Revista Electrónica de Investigación Educativa

Vol. 18, Núm. 2, 2016

Realidades del empleo docente en Nicaragua

Winston Joseph Zamora-Díaz (1) jwinzamora@yahoo.es
Fernando López-Noguero (2) flopnog@upo.es
David Cobos-Sanchiz (2) dcobos@upo.es

(1) Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua
(2) Universidad Pablo de Olavide

(Recibido: 25 de marzo de 2015; Aceptado para su publicación: 2 de septiembre de 2015)

Cómo citar: Zamora-Díaz, W. J., López-Noguero, F. y Cobos-Sanchiz, D. (2016). Realidades del empleo docente en Nicaragua. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 18(2), 191-205. Recuperado de http://redie.uabc.mx/redie/article/view/1127

Resumen

El artículo describe una investigación con enfoque cuantitativo que tiene como principal objetivo determinar, desde la percepción del profesorado de Educación Secundaria de Chontales (Nicaragua), la relación entre las condiciones del trabajo docente y su salud. El estudio se desarrolló a partir de la administración de un cuestionario ad hoc de 62 ítems que recoge aspectos relacionados con la profesión, situación socioeconómica, condiciones de trabajo y salud, cumplimentado por 157 profesores. Con apoyo del programa SPSS se desarrollaron varias pruebas no paramétricas y coeficientes de correlación e independencia para tabulaciones cruzadas. Entre los principales hallazgos se señala que los profesores se sienten satisfechos y motivados con su profesión y reconocidos por su comunidad. En cambio, perciben un bajo salario y conviven con malas condiciones materiales para desarrollar su trabajo, lo que puede afectar a su salud. Entre las necesidades percibidas destaca la necesidad de una formación específica sobre auto-cuidado de salud y programas de salud preventiva.

Palabras clave: Docencia; Salud laboral; Educación en Salud

I. Introducción

Se vive una época de expansión económica y globalización, la cual no siempre tiene como consecuencia un aumento de la calidad de vida de las personas. Por el contrario, esta sociedad globalizada trae consigo un aumento progresivo de pobreza y desigualdad social en algunos contextos. Siendo la Educación, desde el ámbito formal, un proceso que se conlleva desde la escuela y que está orientada hacia el desarrollo humano, ésta ha venido funcionando de manera natural frente a la carencia tanto de condiciones de aprendizaje como laborales. En muchos casos las precarias condiciones no permiten un proceso inclusivo e integral de las personas, el caso que nos ocupa ahora es la salud del profesorado y estudiantes.

Nicaragua es el segundo país con mayor nivel de pobreza en América Latina, de acuerdo con el informe Panorama Social de América Latina, presentado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2013).

Podemos decir que prevalece la pobreza de forma masiva y, aunque en los últimos años es cierto que se está trabajando incesantemente en función de cumplir con los objetivos del milenio: erradicar la pobreza, tal y como se planificó en la Organización de las Naciones Unidas (2007), y procurar mejores condiciones de vida para todos los nicaragüenses; entendemos que no será posible a corto plazo generar empleos “decentes”, es decir, formales y con cobertura de seguridad social, de manera masiva. No es previsible por ahora, a pesar de las mejoras introducidas en los últimos años en el mercado laboral, el desarrollo significativo de empleos que mejoren los niveles de ingreso a un nivel que favorezca un consumo que garantice la supervivencia con parámetros equilibrados que puedan incidir en la superación de exclusiones provenientes de los altos niveles de pobreza.

El Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEPP, 2012) reveló que en Nicaragua, un país de renta media baja, los maestros devengan un salario básico o remuneración mensual de 170 dólares al mes, inferior al del resto de los países de la región centroamericana. Además de los bajos salarios que perciben los docentes, estos se encuentran presionados por lograr buenos resultados con respecto a las metas educativas, enfrentando toda serie de dificultades para desarrollar plenamente su profesión: falta de infraestructura adecuada, carencia de bibliotecas, de material didáctico y equipos de laboratorio, etc., situación que impacta en la calidad de los servicios educativos, en la calidad de vida del profesorado y en la competitividad actual y futura del país.

En los últimos años, las políticas públicas del país han logrado, mediante la planificación estratégica de la educación, un incremento en sus tasas de matrícula en todos los niveles, la disminución del abandono escolar y notorios esfuerzos por solventar la capacidad adquisitiva de consumo del profesorado de primaria y secundaria sobre los productos de la “canasta básica”, como se llama en Nicaragua al conjunto de bienes y servicios que una persona necesita para suplir sus necesidades básicas (Ministerio de Educación de Nicaragua, 2011). No obstante, siguen sin resolverse problemas de gran trascendencia, como la sistematización del propio fenómeno educativo y la valoración y gestión de aquellas variables que suponen prioridad para desarrollar un proceso educativo favorable y condiciones de vida más justas para el profesorado.

Cabe destacar, en principio, que la profesión docente es siempre una actividad ambivalente. Por una parte la enseñanza puede vivirse con optimismo, y convertirse en una forma de autorrealización profesional, ya que en ella podemos darle sentido a toda una vida. Sin embargo, no es posible esconder la otra cara de la profesión docente: una profesión exigente, a veces físicamente agotadora, sujeta siempre al juicio de un público que con sus preguntas pone a prueba, no sólo los conocimientos, sino también en la coherencia personal (Esteve, 1987).

Son muchos los estudios, desarrollados en diferentes países de América Latina y España, que evidencian las complejas situaciones que enfrenta el profesorado en su vida laboral y de subsistencia y que además son causantes de sus principales malestares. Un estudio sobre escenarios laborales educativos y salud psicosocial de las docentes de las escuelas básicas oficiales del estado de Zulia (Venezuela) expresa:

Si se revisa la planificación de cualquier institución educativa difícilmente se encontrarán acciones dirigidas a mejorar los escenarios laborales de las docentes, y para el cuidado de su salud, pero la falta de previsión en el deterioro de las condiciones laborales pudiese estar influyendo como causa principal de enfermedades profesionales; visto así, la salud de la docente pasa a un segundo plano, sin evidencias de que las autoridades educativas sean diligentes en dicho problema. (Rondón y Nava, 2008)

Según Esteve (1987, como se cita en Pérez, 2012):

España nunca se ha encontrado en mejores condiciones educativas que en el momento presente, por ejemplo, nunca se había conseguido escolarizar al 100% de la población hasta los 16 años y reducir la analfabetización casi por completo. Sin embargo esta escolarización ha implicado que el maestro no sólo tiene que enseñar al que no sabe, sino también al que no quiere […] todas estas circunstancias unidas al desprestigio social que conlleva la profesión desde hace años, hace que nos encontremos ante un problema psicológico individual de origen social, que genera un conjunto de síntomas como: falta de ilusión y expectativas, apatía, ansiedad y depresión, agotamiento físico y mental, entre otros muchos.

Un estudio comparativo en seis países de América Latina (Argentina, Chile, Ecuador, México, Perú, Uruguay) coordinado por la UNESCO-OREALC sobre Condiciones de Trabajo y Salud en el Trabajo Docente, describe como problemas comunes la falta de condiciones materiales, instalaciones de trabajo para los docentes (oficinas, sanitarios), seguridad contra incendios y material de apoyo. En el estudio sobresale también el trabajo realizado fuera del horario laboral, como preparar clases, preparar material didáctico, actividades extra-programáticas y asistir a cursos de perfeccionamiento (Robalino y Körner, 2005).

Escudero (2005), en un estudio sobre factores psicosociales en el sector docente desarrollado en España, expresa:

Es fácil entender que el colectivo de la enseñanza es uno de los mayores afectados por la depresión, la fatiga psíquica, el estrés y otras dolencias psíquicas o derivadas de ellas, como el llamado síndrome del quemado o burnout. Los trabajos como el del docente en el que se debe tener contacto directo con personas, implican una mayor carga emocional, que si no es bien manejada a nivel personal, puede tener repercusiones negativas.

Frente a estas cuestiones citadas, se logra mostrar que ha habido precedentes sobre la dura realidad a la que se enfrenta el profesorado en el desarrollo de su labor cotidiana, la cual resalta la posibilidad de que ellos aspiren a mejorar su condición de vida y los expone a situaciones de riesgo. En el caso de Nicaragua, sobre la penuria de la realidad salarial del profesorado, están los siguientes datos: en el 2006, sólo el 16% de maestros en Nicaragua declaraba estar satisfecho con su remuneración, frente a 34% en Guatemala, 36% en El Salvador y 50% en Panamá (Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo [SERCE], 2008). Desde 2007, el Gobierno de Nicaragua ha estado incrementando la remuneración de los docentes de Educación Básica y Media. La información respecto al promedio de remuneraciones docentes presenta algunas limitaciones, pues no se lleva un registro electrónico de remuneraciones pagadas y la información presupuestaria está imputada según el nivel con que fue creada la escuela, lo que lleva a reflejar erróneamente un exceso de profesores asignados a Primaria.

Sin embargo, aún existe el reto de disminuir la brecha en relación a la capacidad para adquirir la canasta básica. Un aporte importante para reducirla ha representado el Bono Solidario del ALBA (Alianza Bolivariana para América Latina) que se entrega al magisterio desde 2010. Así, los maestros reciben un ingreso adicional al salario, que hasta mayo de 2011 era de 700 córdobas y hoy se ha incrementado a 750. Cabe indicar que este bono, aunque ha complementado el bajo salario del magisterio nicaragüense, no forma parte del salario nominal y, por tanto, podría desaparecer en función de la evolución de las economías nacionales.

Así pues, con la presentación de estas situaciones, se evidencia una incongruente realidad; aun cuando el rol del profesorado (no sólo de Nicaragua, sino de América Latina y de otros muchos países en el mundo) es presentado con exaltación entre las políticas de los diferentes gobiernos, esto no se corresponde suficientemente con las actuaciones que se suceden a favor de mejorar la salud y calidad de vida de los mismos. Siguiendo con esta línea argumentativa, en este trabajo pretendemos determinar, desde la percepción del profesorado de Educación Secundaria de Chontales (Nicaragua), cómo se relacionan el escenario laboral educativo y las situaciones que ponen en riesgo de exclusión social por salud. Para ello nos acercamos a las condiciones socio-laborales y aquellas situaciones en riesgo de exclusión social en las que convive el profesorado de Nicaragua, y tratamos de establecer relaciones entre el escenario laboral educativo, las situaciones en riesgo de exclusión social y el perfil de salud del profesorado.

II. Método

La población del estudio está conformada por todo el profesorado de Educación Secundaria del Departamento de Chontales (Nicaragua) que desempeñó esta labor durante el curso escolar 2013-2014, 380 personas según datos del Ministerio de Educación. Cabe señalar que en Nicaragua se considera Educación Secundaria aquella que contempla los niveles de estudio que van desde el séptimo hasta el undécimo grado. Para determinar el tamaño de la muestra se empleó el paquete estadístico Stats versión 1.1, con un error máximo aceptable del 6%, un porcentaje estimado de muestra del 50% y un nivel de confianza del 95%. Con la ayuda de dicha aplicación, la muestra representativa de la población en estudio, quedó finalmente conformada por 157 profesores.

Para seleccionar las unidades o elementos muestrales se empleó la metodología del muestreo aleatorio estratificado. Para conseguir la estratificación óptima esperada se procedió mediante el parámetro de afijación proporcional para definir el número de profesores por municipio a los que se aplicaría el cuestionario. Luego, para seleccionar los profesores a encuestar por cada municipio se aplicó el proceso de selección aleatoria, empleando para ello la tabla de números aleatorios o random. A continuación se detalla el número de docentes de secundaria por municipio y la asignación correspondiente, después de aplicado el muestreo. Este se obtuvo mediante la fórmula matemática Ni=n x Ni/N, donde n es el tamaño de muestra, Ni el número de docentes por municipio y N la población total.

Tabla I. Población y muestra del estudio

Municipio Docentes Proporción
Acoyapa 30 12
Comalapa 14 6
Cuapa 10 4
Coral 18 8
Juigalpa 166 69
Libertad 17 7
Ayote 13 5
Santo Domingo 18 7
San Pedro 14 6
Santo Tomás 59 24
Villa Sandino 21 9
Totales 380 157
Fuente: Elaboración propia

Aunque existen instrumentos ya realizados que permiten valorar aspectos como las condiciones de trabajo, riesgo laboral y salud del profesorado están, en su mayoría, dirigidos a intereses y contextos distintos. Ante tal realidad se decidió elaborar un instrumento propio, sin negar que los consultados hayan servido de guía. El instrumento de recogida de datos para este estudio consiste en un cuestionario elaborado con la técnica de la escala Likert, por la que se presenta cada afirmación y se pide al sujeto que externe su reacción eligiendo uno de los puntos de la escala (cinco, en este caso). A cada punto se le asigna un valor numérico y sólo puede marcarse una opción.

El cuestionario consta de 62 ítems que recogen aspectos relacionados con la profesión-situación socioeconómica, escenario laboral: condiciones de trabajo-relaciones laborales y padecimientos o enfermedades consecuencia del desempeño laboral. Además, cabe recalcar que en cada enunciado a marcar con la escala Likert se deja abierto un espacio para comentarios u observaciones con la finalidad de ampliar o justificar la elección, si el encuestado lo considera pertinente.

Para asegurarnos de la validez del instrumento se desarrolló un pilotaje en el que participaron 30 profesores del Departamento de Chontales. Posteriormente se procedió a una validación por juicio de expertos en el que participaron seis doctores pertenecientes a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (Managua), Universidad Centroamericana, Ministerio de Educación de Guatemala y Universidad Pablo de Olavide. Una vez realizadas las mejoras recomendadas por los expertos, se procedió a evaluar la consistencia interna mediante la aplicación del alfa de Cronbach a todos los apartados del mismo. Para hacer posible el tratamiento de los datos se operativizaron las variables como se describe a continuación:

Tabla II. Operacionalización de Variables

Variable/
Subvariables
Definición Operacional
Medición
Indicadores Nivel de Medición
Escenario laboral educativo:
Condiciones de trabajo

Relaciones laborales
Grado de percepción sobre elementos relacionados a su entorno laboral y condiciones socio-laborales en las que se desempeña Condiciones de trabajo, ambiente y relaciones laborales, infraestructura apropiada, elementos de un entorno laboral saludable Escala Likert
Profesión y situación socioeconómica:
Situaciones de su profesión y realidad socioeconómica que lo convierten en un sector vulnerable
Grado de percepción sobre situaciones de su convivencia laboral y condición de vida que podrían exponerle en riesgo de exclusión social Condiciones de trabajo, remuneración salarial, formación continua, acceso a servicios de salud y salud preventiva, tratamientos específicos, relaciones sociales y acceso a las TIC, particularmente Internet Escala Likert
Desempeño y Condiciones de Salud del profesorado:
Condiciones de salud docente

Perfil salud del docente
Medida de elementos relacionados al cuidado
de la salud y relación de padecimientos que sufre
o ha sufrido el
profesor durante el
desempeño como docente
Estado de bienestar físico, mental y social y no solamente ausencia de enfermedades Escala Likert
e ítem de
opciones múltiples
Fuente: Elaboración propia

El cuestionario fue contestado por las 157 personas que conforman la muestra finalmente analizada y de la que se presentan los siguientes datos. De ellas, el 68.80% son mujeres y el 31.20% hombres. La edad media de los profesores está entre los 30 y los 50 años, destacando el rango de 31 a 40 años con un 50.30%. Con respecto a la antigüedad laboral, el 61.10% de los participantes cuenta con entre 6 y 20 años de experiencia. El 95.60% son titulados superiores (graduados medios o licenciados) y casi todos los profesores (88.50%) trabajan en centros de titularidad pública.

Con el apoyo del programaSPSS 18.0 para Windows iniciamos el proceso del análisis estadístico haciendo uso de tablas (distribución de frecuencias) y gráficos de carácter descriptivo, y así nos fuimos apoyando del análisis no paramétrico, ya que pretendíamos evaluar hipótesis acerca de la relación entre variables categóricas (variable con nivel de medición nominal u ordinal) (Triola, 2013). Las pruebas no paramétricas en las que apoyamos nuestro análisis fueron la chi cuadrada y los coeficientes de correlación e independencia para tabulaciones cruzadas. Luego de recabar las tablas descriptivas necesarias, los gráficos adecuados y las correlaciones considerables, se procedió a la interpretación de toda la información recogida y procesada para conseguir finalmente la meta-comprensión del tema de estudio.

III. Resultados

3.1 La profesión docente y su situación socioeconómica

Vale la pena resaltar que a pesar de ser muchas las cuestiones que aquejan al profesorado, el 88.60% del colectivo de profesores pertenecientes a esta muestra se siente totalmente o bastante satisfecho con su profesión (ver figura 1). Esta percepción positiva se ve reforzada con este otro dato: el 69.40% de los profesores manifiesta sin ambages que le gustaría seguir “siempre” trabajando en esta misma profesión. Esta expresión de satisfacción del profesorado, que remarca el hecho de inclinarse por la profesión docente, se atribuye al hecho de que quien se ha decidido por esta carrera generalmente lo ha decidido desde una perspectiva vocacional.

Figura 1. Satisfacción del profesorado con su profesión

Por otra parte hay una serie de elementos claves, que a pesar de otras duras realidades, hacen que la profesión sea valorada con ventaja, por ejemplo la necesidad de obtener un trabajo rápidamente y que éste promete estabilidad laboral. El profesor, además, se siente reconocido por la comunidad: el 96.90% indica que se siente bastante o totalmente reconocido. Esta idea dominante sobre la valoración social de la profesión se justifica por el hecho de que todos los discursos políticos nacionales e internacionales ponen de manifiesto la importancia de la educación para el desarrollo humano, cuya idea está impregnada en el sector magisterial y le sostiene en su desempeño, a pesar de las dificultades.

La percepción mayoritaria del profesorado es que tiene la suficiente preparación para desempeñar su labor docente en la sociedad actual: el 85.30% de los profesores se siente totalmente o bastante preparado para desarrollar la profesión. Este dato llama la atención puesto que la muestra de Chontales no parece representar, en esta cuestión concreta, al conjunto del país, ya que cerca del 40% de profesorado de Nicaragua corresponde a docentes “empíricos”, que justamente ahora es cuando se empiezan a formar en la Universidad (Jarquín, 2014). En cuanto a la estabilidad laboral, de acuerdo a los datos recabados, el profesorado de Secundaria considera mayoritariamente que la profesión docente garantiza un empleo estable en este país y así lo demuestran los porcentajes remarcados en las opciones: sí/totalmente (51.60%) y bastante (38.20%). Esta posición mayoritaria ante la valoración de empleo estable de la profesión docente confirma lo dicho anteriormente, pues es ésta, sin duda, una importante razón de motivación extrínseca para decidirse por el ejercicio de la profesión.

Si consideramos que las posibilidades reales de acceder a una vivienda digna son un determinante social esencial para la salud, los datos que se presentan a continuación parecen confirmar que el sector del profesorado conlleva su vida y desempeño laboral en condiciones bastante precarias. La posibilidad de comprar una vivienda son nulas o pocas en un 91.10% de los casos y solo un 5.10% dice que son bastantes o seguras. Encuestados sobre si la remuneración de su profesión le permite poseer las condiciones básicas para vivir con comodidad en casa, es alarmante que sólo el 0.60% contestó que sí (ver figura 2). Del mismo modo vemos la confirmación de una drástica realidad, pues aunque los consideran una necesidad, no pueden acceder a créditos para la compra de un vehículo. La opción resaltada por el profesorado es, con un 94.30%, la de “no tengo acceso a créditos para comprarme un vehículo, aunque para mí fuera necesario”.

Figura 2. Condiciones básicas de su vivienda habitual

En el ítem referido a las condiciones de recreación, nada menos que el 71.90% del profesorado contestó que sus ingresos le permiten recrearse junto con su familia “poco o nada” y en lo que se refiere a si dicha remuneración garantiza las necesidades básicas de los hijos e hijas, el 78.40% afirma que “poco o medianamente”.

Por otra parte, frente al omnipresente discurso sobre la importancia de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y su carácter emergente, hay que destacar que el profesorado encuestado pertenece al sector social que convive bajo la brecha digital, pues el 84.70% afirmó no tener acceso a Internet. Estos datos, sin embargo, no deben generar asombro, ya que según el Foro Económico Mundial, Nicaragua ocupa el puesto 124 de 148 países en uso de las TIC (Castillo, 2014). Por tanto, esta realidad que enfrenta el profesorado corresponde con lo que se define como brecha digital, que refiere a la diferencia socioeconómica entre aquellos grupos o comunidades que tienen acceso a Internet y los que no.

En cuanto al tema de la formación especializada, esto es, si el profesor tiene acceso a la realización de estudios de posgrado para fortalecer su práctica docente, más de la tercera parte (47.15%) contestó no poder realizar estudios especializados por coste propio.

Igualmente, más de la tercera parte de la muestra (47.10%) destaca su opinión con la opción “bastante” a la pregunta de si el profesor convive en situaciones de carencia o escasez. Esta opinión se refuerza con el 22.90% que da un sí rotundo ante el ítem (ver figura 3). Esta situación, la de considerar que se vive en carencia, es un elemento causante de estrés en el profesorado que conlleva situaciones de malestar. Lucio (2008), en su estudio sobre la cuestión docente, expresa que los bajos ingresos económicos que devengan los maestros los ubica como un sector social pobre y proletarizado, al vender su trabajo profesional cada vez más complejo, y no recibir la debida remuneración.

Figura 3. Situaciones de carencia y escasez

3.2 El escenario laboral del docente: condiciones de trabajo, relaciones laborales y salud

Sólo el 14.60% del profesorado opinó que su centro está provisto del suficiente espacio físico para desarrollar actividades relacionadas con su práctica docente. La mayoría de opiniones se concentran en sentido negativo: el 37.65% opina que nada o poco. Más de la mitad de la muestra en estudio (50.80%) contestó también negativamente ante la pregunta de si el centro reúne suficientes condiciones para desarrollar clases prácticas. Sobre el indicador “sobrecarga de trabajo” se encuentran opiniones repartidas. El 25.50% de la muestra opinó no tener sobrecarga de trabajo, seguida de la opción “poco” con un 22.90%, valoración que se inclina hacia la prevalencia de sobrecarga. Por otro lado es razón de revisión la cifra de 18.50% que opinó con un sí rotundo a la pregunta de si vive sobrecargado de trabajo, seguido de la valoración bastante con un 10.80%. Tal como señala Esteve (1987) la masificación de la enseñanza y el aumento creciente de todo tipo de responsabilidades que recaen en los maestros, no se han acompañado de una mejora efectiva de los recursos materiales y de las condiciones en que se ejerce la docencia. El mismo autor indica que por eso fracasan los intentos de cambio que no toman en cuenta la cultura profesional, las opiniones y condiciones de trabajo de los profesores.

Es interesante observar que, junto a todos estos datos que pueden afectar en sentido negativo al desempeño docente, la mayoría del profesorado opina que sus funciones están bien definidas (74.50% opina que totalmente o bastante definidas) y el 52.30% piensa que la organización escolar es adecuada o bastante adecuada. En la misma línea, habría que señalar la fuerte motivación para el cumplimiento de las funciones, ya que un 50.30% afirma que está motivado o muy motivado para ello.

Sobre el nivel de participación en aspectos relacionados con el centro de trabajo, los docentes dan opiniones divididas. Un 24.80% opinó que sí le permiten participar o hacer sugerencias relacionadas con la mejora del trabajo en su centro, el 23.60% opinó que bastante. Sin embargo, hay opiniones que vienen resaltando menor involucramiento del profesorado en esta actividad, como el 28.40% que opina que se cuenta poco o nada con ellos. Estos aspectos sobre gestión escolar y participación en cuestiones relacionadas al trabajo del centro son congruentes en su comparación con resultados de otros estudios. Por ejemplo, los presentados por Lucio (2008), pues en el indicador “participación en la gestión escolar”, su trabajo arrojó que el 38.50% afirmó que no es tomado en cuenta para participar en actividades de evaluación institucional. Así también, el 51.50% expresó que no ha participado nunca en la elaboración del proyecto curricular de su centro y, finalmente, el 30.20% opinó que nunca ha participado en la elaboración del mismo. Estos resultados comparativos, resultan pertinentes y permiten adelantarnos a una de las posibles realidades que a manera de explicación pudieran ser complementadas, junto a otras, en análisis posteriores.
Las relaciones o interacciones sociales son un factor relevante en el bienestar de las personas que laboran en una institución y además son impulsoras de buenos resultados en el desempeño. En este sentido, es importante resaltar que el 73.90% de la muestra afirmó tener buenas o bastante buenas relaciones con sus iguales en el lugar de trabajo y un 61.80% con sus superiores. En cuanto a la valoración general sobre el escenario laboral, las mayores valoraciones están en las opciones intermedias, pues más de la tercera parte de la muestra (42%) opinó con bastante, a favor de considerar adecuado el escenario laboral donde trabaja.

En relación a si el profesorado sabe cómo cuidar su salud durante su desempeño, nos encontramos con valoraciones divididas y concentradas en las opciones intermedias (ver figura 4). Se puede apreciar que apenas el 7.60% de la muestra opinó que sí sabe claramente cómo cuidar su salud, mientras el 22.90% comenta que no sabe cómo hacerlo, seguido de un 30.60% que opinó con la opción poco. Es pertinente destacar que esta situación es bastante análoga a la que presenta Aparicio (2009), en su estudio “Práctica educativa y salud docente” realizado en España, cuando preguntó a los docentes sobre la cultura de prevención dentro del colectivo en materia de salud. En dicho trabajo sólo un 25% del total de docentes contestó que sí hay conciencia del cuidado de la salud en relación con el trabajo diario. Del mismo modo, en un estudio realizado por Zamora y Cobos (2013) sobre el estado de salud del profesorado en Nicaragua, sólo el 20% contestó que sí poseía nociones sobre cuidados de salud ante su desempeño laboral. Todo esto nos lleva a inferir que existe escasa percepción del riesgo entre la profesión docente, casi de manera global.

Figura 4. Conocimientos de auto-cuidados en salud del profesorado

Nos parece muy significativo que el 59.20% del profesorado comenta que tiene poco o ningún acceso a programas de salud preventiva. De la misma forma, el 79.60% de la muestra afirma que en los centros escolares no existe ningún responsable de seguridad o salud laboral. En este sentido nos apropiamos de la orientación de Estébanez (2002) sobre el concepto de exclusión social, el cual en su significación original se refería a las condiciones de marginación y desprotección en las que vivían ciertas personas, pero hoy ha adquirido una concepción más amplia. Así, por ejemplo, las personas con trabajos precarios, las que reciben servicios insuficientes de salud, malas condiciones laborales, mala remuneración son también excluidas socialmente, ante esto y lo referido en los datos presentados nos queda hacer la conjetura de que el sector del profesorado de Chontales (Nicaragua), convive en muchos sentidos en situaciones de exclusión social. Abundando en esta línea argumentativa, hay que resaltar el hecho de que el 61.10% opina que las condiciones laborales en las que se desempeña atentan mucho o bastante contra su salud (ver figura 5).

Figura 5. Trabajo en condiciones que dañan la salud

Para justificar esta prevalencia de situaciones que atentan contra la salud del profesorado y su desempeño citaremos algunas recabadas por Lucio (2008), en su estudio de la cuestión docente en Nicaragua, donde se señalan, entre otras: supervisión sin sentido positivo de asesoría pedagógica, falta de condiciones materiales de trabajo, excesivo número de alumnos por aulas en algunos casos (entre 50-60), problemáticas del entorno social como atención a estudiantes que sufren de abandono de los padres, pobreza y hasta casos de violencia intrafamiliar.

3.3 Patologías durante el desempeño laboral

En este apartado pretendemos describir de forma sucinta los padecimientos que sufre o ha sufrido el profesor durante su desempeño como docente. Lo tabla III indica el perfil de salud en el que se desarrolla el profesorado, es decir, describe y advierte del estado de salud de este sector e induce así a la búsqueda de explicaciones que fundamenten tal realidad. La tabla resalta las enfermedades o padecimientos más recurrentes al desempeñarse en el sector del profesorado. Los resultados son consistentes con la extensa y más reciente literatura publicada sobre el tema (Rivero y Cruz, 2008; Longás et al., 2012; Colatarci, 2013; García y Muñoz, 2013; Palomino et al., 2013; Castillo, Fernández y López, 2014). El orden de las que más destacan es: estrés, gastritis, insomnio, enfermedades de la columna), varices en las piernas, disfonías y depresión.

Tabla III. Padecimientos durante el desempeño laboral

Enfermedades Respuestas
Número %
Disfonía 28 6.60
Várices en las piernas
34 8.00
Enfermedades de la columna
40 9.40
Tendinitis
6 1.40
Estrés
125 29.30
Depresión
24 5.60
Insomnio
43 10.10
Gastritis
87 20.40
Resfriados
2 0.50
Hipertensión arterial
9 2.10
Colon irritado
14 3.30
Trastornos ginecológicos
10 2.30
Diabetes 4 0.90
Total 426 100.00
Fuente: Elaboración propia

IV. Conclusión

Si bien desde un paradigma o enfoque clásico, la salud laboral y la prevención de riesgos laborales se había limitado a considerar como profesiones de riesgo aquellas donde existe la presencia de significativos riesgos físicos, químicos y biológicos, actualmente se consideran también la carga laboral, el horario, el contexto laboral o las relaciones interpersonales, entre otros muchos elementos. Puesto que en el ejercicio docente convergen factores dinámicos que repercuten en las condiciones de trabajo y una buena parte de ellos se refieren a demandas y situaciones de carácter complejo que pueden devenir en situaciones laborales nocivas para la salud (Zavala, 2008) es, en este sentido, que desde la década de los ochenta empieza a describirse el malestar docente como un fenómeno internacional que se evidencia en la literatura científica (Lopes y Martínez, 2012).

El profesor vivencia una profesión que, como el dios Jano, tiene dos caras que coexisten al mismo tiempo. Una es la de la satisfacción por el desarrollo de una vocación que genera muchos logros personales. Otra, la de una profesión preñada de malestares y dolencias que la sociedad no termina de percibir en su justa medida. El fenómeno del malestar docente no es inexistente en contextos de menor desarrollo socioeconómico sino que, muy al contrario, la escasa investigación social hace invisible su persistencia. Este estudio ha puesto de manifiesto que también en Nicaragua el profesorado de Educación Secundaria se siente satisfecho o muy satisfecho con su profesión pero que, al mismo tiempo, tiene la percepción de vivir en condiciones de escasez, percibir un salario insuficiente y reconocen una vida llena de carencias, entre las que se encuentran la falta de una vivienda digna, transporte adecuado, condiciones de recreación, formación de posgrado o acceso a Internet.

La realidad de la remuneración económica del magisterio nicaragüense es tildada de insuficiente por el propio profesorado. El profesorado percibe que con su remuneración no alcanza siquiera el costo real de la canasta básica, el acceso a tener una vivienda propia, ni puede garantizar a su familia (particularmente a sus hijos) una vida con estabilidad y prosperidad. El reconocimiento económico actual que recibe el profesorado, los mecanismos de promoción laboral y la falta de adecuadas condiciones materiales de trabajo son, entre otros factores, los causantes de esta percepción generalizada.

Podemos decir que esta descripción es congruente con la literatura científica analizada. Por ejemplo, en un estudio de caso realizado en México sobre las condiciones del trabajo docente, Rodríguez (2012) señala de manera análoga que en el contexto latinoamericano, de igual forma, el panorama descrito confirma que los tiempos de descanso para el profesorado son en extremo reducidos, pues este grupo poblacional, por la cantidad y diversidad en las tareas y trabajos complementarios, dispone de poco tiempo para la recreación y el descanso. En el trabajo desarrollado en Brasil, Fernandes y Da Rocha (2008) destacan que los bajos salarios dificultan el acceso a los servicios de salud, opciones de ocio y adquisición de propiedades, incluyendo un vehículo. La dependencia del sistema de transporte colectivo, generalmente masificado y precario agrava aún más las condiciones de trabajo del profesorado que generalmente tiene que desplazarse a largas distancias.

Con relación al escenario laboral destacan las siguientes debilidades: prevalencia de carga laboral extra que no está reglamentada, falta de gestión y organización apropiada de la relación tiempo-jornada laboral, ratio de alumnos inadecuada en muchos centros (con la lógica incidencia que esta circunstancia tiene en disfonías y estrés), carencia de espacio físico para la gestión de la docencia y otras tareas e insuficiencias materiales de todo tipo. Todos los aspectos negativos que se han venido concluyendo, en relación al escenario laboral en el que se desempeña este sector del profesorado y a otros aspectos de su profesión que explican sus condiciones de vida, se pueden resumir explicando que este grupo de profesores está sometido a un buen número de estresores, entre los que podríamos señalar: elevados niveles de atención y concentración con un numeroso grupo de estudiantes, la necesidad de propiciar estrategias múltiples de aprendizaje para grupos distintos con escasos recursos, la atención a la diversidad de aprendizajes o la construcción misma de su identidad profesional.

Lo expuesto justifica la razón por la que el profesorado es uno de los sectores con más padecimientos de estrés y otros –como disfonía, insomnio, gastritis o ansiedad, producida en gran parte por la realidad laboral y socioeconómica con la que convive. Al mismo tiempo, condiciones de trabajo que sí son positivas, como el reconocimiento de los pares y autoridades, aparentemente tienen un impacto menor o, al menos, no son lo suficientemente potentes como factores de protección para contrarrestar los factores de riesgo mencionados.

Finalmente existe un alto desconocimiento por parte del profesorado sobre la necesidad del cuidado de la salud durante su desempeño; el tema de la salud laboral es una temática poco abordada por las dirigencias institucionales. Ante lo expuesto, podemos concluir que el propio profesorado muestra dudas o no sabe acotar la prevalencia de riesgos laborales en su profesión, lo que justifica la necesidad en estos momentos de una formación específica sobre auto-cuidados de salud y programas de salud preventiva.

Como señala Estébanez (2002), en el concepto de exclusión social se han de incluir no sólo a las personas con falta de trabajo y sin acceso a servicios de salud, sino también a aquellas con trabajos precarios y con acceso a programas de prevención deficientes. Entonces, y de acuerdo a esta apreciación, el profesorado de Secundaria de Nicaragua convive, en cierto modo, con situaciones de exclusión social que constituyen un factor que perjudica su propia salud y complica su labor docente. Como ya hemos dicho en otras ocasiones (Cobos, 2006), no deja de ser un contrasentido que cada vez se ponga más en valor la importancia de la Educación y la Promoción de la Salud en los contextos escolares, sin acercarnos previamente a los problemas de los propios docentes, y es que, si estamos convencidos de que la inversión en educación es una de las que más reditúa para el desarrollo de un país, no lo es menos que hay que poner el foco sobre el profesorado, piedra angular de todo el sistema.

Agradecimiento

Agradecemos a la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) por haber financiado algunos de los trabajos preparatorios y la puesta en valor de los resultados que se recogen en este artículo, mediante el proyecto A1/040008/11, correspondiente al Programa de Cooperación Interuniversitaria e Investigación Científica (PCI), aprobado según Resolución de 16 de noviembre de 2011 (BOE 12/12/11). Por su implicación personal, respaldo y constante apoyo, al equipo decanal y al claustro de profesores de la FAREM-Chontales de la UNAN-Managua y a todos los docentes que han participado, de un modo u otro, en este trabajo. Con mucho cariño, muy especial y destacadamente, al Dr. Elmer Cisneros Moreira, Rector de la UNAN-Managua por su incansable trabajo en pro del mejoramiento integral de la Universidad y el reforzamiento de las capacidades docentes e investigadoras de su profesorado. Él sentó las bases de la acreditación nacional e internacional de la institución y del despegue definitivo de los estudios de doctorado en esta casa de altos estudios (d.e.p.).

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