Revista Electrónica de Investigación Educativa


Vol. 8, Núm. 2, 2006

Actualidad y nuevos retos de la
formación permanente

Francisco Imbernón Muñoz
fimbernon@ub.edu

Departamento de Didáctica y Organización Educativa
Universidad de Barcelona

Facultat de Pedagogia
Campus Mundet
Edifici Llevant - 2a planta
Passeig de la Vall d'Hebron, 171
08035 Barcelona, España

 

Conferencia presentada en el
Instituto de Investigación y Desarrollo Educativo
Universidad Autónoma de Baja California
Ensenada, Baja California, México
27 de septiembre de 2006

 

Resumen

En el transcurso de los últimos años del siglo XX la formación del profesorado ha sido uno de los campos de conocimiento educativo sobre el que más se ha incidido en textos escritos y en prácticas institucionales. El campo de conocimiento, aunque en principio con una cierta confusión conceptual y una gran copia de literatura ajena a nuestro contexto, permite que empiecen a cuestionarse aspectos que durante mucho tiempo habían permanecido inamovibles o que estaban estancados en una inercia institucional, y por otra parte potencia que aparezcan elementos nuevos, que actuarán como fuerzas ocultas e impulsoras de un nuevo pensamiento formativo. Si añadimos que todo ello se da en un contexto donde asume importancia la investigación-acción y la racionalidad práctica (con la incorporación de ciertas reflexiones de racionalidad crítica) podría afirmarse que se estan dando las condiciones para un cambio en la formación.

Palabras clave: Formación permanente del profesorado, formación en centro.

 

Buenos días a todas y a todos. Muchas gracias por invitarme a estar con ustedes. Antes de empezar la intervención quiero contarles dos cosas a tener en cuenta: una, que hablar de la formación permanente o docente es hablar de la profesión docente. Y la segunda es que yo no conozco exactamente el contexto mexicano, es decir, el contexto estricto mexicano. Con lo cual, me van a disculpar, pero del contexto que yo voy a hablar es del que tengo conocimiento, el contexto español. Por supuesto que hoy día con la globalización, muchas cosas que se hablan y piensan de la formación docente o el profesorado son similares en todos los países. Bueno, cada país tiene sus connotaciones, en este caso las redes, las políticas y las prácticas de formación.

Es importante ver que siempre ha habido retos en el campo de la profesión docente, pero que ahora hay nuevos retos. Nuevos retos que han acontecido en los últimos, yo diría, 20 años, por decir alguna cosa, podrían ser muchos más. Entonces, ¿por qué el nuevo reto de una nueva formación? Muchas de estas cosas son, actualmente, ampliamente publicadas en los textos educativos, la sociedad de la información, del conocimiento, la globalización, la posmodernidad. Hay muchos textos hoy en día que encontramos en el mercado editorial educativo, donde autores muy competentes analizan lo que está pasando en el mundo educativo. Únicamente, quiero destacarles algunas cosas interesantes.

Primero, no hay duda de que esta formación es nueva, porque hay una evolución acelerada. Hoy día, se dice que en el mundo todo cambia, excepto el cambio. Esto es cierto. No se puede comparar un maestro de los años 30, que lo que aprendió en la Normal le servía para toda su vida. Ahora es imposible, los cambios son acelerados, dicen que el progreso de la humanidad se duplica, cada vez, en menor tiempo. Dicen que en el 2010 el progreso de la humanidad –bueno, supongo que cuando hablan del progreso de la humanidad, hablan de todo el conocimiento– se duplicará por dos en un muy corto período de tiempo.

Fíjense que para nuestros antepasados, a principio de siglo, se duplicaba cada 300 años. El conocimiento de nuestros bisabuelos era muy similar al de nuestros abuelos; no tanto al de nuestros padres y ya no tanto al de nosotros. Y ya no digo a nuestros hijos, y no digo a nuestros nietos. Por lo cual es muy importante –y lo veremos por qué– ver que en la escuela el cambio es acelerado, el conocimiento es acelerado. Y la escuela se dedica al conocimiento. Si hay crisis del conocimiento, hay crisis en la escuela, por ejemplo, en qué se ha de enseñar. No ha habido nunca en la historia de la humanidad un cambio tan acelerado. Cuando compramos un teléfono móvil ya queda caduco, porque ya sale el de la foto, el del vídeo, ahora que ya no vale éste, y tú dices: “Cuando instalamos el Windows NT, ya queda caduco, ya sale el Word no sé qué y el ordenador portátil”. Realmente es verdad que da la percepción nos vamos acostumbrando al cambio vertiginoso. Y esto tiene su repercusión en el campo de la enseñanza.

También es cierto que los 20 o 30 años ha habido un cambio de perspectiva de forma de de ver la educación. No hablamos únicamente del constructivismo, de la psicología cognitiva, la forma de tratar a los niños y adolescentes, es un cambio radical. Es cierto que, actualmente, tenemos un problema en todos los países, porque todos los maestros fueron formados en Normales, con una mentalidad de perspectiva conductista y positivista. Muchas Normales, muchos profesores aún lo hacen. Bueno, no tenemos que culpabilizarlos, ellos fueron formados así, no saben que tienen alternativas. Pero claro, notamos que ha habido un cambio de perspectiva en la forma de enseñar y aprender, y resulta que nos encontramos que muchos docentes fueron educados en una formación totalmente positivista, conductista, de una forma determinada de ver la educación. Por eso, a veces, cuesta mucho inducir las reformas, tenemos que esperar un tiempo. Entre generaciones cuesta mucho porque es casi imposible que estos maestros formados en una época determinada ahora les pidamos que hagan un cambio radical de perspectiva, es muy difícil. O sea –después lo comentaré–, que esto nos va a llevar a que las posiciones al cambio son también lentas en el campo educativo.

Ha habido un cambio de perspectiva importante de ver la educación, no es lo mismo el maestro de los años 50, que el maestro del año 2000. No es lo mismo. Hay una diferencia sustancial de cambio de perspectiva. Estoy hablando ahora de paradigmas, de cambio de ver la educación, de ver al niño, ver el aprendizaje. Es un cambio radical. Y el mundo se ha hecho muy complejo, siempre ha sido complejo, pero la tendencia siempre en la historia de la humanidad era que el mundo era muy lineal: uno nacía, estudiaba, se reproducía, moría. Era un mundo muy lineal, muy cerrado, no había medios de comunicación y otros avatares sociales. Saben ustedes que los medios de comunicación han hecho más pobres a los pobres, por eso hay mayor inmigración. El pobre cuando vivía con sus coetáneos, que todos eran pobres, no se sentía pobre. Cuando aparecen los medios de comunicación, la tecnología y la información, lo hacen más pobre, porque ve cómo viven otros, con lo cual aumenta la inmigración.

El mundo se ha hecho muy complejo, ha aumentado la complejidad. Y esto sí que influye en el campo de la enseñanza. Hay muchos maestros hoy día que no saben lo que pasa fuera y lo que les pasa a ellos. No saben la complejidad del mundo, no saben que va a cambiar tanto: las parejas, la forma de trabajar, la forma de vivir, etc.

Un autor que es Edgar Morin, teórico del paradigma de la complejidad, dice: “Se hace necesario para mantener algo adquirido, degenerarlo sin pesar –dice– todo lo que se regenera, degenera”. O sea, todo lo que empezamos a trabajar automáticamente al empezarlo ya degenera, ya es obsoleto, ya no es como antes que durará mucho, no, ya al empezarlo se degenera. Dice: “Es necesario que comprendamos que la revolución actual se juega no en el terreno de las ideas buenas o verdaderas, que es lo histórico de la vida, ‘esto es bueno o esto es malo’”. Fíjense que actualmente los niños viven en el relativismo, a veces no ven tan claro como nosotros que esto es bueno y esto es malo, dicen: “depende”, dice: “…opuestas históricamente en la lucha de vida o muerte a las ideas malas o falsas. En la complejidad del modo de organizar las ideas”. Es decir que, ya no esto es malo o bueno, sino simplemente es: el maestro cómo organiza, o la persona, sus propias ideas sobre el mundo. Claro, esto cuesta mucho, porque la tendencia es “esto es bueno y esto es malo”, una tendencia muy simple, muy lineal.

La complejidad entra y hace que actualmente encontremos muchos enseñantes desorientados, no saben qué pasa en el mundo, no entienden y no saben qué les pasa a ellos; por lo cual, han aumentado las bajas por depresión y el absentismo de muchos enseñantes que realmente no vienen a la escuela, porque están de baja, porque realmente tienen problemas: “no entendiendo qué pasa con los niños”, la disciplina, el orden, la delincuencia, la drogadicción ¿cómo tratarla?, los valores. Un problema de complejidad que antes no tenía el maestro, tenía mucha mayor autoridad y existía mayor coherencia entre la escuela y el contexto.

Y aparece un tema interesante: la educación institucional es importante, aunque hoy día se cuestione, cada vez más muchos padres no llevan a los chicos a la escuela, hay movimientos internacionales que no quieren llevar sus hijos a las escuelas. Y bueno, la educación institucional es importante, pero es posible que esa escuela no funcione como funcionó hace un siglo.

Fíjense, en la escuela –voy a hacer una metáfora– las escuelas se construyen en esta época como los manicomios y las cárceles, o sea, si ven a un manicomio y una cárcel del siglo XIX o XX, son parecidas a las escuelas. Hay pasillos, hay celdas y hay carceleros. Claro, los manicomios ya han cambiado bastante, los hospitales también, las prisiones también bastante. Pero la escuela continúa igual, continúa con pasillos, celdas y carceleros. Funcionó muy bien en el siglo XIX para educar al pueblo y, consiguieron que realmente mucha gente que no tenía educación accediera a la educación y se alfabetizara y eso fue muy importante.

El siglo XIX funcionó relativamente bien, con grandes problemas. En el XX tuvo muchos problemas a partir de la Segunda Guerra Mundial. Y en el XXI dicen que no funciona. Podríamos decir “tenemos una escuela del siglo XVIII y XIX, con maestros formados en el siglo XX, con niños del siglo XXI”. Son niños que tienen un televisor, que hacen zapping, que tienen muchos canales, que tienen teléfonos móviles, que tienen Internet, que se mueven en el contexto de otras variables, que no tienen la disciplina que se tenía antes y que teníamos nosotros de pequeños, que los padres a veces están separados o tienen problemas, que el trabajo… Pero bueno, la pregunta que se hace hoy día es: ¿esta institución educativa, con su estructura, sus maestros, su plantel, realmente da respuesta a las necesidades de estos niños del siglo XXI?

Yo creo que no. Lo que pasa que esto lleva cambios importantes arquitectónicos, de forma de trabajar, de trabajar la formación. Hay alternativas –después las comentaré–, que se están generando ya, interesantes. En el mundo ya nadie aprende sentado escuchando a otro durante horas, y menos un niño acostumbrado a trabajar de otra forma. Antes lo podíamos aguantar cuando éramos pequeños, pero ahora es difícil. Lo digo porque hay una crisis –esto va a ser importante– de cambiar la forma de estructurar la educación. No lo vamos a ver nosotros, pero es verdad que se están empezando a dar alternativas. Seguramente el siglo XXI hará cambiar mucho la institución educativa y la formación de maestros.

El tema del cambio de conocimiento, lo he comentado antes. Aquí voy a matizar un tema: finalmente el conocimiento no es perdurable para toda la vida. Dicen que es la primera vez en la vida de la humanidad que el conocimiento es inferior a nuestra vida. Hoy día se dice que lo que enseñamos en la universidad, 40% queda obsoleto en 10 años. Ya no digo si uno hace ingeniería informática, que es al día siguiente de salir de la carrera. Pero, o sea, es la primera vez en la vida de la humanidad el conocimiento queda obsoleto antes de nuestra muerte. Con lo cual, esto resalta una cosa importante. Los maestros y las maestras, por cultura profesional, no tienen la formación permanente como parte intrínseca de su profesión; o sea, un médico o un abogado, cuando acaba la carrera tiene muy claro que si quiere ganarse la vida tendrá que continuar estudiando y actualizándose. El maestro no tiene esta mentalidad, él acaba la formación inicial y piensa que el conocimiento le va a durar el tiempo.

Es todo un cambio de cultura profesional, que se ha de introducir poco a poco. Yo le digo siempre al profesorado sobre la formación inicial, que tienen que introducir en los maestros la idea de que esto es el principio Y que van a tener que continuar formándose toda su vida, y si no se forman morirán profesionalmente, porque no es lo mismo que antes. Esto cuesta a veces entenderlo, porque no forma parte intrínseca. Entonces, ¿qué será importante, estudiar muchas matemáticas u otras cosas? Históricamente la escuela ha dedicado mucho al contenido académico, ¿pero qué estamos comprobando?, que en el fondo es posible que muchas cosas académicas que enseñamos en las escuelas se aprendan por otros canales: por Internet, por redes, por otros canales. Pero es posible que únicamente, a la larga, le quede a las escuelas enseñar lo que se llaman las ciudadanías: ser democrático, ser solidario, la ciudadanía paritaria, el respeto al otro género, el tema de la ciudadanía medio ambiental, el respeto a la pacificación de la hombre con la naturaleza, todas las ciudadanías.

Es un cambio radical, dar importancia a otros temas a los que antes no se daba importancia. Es la frase “la escuela debe dedicarse a menos matemáticas y más humanidad”. Enseñar a los niños y adolescentes a trabajar, comunicarse, trabajar en grupo, discutir, ser solidarios, respetuosos con culturas diferentes; también respetuosos con su cultura, No digo que se reduzcan contenidos académicos, porque el niño debe tener instrumentos intelectuales para defenderse en la vida. Pero veremos que esto pasará a ser menos importante y asumirá mucha importancia lo que hablamos de las ciudadanías. Esto significa trabajar de forma diferente la escuela. El ejemplo es la propia escuela, porque fíjense, al parecer antes, el maestro o la maestra, tenía el monopolio del saber. Ahora no, ahora el saber está en la Red, en Internet, en la televisión… cada vez hay más cultura, con lo cuál el maestro ya no tiene el monopolio del saber. Entonces, ¿qué tipo de saber tiene que enseñar el maestro?: ¿qué tenemos que enseñar las escuelas?, ¿cuál es el currículum escolar que tenemos que enseñar? De acuerdo que tengo que enseñar matemáticas y lengua, y filosofía, es igual, y sociales; pero, ¿qué más? Asumirá mucha importancia un conocimiento de tipo actitudinal. Lo digo porque esto hace cambiar un poco la forma de trabajar con los maestros. Y fundamental en formación permanente, que los maestros aprendan a colaborar, a trabajar en grupo, a discutir, a elaborar proyectos conjuntamente, porque si aprenden a hacer esto después lo traspasarán a sus alumnos. Con lo cuál menos formación normativa y más formación actitudinal con los maestros.

Ha aparecido en mi discurso la colaboración profesional. El maestro que se queda solo, se muere solo, aunque sea de asco, con los años. Lo digo porque hoy día el maestro que quiere sobrevivir en este mundo educativo tan complejo tiene que trabajar de forma colaborativa. Lo peor que tiene la educación hoy día es el aislamiento del maestro, el modelo de puerta cerrada. Y es uno de los peligros que tenemos hoy día en la enseñanza: la individualización de la enseñanza, lo que se llama el celularismo escolar.

Y una cosa importante, los maestros, la cultura de los maestros, ha sido siempre una cultura subsidiaria ¿Qué significa? Una cultura que me digan lo que tengo qué hacer. Una profesión subsidiaria. Yo creo que los últimos 20 años, a través de la aparición del paradigma del profesor, la investigación-acción, el trabajo colaborativa aparece que los maestros tienen capacidad, como profesionales, para generar conocimiento pedagógico. Es un cambio radical, pero cuando se da esta idea en los maestros en la formación, es cuando se hacen grandes innovaciones, porque son profesionales de mucha experiencia práctica, muchos años. Es cuestión de darles apoyo, lecturas, trabajo; pero ellos son capaces de generar conocimiento pedagógico. Si el maestro no tiene la idea de generar conocimiento pedagógico, se hace un maestro subsidiario que depende de otros: “Bueno, que me digan lo que tengo que hacer, y ya, luego yo lo cumplo”, con lo cual esto perjudica a todo el sistema.

En la formación hay otro cambio radical: históricamente el maestro ha sido un objeto de formación y cada vez más se habla del maestro como sujeto de formación. Veremos después cómo trabajando en los centros escolares, haciendo proyectos de cambio en los centros, pasa a ser protagonista de su propia formación, como sucede en otras profesiones, y no objeto de formación. Objeto de formación es cuando los maestros vienen a un curso y alguien les dice lo que tienen qué hacer. Esto es ser objeto de formación. Sujeto de formación sería cuando el maestro con sus compañeros, en un centro, deciden qué proyecto de cambio y piden les ayuden a formarse. Entonces aparece el sujeto de formación.

Hay más temas, fíjense, voy a detenerme solamente en otro: emociones, actitudes y comunidad. Aparecen temas importantes. El maestro siempre ha sido una persona que ha ocultado las emociones, ha sido poco importante relacionarse con los demás; demostrar que se tienen emociones. Y respecto a la Comunidad analizamos que, actualmente, el contexto es más importante que la escuela. Y aparece el trabajar con la comunidad. Es decir, la escuela no puede por sí misma educar a los niños, entonces la única forma es el trabajo comunitario. Trabajar con todos aquellos agentes sociales que influyen con el niño para que intenten difundir los mismos valores que hace la escuela

Esto nos lleva a una reconceptualización de la formación. Históricamente, la formación del maestro, era: tomamos un maestro y lo actualizamos científica, pedagógica y culturalmente Esta definición está obsoleta, es una visión desde arriba, donde el maestro es un ignorante. La función principal de la formación es: todo maestro cuando está en un aula tiene una práctica, y esta práctica tiene una teoría, puede ser una teoría implícita o explícita. La formación debería ayudar a ese maestro a descubrir esa teoría implícita de la práctica que hace, ¿para qué?, pues para ordenarla, para justificarla, para fundamentarla, para revisarla o para destruirla.

Es remover el sentido común docente. Cuestionar lo que se llama el conocimiento pedagógico vulgar, que esto nos perjudica mucho. Cuando la sociedad dice: “bueno, es que los maestros no saben mucho”, es por esto, porque realmente piensa que el maestro no tiene el conocimiento científico. Demostrar que el maestro enseña las cosas porque hay un fundamento es un tema social y profesional importante. La formación debe ayudar a justificar lo que haces, a recomponer el equilibrio entre lo que yo hago y la escuela y los esquemas que lo sustentan. Esta idea de recomponer, de justificar, de fundamentar o revisar el conocimiento práctico, si consigues transformación, conseguirás profesionales con un mayor conocimiento científico.

Por tanto, ¿qué hay que cambiar en la formación? Primero, cuestionamiento de la formación disciplinar. Lo que decía, quizás no tanto enseñarles tantas cosas y mejor el cómo enseñarles: el trabajo en grupo, la colaboración, la comunicación entre ellos, saber a aprender a escucharse, trabajar conjuntamente, el decir que a mí no me funciona una cosa, y decirlo, y que la gente le ayude, y no la revés, que lo deje solo; esta idea de cuestionamiento de la formación disciplinar. El tema de la colaboración y trabajo en grupo, el sistema relacional, yo siempre digo que la formación debe de crear estructuras de participación y diálogo. El trabajo en grupo es importantísimo.

Esta idea de cambiar, pasar del modelo de entrenamiento, que es la actualización, o sea, “vengan ustedes aquí a un curso, tenemos un experto y les va a explicar cómo hacer las cosas”. Esto no funciona. El maestro traspasa a su práctica muy poco de un curso. ¿Y por qué?, por una cosa muy elemental: por el contexto. El ponente explica teorías descontextualizadas, que al maestro en su escuelita no le funcionan, porque las variables que tiene son muchas. ¿Cuál es la alternativa? Creación de espacios de formación, ¿qué significa?, modelo de desarrollo y mejora y procesos indagativos. O sea, sería la idea de que: ¿dónde está el problema? En la escuela. Pues entonces, la formación va a la escuela, va al territorio a formar a los maestros: formación desde dentro.

La formación está al servicio del enseñante, se debe crear un modelo centrado en el docente y debe irse a buscar un problema práctico, que está a los territorios, en las escuelas. Esto es un cambio. Se pasa de la actualización a la creación de espacios de formación y aprendizaje, que es muy diferente.
Los maestros y las maestras no tienen problemas, tienen situaciones problemáticas. Cuando se hace la formación general para todos, el ponente, el conferenciante les explica a todos el mismo problema y la misma solución, ¡pero no es verdad! Es que los maestros tienen situaciones problemáticas en su escuelita, con sus niños, con su comunidad, con su edad, con su género, con su conocimiento previo; entonces, él no tiene problemas, tiene situaciones problemáticas.

¿Pero qué pasa actualmente?, todavía hay mucha información transmisora individualizada. Aún continúa mucho curso, mucha convocatoria de curso de estándar tratando problemas genéricos; con lo cual, uno puede decir, “cuánto hemos invertido en formación en el país y qué poco cambio ha habido”. ¿Por qué? Podemos tener maestros más cultos, pero no más innovadores. En las reformas educativas ha pasado esto, se han formado masivamente y después no implica que la escuela haya cambiado, porque la información contextualizada aún es escasa.

Por otra parte, la formación debería ser más en actitudinal y de proceso, más que normativa. Porque la tendencia histórica de la formación es darle instrucciones de lo que tienen que hacer. Confiar en que los maestros y las maestras son capaces de hacer unos cambios con ayuda de asesores o de acompañantes. Aún consideramos que hay mucha formación transmisora individualizada y, por eso, el cambio no es tan grande como debería ser, por la inversión económica que se ha hecho en formación.

Fíjense, empieza a existir demasiada formación en los países y poco cambio. Hay mucha formación no contextualizada, muy transmisora, muy de experto infalible, y esto hace provocar poco cambio en la enseñanza.

La culpa no es de los maestros, no quiero culpabilizar a los maestros. La culpa es de todo el sistema educativo. ¿Por qué? Porque se ha comprobado en la investigación que para cambiar la educación, se ha de cambiar al maestro y la maestra, y el contexto. Claro, antes se pensaba que cambiando el maestro o la maestra, se cambiaba la educación. No, no, para cambiar la educación se debe cambiar el profesorado y el contexto. El contexto interno y externo. El interno significa las relaciones de poder entre ellos, el sexismo, la forma de comunicarse, la forma de reunirse, la forma de estructurar el conocimiento, la forma de relacionarse con la comunidad; entonces, va cambiando esto y va cambiando la educación. Y después el contexto externo: las políticas económicas, salariales, las culturas laborales, las políticas de trabajo, también, se comprueba que cuando se cambian los contextos internos, los externos y se forma profesorado, cambia la educación. Si no, no se cambia la educación, no se cambia.

Pero ¿cuáles son las evidencias actuales y las alternativas de cambio en la formación? Primero tenemos una cosa que los gobiernos no se creen, que es lentitud de cambio en la enseñanza. Los maestros y la enseñanza cambian muy lentamente porque son cambios de cultura profesional anclados desde hace siglos.

Otra evidencia es la deficiente y limitada formación inicial y permanente, tanto en las Normales como en el sistema de formación permanente, que es muy personalista. Ésta casi siempre ha sido dirigida al maestro como individuo, esto está cambiando. Digo limitada formación inicial, porque los países están cambiando. Hoy día los maestros ya se forman en cuatro años, como licenciados, en casi todo el mundo; claro, cuanta menos formación tienen, pues más incultos son en la formación inicial.

Y en formación permanente siempre ha habido este modelo aplicacionista. Lo que decimos, la metodología de lecturas sencillas y modelamientos que es un modelo aplicacionista, y esto no está funcionando. Fíjense, la alternativa sería: la formación debe ser no personalista, dirigida más al colectivo; la formación inicial debe cambiar, hacerse más larga y mejor y en la formación permanente más que un modelo aplicativo debe ser un modelo regulativo, de ayuda y de trabajo con los maestros, y la formación de situaciones problemáticas es escasa. O sea, interactuar y aprender con los iguales.

Y abrir el centro a la comunidad. Hoy día no hablamos del proyecto educativo, se debería hablar de proyecto educativo comunitario. La escuela tiene un proyecto con la comunidad para defender los mismos valores. Esto significa un cambio, un cambio en el maestro y esto sí que es importante, porque antes al maestro en las Normales le formaban, históricamente, para ser un agente educativo de enseñar contenidos. Y hoy se forma a los maestros, o deberían formarse, para ser un agente social en el territorio y educativo. Tú eres maestro, vas a tener que implicarte con los padres, con la realidad, con los chicos; o sea, vas a ser el agente social y educativo en un territorio. Se ha de asumir un papel diferente en la profesión educativa.

Y la formación debe ayudar a repensar la práctica, compartir dudas, problemas… Enseñarles a pensar sobre lo que hacen, por qué lo hacen, y la imaginación. Si analizamos a las escuelas más innovadoras del mundo, ¿saben qué característica tienen?, aparte que tienen un proyecto, trabajan en grupo, hay una característica común, que es la imaginación. Los maestros que hacen innovaciones son imaginativos.

La formación ayuda a ver que realmente la complejidad es muy alta y que la enseñanza es muy diversa, que los chicos no son todos iguales

Y recibir teoría para no caer en prácticas reproductoras. Creo que hay un problema grave que el maestro no está acostumbrado a fundamentar, a leer; por lo cual, el tema de la lectura, de fundamentar es importante; o sea, introducir esta idea de recibir teoría para no caer en prácticas reproductoras. Entonces este es un maestro INCULTO, en mayúsculas. Y lo peor que puede tener un país son maestros incultos, porque el país no avanza. Cuando el maestro es CULTO, en mayúsculas, es un hombre que lee, que se interesa por las noticias, por lo que pasa en el mundo, por la pintura, por la poesía, por la música, por la vida de la juventud, es un maestro culto. Y este maestro, es un maestro que hace avanzar la educación. La formación tiene que tener esta vertiente de teoría, de cultura, de interés por las cosas, por lo que pasa en el mundo, para introducirlo en el contexto de las aulas.

¿La formación en qué puede ayudar a las escuelas? Creo que a las escuelas puede ayudarlos, primero, ofreciendo una formación desde dentro. Realizar un proyecto de cambio sobre lo que estamos trabajando, y para eso se les suministra formación.

Después crear estructuras de participación en la escuela. La participación interna con los maestros debe ser muy alta. A veces se crean más estructuras de poder que de participación. Crear estructuras de participación y externas, también con la comunidad. Y propiciar una reflexión sobre la práctica. O sea, cualquier tipo de proyectos de trabajo que le ayude a los maestros a reflexionar conjuntamente sobre la práctica.

Para concluir, una nueva formación necesita: potenciar la comunicación entre los profesionales. La formación puede servir para rearmar moral y profesionalmente a los maestros, o sea, la capacidad que ellos para generar innovaciones. Dar autonomía, autonomía en la colegialidad. Señores, muchas gracias por su atención.

 

Para citar este artículo, le recomendamos el siguiente formato:

Imbernón, F. (2006). Actualidad y nuevos retos de la formación permanente. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 8 (2). Consultado el día de mes de año en: http://redie.uabc.mx/vol8no2/contenido-imbernon.html