hay que acudir para educar con excelencia a los seres humanos…”. Otra explicación a la situación anterior es que la mayoría de la literatura sobre la filosofía de la educación deviene de una filosofía general sobre la educación, y no de construcciones teóricas específicas en torno a los problemas propios de dicha filosofía. Al respecto, Hortensia Cuéllar Pérez dice que la “…bibliografía especializada en este ámbito no es lo abundante que pudiera esperarse y resulta más bien escasa…”. Huelga decir que muy poco se ha teorizado desde la filosofía de la educación sobre el fenómeno educativo, y por eso teorizar o reteorizar lo poco teorizado tendrá un valor sumamente importante para que la filosofía de la educación pueda ser considerada como un saber que tiene marcos teóricos y metodologías específicas. Es en esta tarea en la que se pretende participar a través de ¿Qué es la filosofía de la educación? En este sentido, hacer una reflexión en el marco de la filosofía de la educación aún tendrá mucho más valor, y lo tendrá porque –como ya se mencionó– se tiene que trabajar sobre reflexiones muy dispersas y casos aislados que den pistas para reflexionar sobre la construcción de un marco teórico que valide a la filosofía de la educación como un saber científico. Sumado a la problemática anterior, gira el pragmatismo positivista prevaleciente aún en la ciencia y que asume que no todos los saberes tienen aplicabilidad a problemas reales. Lo que olvidan muchos científicos es que la teoría es la codificación de los problemas que enfrentamos los seres humanos día a día, y que los conceptos semánticamente vacíos hacen referencia a la realidad, al igual que los conceptos semánticamente llenos propios de las ciencias duras. Es importante reconocer que la teoría es un conjunto de modelos de la realidad, los cuales pudieran tener o no una clara referencia empírica. Pero aun con eso, la teoría es un ejercicio de ordenación de la realidad, de tal forma que se trata de enunciados secuenciales resueltos que constantemente deben ser replanteados para que tengan validez empírica. La teoría es una representación literaria de la realidad, de tal forma que teoría y realidad no son dos esferas separadas del conocimiento, sino que una supone a la otra, y es así que cuando se habla de teoría, se da por supuesto un corte de realidad aprehendido y aprendido por el científico. El concepto del fenómeno educativo es un concepto abarcador y que, por lo tanto, ha levantado diversos debates entre los investigadores. La educación es uno de los conceptos que han sido erigidos como una categoría analítica bajo la cual son posibles análisis de muy distinta índole. Lo anterior nos lleva a entender que el fenómeno educativo no es unívoco, y que toma forma en términos de situaciones en específico. En este sentido, Hortensia Cuéllar Pérez no explicita un marco referencial para la filosofía de la educación debido a que se trata de un ejercicio teórico en donde el marco referencial acotado en tiempo y espacio puede ser tan amplio que no necesita ser definido como en las investigaciones sobre una coyuntura o situación particular de la realidad. Para la autora, la actualización de las reflexiones sobre los problemas propios de la filosofía de la educación no implica un adiós a los clásicos, en tanto que se asume que el conocimiento no es de generación espontánea sino una reconfiguración teórica que permite acercarnos a diferentes conocimientos con antecedentes investigativos que no sólo son insumos de las nuevas producciones teóricas, sino que forman parte del conocimiento que se está gestando. Es así que en ¿Qué es la filosofía de la educación? se reconocen los aportes a la filosofía de la educación de autores que en sus pensamientos o teorías generales han abordado el fenómeno educativo y los planteamientos filosóficos que subyacen a éste. Es por lo anterior que Hortensia Cuéllar Pérez rescata algunos postulados de teorías o pensamientos aparentemente muertos o debilitados sobre el fenómeno educativo, con la finalidad de reconfigurar éstos a la luz de la realidad actual. Ejemplo de estos son: Confucio, Platón, Aristóteles, San Agustín, Tomás de Aquino, Rousseau, Kant, Makarenko, Dewey, Natorp y Wittgenstein, por mencionar sólo algunos. Nos queda claro que la metodología utilizada por la autora es la llamada metateorización, en tanto que ésta le permitió hacer un análisis sistemático de las estructuras subyacentes de las teorías sobre la educación y le señaló el camino a elegir para la reinterpretación del fenómeno educativo. La elección de dicha metodología tiene que ver con el hecho de tratar de mejorar el ordenamiento de forma sintética de la teoría ya existente, ya que una teoría base se enriquece con postulados de otras, creando así una teoría completamente nueva pero familiar, capaz de contestar de mejor manera los problemas que atañen a la filosofía de la educación. Entre líneas podemos darnos cuenta que en el libro ¿Qué es la filosofía de la educación?, el uso de la metodología de la metateorización obligó a Hortensia Cuéllar Pérez a hacer una exhaustiva revisión bibliográfica de material especializado sobre el tema de la filosofía y de la educación en los ámbitos nacional y mundial. Es en esta lógica que se analizó la teoría base del fenómeno educativo, buscando los elementos que pudieran ser tomados en cuenta para una posible reconfiguración. Asimismo, se buscaron las debilidades y vacíos de las teorías que se tomaron como base del análisis presentado y también se complementaron dichas teorías con ayuda de marcos teóricos distintos. Es un hecho que, para la utilización del método seleccionado, la autora recurrió también a algunos elementos constitutivos de la hermenéutica que le ayudaron a reinterpretar los enunciados secuenciales resueltos dados por algunas escuelas teóricas y por algunos teóricos en particular. Queda claro que el uso de la metateorización y de la hermenéutica no son las únicas vías para una investigación teórica sobre la filosofía de la educación. Más aún, el recurrir a estos métodos nos lleva a plantearnos nuevas dudas teóricas sobre la filosofía de la educación. ¿Qué es la filosofía de la educación? de ninguna manera trata de hacer una corrección, ni una fusión ni mucho menos la exhibición de la supremacía de unas teorías sobre otras, sino hacer una valoración y comprensión cabal de éstas con miras a aportar un grano de arena en la reconfiguración teórica del fenómeno educativo bajo el ojo de la filosofía de la educación. Es así que, desde la perspectiva del humanismo educativo, Hortensia Cuéllar Pérez asume que la filosofía de la educación está orientada a la proyección de “…un modo existencial de concebir la formación humana con fines desplegados en torno a lo que significa ser hombre y mujer y su crecimiento como persona en donde se aprecian posiciones filosóficas de fondo sobre el ser humano, los fines de la educación, el conocimiento especulativo y el práctico, la formación axiológica y ética, la relevancia de la cultura, las diversas instituciones educativas y su proyección en la educación del hombre, la política educativa y social, el papel de la historia, la tradición, las nuevas tecnologías, la innovación pedagógica, el problema de la globalización y el multiculturalismo…”. Lo anterior refuta los supuestos en torno a que la filosofía de la educación no tiene vinculación empírica cuando ésta atiende a cuestionamientos sobre: “¿Quiénes somos? ¿Cuáles son las finalidades más típicamente humanas y cuál es su relación con la educación? ¿Estamos determinados o somos libres? ¿Cuál es el sentido de la educación? ¿Por qué la educación tiene que abarcar los diversos aspectos de la personalidad y cuál es su fundamento? ¿Por qué la consecución de la excelencia educativa debería centrarse en la formación de la persona en la doble dimensión individual y comunitaria? ¿Por qué la necesidad de la formación de hábitos intelectuales y morales tan poco apreciados hoy en día? ¿Cuál podría ser la vinculación existente entre hábitos como los anteriores y las competencias educativas tan en boga en nuestros días? ¿Por qué la búsqueda de la felicidad constituye un elemento central en el quehacer educativo? y ¿Por qué la formación continua prepara para el trabajo y para la vida?” Al explicitar la proyección de la filosofía de la educación y los planteamientos inherentes a ésta, la autora logra ubicar claramente cuáles son las líneas de investigación actuales de este tipo de saberes, reconociendo que éstas tendrán que ajustarse a los cambios que se van presentando en la vida cotidiana. Esto porque la filosofía de la educación, como cualquier conocimiento, es dinámica, y por lo tanto se tendrán que actualizar las reflexiones a la luz de las nuevas problemáticas inherentes al ser humano. Bajo esta notación en el libro que se está reseñando se ubica que las actuales líneas de investigación de la filosofía de la educación están focalizadas a: “…las nuevas tecnologías de la información y el descubrimiento del ciberespacio con su consecuente innovación educativa; el análisis de la política educativa y el malestar generalizado que proyectan muchos de los sistemas de enseñanza, tanto de la escuela pública como de la privada; el papel de la historia y la tradición; la inteligencia prospectiva e innovativa como elementos contribuyentes de los grandes cambios planetarios en el ambiente, la cultura y la educación; la preocupación ecológica y la formación bioética de los estudiantes; el sentido del multiculturalismo y la globalización; el deconstruccionismo en la cultura y su influencia en la educación; las nuevas formas de agrupación político-social que impactan la convivencia de las personas, surgidas al abrigo del espíritu posmoderno y la formación light de las personas y el culto a la imagen…”, por mencionar sólo algunas. Grosso modo, la tarea del investigador quedará inconclusa sino sometemos nuestros hallazgos a la comunidad científica a través de una disertación pública o de una publicación que nos permita reconsiderar nuestras posturas a la luz de otros hallazgos científicos en un aprendizaje continuo. Es esta una de las razones por las que Hortensia Cuéllar Pérez escribe y da a conocer un proyecto académico a través del libro ¿Qué es la filosofía de la educación?, siendo coherente con Sören Kierkegaard al comprender que ser maestro no significa simplemente afirmar, sino ser aprendiz. Para citar este artículo, le recomendamos el siguiente formato: Tunal Santiago, G. (2010). Repensando la filosofía de la educación [Reseña del libro: ¿Qué es la filosofía de la educación?]. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 12 (1). Consultado el día de mes de año en: http://redie.uabc.mx/vol12no1/contenido-tunalsantiago.html |