Revista Electrónica de Investigación Educativa
Vol. 7, Núm. 1, 2005
Sujetos virtuales de conocimiento:
Los retos de la información en el hipertexto
Ana Marcela Mungaray Lagarda
mmungaray@uabc.mx
Universidad Autónoma de Baja California
Escuela de Humanidades
Calzada Tecnológico #14418
Mesa de Otay, 22390
Tijuana, B.C., México
(Recibido: 2 de mayo de 2004; aceptado para su publicación: 18 de enero de 2005)
Este texto presenta una reflexión sobre el sujeto virtual dentro de la teoría del conocimiento y los retos de la información vertida en el hipertexto. La discusión se nutre en torno a la necesidad o insuficiencia de una estructura de conocimiento frente a una estructura de información que, aparejadas, confrontan nuestros quehaceres académicos y reconfiguran nuestras estrategias de transmisión del conocimiento. Este ejercicio se conforma a partir de una observación directa no participante de usuarios de Internet en centros de autoacceso públicos e institucionales. Se eligió una población estudiante en tiempo de actividad extraescolar con metas de “investigación”, “tareas” o sólo “saber más” respecto a un tema de búsqueda. Palabras clave: Teoría de conocimiento, conocimiento e información, sujetos virtuales.
La vorágine de la información en los medios hipertextuales, es decir, el acceso por vía Internet a redes de información ha empezado a caracterizar una estrategia de diversificación e incorporación de datos en los ámbitos académicos. Esto se ha ido consolidando hasta el punto de formalizar una creciente necesidad de infraestructura técnica y equipamiento básico, tanto en equipos de cómputo como en cableado de redes para Internet en los ámbitos escolares y académicos. La posibilidad de acceder a redes de información, vía Internet, pone en juego una problemática interesante entre estructuras de conocimiento y estructuras de información, como un planteamiento que requiere formalizarse y polemizarse, ya que maestros y alumnos se encuentran expuestos al riesgo de sucumbir ante información interesante y castigar la conformación de un conocimiento pertinente. En este texto queremos discutir la necesidad de una teoría de conocimiento en los términos que expresen explícita e implícitamente sus componentes principales. Esto es, de manera implícita los referidos al sujeto, al objeto y a las posibilidades de correlación entre ellos, y de manera explícita destacar cómo se vierten algunos procedimientos mediante los cuales se puede dar contenido a la noción de verdad y a algún sentido construido en una pauta lógica o dialógica como producto de la correlación señalada. En estos términos, la discusión nos lleva a plantear la noción de lo que “es” o “puede ser” el sujeto, considerando sus atribuciones centrales en la apropiación del mundo y en la reinvención del mismo, a partir del desarrollo de la tecnología y las oportunidades derivadas de ella, es decir, conformado como sujeto virtual.
En torno al sujeto, la problemática inicial es la que se genera por la interesante polisemia, no sólo del término sino de las palabras que se consideran sinónimas, en este sentido, partimos del concepto de hombre que refiere en primer plano a la especie humana en general, como el mamífero por excelencia dotado de razón. Seguido a esto, encontramos la encrucijada entre persona e individuo, donde el segundo término representa al ser organizado en comunidades de su especie y que por excelencia se entiende como el ser agregado e indeterminado. Con el concepto de persona asumimos el matiz del individuo de la especie humana en relación con el mundo y consigo mismo. De estos conceptos pueden derivarse fusiones importantes como el de persona humana, que sobrepone una determinación importante sobre la apropiación e inclusión de este ser en un “mundo civilizado”. En este lindero encontramos la nominación de sujeto que se conforma más allá del ámbito mental, invocándolo como aquel ser del que se habla o se dice algo y, más aún, como aquel ser que se plantea como espíritu o conciencia del mundo, como principio determinante del conocimiento. La función del sujeto consiste en aprehender mentalmente el objeto, lo cual sucede generalmente cuando capta las propiedades de éste. El sujeto se suma a esta polisemia, enfatiza las implicaciones respecto al uso de las palabras al situarse en el centro del proceso de conocimiento, como principio que conforma las peculiaridades de las cosas reales e ideales que reconoce y representa en el mundo, a partir de la acción que ejerce sobre él. Así, el sujeto se constituye desde la filosofía como el espíritu humano que se opone al mundo exterior. Asimismo, se asume dentro de posibilidades lógicas o dialógicas como el ser del que se puede enunciar algo y como la posibilidad de ser él mismo quien conforme el enunciado. En este planteamiento el sujeto implica un momento profundo de representación que en un acto de ingenuidad se enfrenta al mundo de la información disponible, con la intención de captar al objeto en su dimensión cognitiva.1 En un orden complementario el sujeto se asume dentro de la concepción de conocimiento que es designado desde la filosofía en dos momentos:2 Primero, cuando refiere el acto de conocer en sí mismo y, segundo, cuando convoca a la cosa conocida. Estos momentos se aplican ya sea a la representación simple de un objeto o al hecho, y a la necesidad de comprenderlo. Esta disyuntiva puede entenderse como una estructura de interpretación en la cual se ve implicada una red semántica de significados como posibilidades de referir un signo a un objeto. Es en este proceso donde pueden derivarse algunos sentidos de apropiación como acciones fundamentales que el sujeto desarrolla en una pauta de conocimiento. Esto puede entenderse como el acto del pensamiento que: En cualquiera de estos casos los modos en que se organiza el conocimiento4 empiezan a conformar una estructura compleja que puede delimitarse dentro de algunas propuestas paradigmáticas contemporáneas.5Éstas definen los campos donde se puede centrar el debate no sólo del contenido del conocimiento, sino de sus implicaciones filosóficas y sociales. Así, encontramos que el sujeto puede entenderse desde distintos paradigmas: A partir de las dos últimas perspectivas, puede entenderse un sujeto virtual capaz de construir, transformar, incorporar y cambiar de centro y origen dentro del mundo que habita. De estos planteamientos paradigmáticos puede derivarse una visión sobre del sujeto centrada en el desarrollo de la virtualidad en muchos sentidos: en juegos de palabras, en fusiones de estrategias y técnicas que ofrecen con el lenguaje el acceso al ciberespacio, donde el ámbito hipertextual permite crear su significado propio sobre el mundo. Confluye así, un sentido sobre el sujeto como un ser constituido en función de tres procesos: el primero, como la correlación del ejercicio con el que organiza su mundo exterior; el segundo, como su capacidad de asimilación del nuevo lenguaje y, el tercero, en su habilidad para descentrarse del punto de origen y reiniciar de nuevo su apropiación del mundo. La insistencia sobre el sujeto y su contenido tiende a la legitimación de un ser en múltiples dimensiones que permita articular “la virtualidad” que ofrece el lenguaje, y el acceso a los medios que generan un lenguaje propio. Este lenguaje se vuelve alternativo a los modos convencionales, permitiendo mezclar las estructuras sólidas del conocimiento con los ambientes flexibles derivados de las tecnologías, lo que sugiere: En este sentido, la discusión que formulamos no perfila un sujeto idealizado que se apropia del mundo y lo transforma en modos coherentes de conocimiento como el único resultado posible, sino un sujeto que reclama nuevas estructuras o fusiones respecto a los modos en que organiza su trabajo y los campos donde lo legitima. Llegamos así a un sujeto que deriva en el significante simbólico de un ser con capacidad de relacionarse con el medio y que para sobrevivir en él construye un proceso abierto y autorreflexivo sobre sí mismo y el mundo. Este sujeto virtual, revisado desde las propuestas paradigmáticas, pretende ser conformado desde otras dimensiones asociadas al ciberespacio y al cibertiempo. Esta atribución del sujeto, surge desde un planteamiento situacional que reclama un proceso de resolución del sujeto frente a un mundo nuevo; esto incluye no sólo la definición etimológica previa y esperada, sino también las discusiones colaterales donde lo virtual no es entendido ingenuamente en oposición a la realidad, sino como un planteamiento que cuestiona las situaciones actuales. Un planteamiento que se resuelve como potencial, posibilidades o espectro de diversificación frente al mundo que se conoce y al mundo “hiper” que se intuye. Así, lo virtual se entenderá de acuerdo con Levy (1999, p. 19), desde ese planteamiento amplio y dinámico que señala como “la virtualización no es la desrealización, sino una mutación de identidad (…) un lugar por definirse (...) por su actualidad como una solución, la entidad encuentra su consistencia en un campo problemático donde la transformación de la realidad se da en un conjunto de posibles”. En consecuencia, siguiendo esta propuesta puede plantearse un sujeto virtual que se caracterice por:
Definir el sujeto virtual dentro de un esquema de fusión conceptual y de juegos, con la virtualidad que va desde el hiperespacio y el hipertiempo hasta los usos convencionales del lenguaje, requiere de referentes paradigmáticos que permitan observar los puntos de tensión entre una estructura sólida de conocimiento y nuevos centros o nuevas formas de relación con los datos y los contenidos vertidos en un universo inimaginable. Este nuevo esquema de información logra eventualmente reconfigurar algunos elementos desde el argumento lógico hacia nuevos desplazamientos en términos de subordinación jerárquica, en la selección y asimilación de información hipertextual. En general, dentro de las visiones paradigmáticas, se conceptualiza al sujeto dentro de nociones de carácter fundamental respecto a un ser, que en conciencia de sí, funda una relación básica de conocimiento. Hemos insistido en el conocimiento como un concepto articulador del sujeto, como el campo que permite generar no sólo una gama de actos del sujeto sobre el mundo, sino como una serie de procedimientos y contenidos que dan cuenta del proceso realizado. Los planteamientos sobre el conocimiento, sin duda se nutren de múltiples campos disciplinarios, generando así aspectos y versiones que multiplican sus significados. Esto impide, en cierto sentido, considerar con claridad el centro desde donde se puede dibujar un sujeto diferenciado no sólo paradigmáticamente sino en la construcción personal de un conocimiento propio derivado del uso de los recursos asociados a la tecnología. Así, se van sumando dimensiones desde la filosofía, la sociología, la biología y la psicología que se avocan a representar puntos de vista y fundamentar la noción científica sobre el sujeto, su proceso de conocimiento y el producto de éste. Lo que está presente en la discusión es un proceso con tendencia a construir modelos alternativos que avalen las diversas formas en que se genera el conocimiento. Para ilustrar este caso, pudiera pensarse en el modelo derivado de la epistemología genética de Piaget (1986), quien propone una estrategia general del conocimiento, inspirado en el racionalismo científico; frente a una estrategia de conceptualización filosófica donde está en juego la conciencia y el objeto, ya sea concreto, abstracto, real o ideal, siempre y cuando se encuentre en el mundo propio. Así, en la filosofía se funda la actividad avocada a conceptuar los procesos de atribución del ser a las cosas en el mundo. Con ello, pudiera pensarse que desde este campo se construyen las oportunidades de plantear y resolver las cuestiones básicas sobre: ¿qué es el conocimiento? y ¿qué podemos entender por conocer la realidad?, ¿qué es el acto? y ¿qué representa la potencia?, como principios a partir de los cuales pueden orientarse las investigaciones formales sobre la virtualidad y respecto al sujeto inmerso en el proceso del conocimiento científico. En este sentido, el conocimiento científico contemporáneo se vuelve una fusión de estrategias del sujeto entre actos del pensamiento y procedimientos implícitos de conocimiento. Estas fusiones deben sortear una serie de omisiones que se detectan al no aclarar las implicaciones de las fuentes y los procedimientos para encontrar los datos, como puede ser el caso de las estimaciones de verdad y pertinencia sobre las fuentes de información. A su vez, estas omisiones derivan en sobreentendidos que se proyectan sobre los hallazgos hipertextuales y se magnifican al no actualizar el origen y la necesidad de especificar su inserción en el campo de conocimiento que se construye, quedando como un juego dialéctico de correlación entre sujeto que conforma su propio significado y el medio que conforma al sujeto a través de sus encuentros. En otro orden de ideas, el conocimiento debe superar una serie de sobreentendidos, al dar por hecho que éste se conforma por una serie de procedimientos que se contienen solos y que se validan en la repetición sin precisar sus contenidos. En suma, el contexto en que se conforma la noción del conocimiento científico contemporáneo se expresa como un acto de múltiples representaciones del sujeto sobre su mundo, desde condiciones extremadamente dinámicas influidas por el desarrollo y uso de la tecnología. En él se ve implicado un sujeto bajo un esquema de ingenuidad que lo enfrenta desde estructuras sólidas (institucionales, culturales) hacia el mundo de la información, como estructuras flexibles (tecnologías y posibilidades de acceso a ellas), para conformar no sólo nuevos objetos de conocimiento, sino nuevas situaciones donde puede darse la correlación entre los sujetos y los objetos. Asi, los nuevos campos “hiperpuestos” en el mundo del conocimiento que aspira a la cientificidad, se conforman desde una necesidad de aclarar éste, como fundamento desde dos argumentos de carácter filosófico: a) la conformación de un dilema claro entre los argumentos lógicos versus los de tipo dialógico y relacional y, b) la necesidad de fundamentar ontológicamente la mención del conocimiento, esto es, como algo claro y reconocido en su dimensión real y potencial. Como algo que es, desde quien conoce y se dirige hacia lo que está en potencialidad de ser conocido.
La noción de estructura en este planteamiento es central, ya que refiere como concepto una necesidad primordial de abatir la polisemia en que se puede circunscribir. El caso es que si diéramos por hecho el entendimiento cabal de este acto, entonces la distribución y el orden de las partes redundaría en un todo organizado, dando como fruto un conocimiento estándar de la realidad que nos rodea. Así, una estructura de conocimiento sólida estaría implicando a la suma de las problemáticas expuestas que, de hecho, por su simplicidad y elocuencia no requerirían de mayor cuestionamiento. Sin embargo, los referentes y las implicaciones de conocimiento estructurado no se expresan de manera decisiva y explícita en el manejo del lenguaje y en la composición del desarrollo coherente de las expresiones en uso. El resultado de estas implicaciones explícitas nos lleva a la expresión del análisis implícito y profundo de cómo se articulan los pensamientos, así, una estructura de conocimiento debería dar cuenta, para cada cual y para cada contexto, de las nociones que son base de nuestra expresión. Esto es, una relación que como ha venido construyendo, da cuenta de un sujeto implícito, que enuncie: quién es, cómo piensa, cómo cree que el otro reflexiona; y que toma su propio contraste en la elección de un objeto de conocimiento determinado. Con esto, debe ser posible conformar un argumento donde se despliegue el significado propio, dejando en claro que las relaciones y las conexiones que sugiere el sujeto –identificado como conformador del contenido de conocimiento–, si bien están dirigidas complementariamente y son sostenidas en un campo de símbolos y textos compartidos, pueden sugerir una multiplicidad de representaciones que dan cuenta o no de la meta de transmisión del conocimiento original. Como una estrategia compleja deriva en una gama de estructuras donde puede tomarse en cuenta el desarrollo de un conocimiento o quedar sólo en un acervo de información con un sentido contextual e inmediato que no logra ser interiorizado y, por ende, se define en una estructura marginal que sobrevive en la inmediatez sin trascender al núcleo de la sociedad del conocimiento. Esto se ejemplifica en las Figuras 1 y 2 que conforman entradas (input) comparadas con implicaciones alternativas: Figura 1. Estructura de conocimiento Figura 2. Estructura de información Este argumento tiende a fortalecer la visión de lo virtual como la oportunidad de plantear la fusión como posibilidades, como tejidos de la diversidad. Lo más cercano a esto sería una nueva línea de conciliación entre las delimitaciones paradigmáticas tajantes, que se resuelven bajo línea de argumentación lógica, dejando el argumento como esbozo de posibilidades que se resolverán frente a los nuevos descubrimientos de la tecnología específicamente en el terreno educativo. Así, en un primer plano, contamos con los hechos de la información general que proviene de distintos acervos, tanto físicos como virtuales, que se encuentra en textos y en hipertextos; que pone en juego al sujeto con sus sentidos y su capacidad de asimilación y asombro. Este acervo fluye en volúmenes ilimitados y en tiempos de acceso. El resultado de esto es que eventualmente se saturan los sistemas técnicos o las terminales de la red y, sobre todo, como elemento relevante, se satura la capacidad de manejo de información por parte del sujeto que la solicita o la encuentra. Esta situación fácilmente diluye el procedimiento previo de la conformación de una estrategia de búsqueda, por un abandono ingenuo frente al volumen de datos ordenados por palabras o tiempos de acceso, en estrategias ajenas propuestas por los navegadores profesionales en Internet. Finalmente, como parte de este argumento no se está cuestionando el entendimiento sobre el conocimiento científico que en términos de Bunge (1981, p. 10) se caracteriza como “cuerpos sistematizados de información (teoría) coherente, que explican un sector bien delimitado o definido de la realidad”, estos cuerpos se mantienen vigentes y en movimiento siempre y cuando estén construyendo un campo definido de interés. Lo que está en debate es si la implicación de las características de la ciencia (lo metódico, sistemático y la sujeción a comprobación empírica) se ven expresadas en la composición de los contenidos y la organización de la información derivada de los referentes hipertextuales.
En contraste, en la Figura 2 se puede verter otra posibilidad: asumir la problemática entre lógica y dialógica así como de fundamentar ontológicamente a partir de la conformación de una estructura flexible de información, donde el sujeto figurado asume e incorpora las innovaciones tecnológicas dentro de sus supuestos de trabajo, y no necesariamente logra trascender en un conocimiento.
En este contexto la discusión que seguimos se entreteje frente a los retos del flujo de información y a un cuestionamiento sobre si lo pertinente es mantener una estructura de conocimiento sólida para su análisis o si se tiende a formalizar una nueva forma de conocer que asimile la tensión derivada de incorporar la información dinámica y volátil. Es decir, documentando cómo se da el conocimiento bajo los requerimientos de una lógica estructural frente a una dialógica hipertextual.
Las implicaciones y las estructuras
Una primera implicación de este planteamiento es la fuerte influencia del azar respecto a las palabras de búsqueda que en estos casos se transforman en categorías de acceso y diluyen la implicación metodológica en la orientación del dato. Esto redunda en que el mercado de la información construye la jerarquización de los espacios que influyen a su vez en el acopio de datos. De esto deriva un consecuente condicionamiento de contenidos en las opciones presentadas, donde, de manera obvia, la palabra no refiere un concepto metodológicamente construido como categoría de investigación sino una estrategia circunstancial que permite el flujo de saberes dispuestos en el espacio virtual. En el caso donde el motor de inicio es la palabra “conocimiento”, que en un intento por aproximar una definición de trabajo sobre el concepto, dirige el “azar cibernético” hacia un repertorio que despliega una serie de definiciones de reflexión sobre el motor de búsqueda en torno a la palabra elegida en este primer sentido. Por otro lado, expresa cómo nos provee de una serie de sitios que sugieren ámbitos relacionados en la red y que aventuran en extremo las posibilidades de encuentro del interés inicial. Este efecto se observa en el siguiente ejemplo de una serie de resultados en torno a la idea de búsqueda con la palabra conocimiento: Chilenos se sacaron un rojo en conocimiento del sistema de AFP - Las Últimas Noticias (Chile) - 17 Abr 2004 GESTION DEL CONOCIMIENTO.COM Comunidad de personas, líder en temas de Gestión del Conocimiento y Capital Intelectual. ... FUNDACIÓN IBEROAMERICANA DEL CONOCIMIENTO Ya somos 13327 Miembros... Comisión nacional para el conocimiento y uso de la biodiversidad ... , Estrategia Nacional. •, Redes de información y conocimiento. •, Mamíferos de México. •, Acerca de los catálogos de autoridades taxonómicas. ... Portal del Conocimiento.com El producto final se ve en el siguiente ejemplo que ilustra la construcción de textos a partir de algunos datos encontrados en la red al aplicar la palabra conocimiento como criterio de búsqueda: El conocimiento científico es un pensamiento dinámico en la conciencia de los sujetos capaz de utilizar la reflexión crítica sobre un problema. Es cierto que se requieren de ciertos pasos para llegar a él sin embargo es necesario un pensamiento categorial para acceder a ellos por lo cual exige la categoría de 'totalidad' entendida como la apertura a la realidad que vivimos para concretar en un tópico específico. Entenderemos por Estado del Conocimiento el análisis sistemático y la valoración del conocimiento y de la producción generadas en torno a un campo de investigación durante un periodo determinado. Permite identificar los objetos bajo estudio y sus referentes conceptuales, las principales perspectivas teóricas-metodológicas, tendencias y temas abordados, el tipo de producción generada, los problemas de investigación y ausencias, así como su impacto y condiciones de producción. Uno de los rasgos del estudio de la Organización y Representación del Conocimiento es la doble necesidad de nutrirse de una aproximación interdisciplinaria y, a su vez, de una clarificación conceptual. En la propuesta epistémica que nos ofrece Fred Dretske .Stanford University (California, EEUU), podemos encontrar una posible solución a esa doble necesidad. Sin embargo, un análisis más profundo de esa definición nos obliga a aceptar unas conclusiones bien distintas. En concreto, el análisis dretskeano de la información presenta ciertos problemas a la hora de recoger dos tipos especiales de potenciales contenidos informativos transportados por las señales. La introducción del parámetro k en su definición y la violación de la concepción realista que se deriva de la misma también le provoca graves problemas. Por último, de su análisis semántico se obtienen también algunas consecuencias contraintuitivas derivadas de identificar exclusivamente las regularidades nómicas como condición necesaria y suficiente del flujo informativo. Es claro pues, que repetir la estructura de información, citar las palabras y establecer los referentes sin la mediación adecuada o sin el proceso de conocimiento explícito, cae en la duplicación de un lenguaje, posiblemente adecuado en un conjunto de ideas, pero sin sentido propio para la estructura de conocimiento. Podemos ilustrar este juego de estructuras al comparar las Figuras 3 y 4. La observación relevante en las Figuras 3 y 4 es la composición del desempeño (performance) que, de acuerdo con los insumos de entrada (input), condicionarán las posibilidades de salida (output), que como podemos ilustrar desde la gráfica es el componente creativo y propio lo que signa la diferencia. El inicio en las estructuras propuestas es lo que hace la diferencia, ya que en la conformación del conocimiento como una referencia sólida, la información inicial implica un sujeto con un proyecto de búsqueda explícito; por tanto, los campos de interés se conforman de acuerdo con sistemas de ayuda especializada. Esto sugiere un uso óptimo de las redes de información en la consecución de procedimientos o en el requerimiento de estrategias de información. Esto deriva en consecuencia lineal como motores de búsqueda que actualizan el concepto de ciencia como el todo estructurado sistemáticamente y que se encuentra en posibilidad de fundamentar la comprobación empírica necesaria. En la Figura 4, relativa a la información, el punto de inicio es la “desinformación” como motor de búsqueda. Aquí se sitúa el sujeto que no cuenta con un proyecto definido o con ideas acabadas sobre lo que busca. En este caso se espera definir un interés y un objeto de conocimiento en la medida que la información provee de rutas de reflexión que en mayor medida repiten datos y palabras de acceso y donde el mérito final es articular los hallazgos. En ambos casos la salida del sistema es el balance que se logra entre los datos obtenidos y la organización que se hace de ellos. Lo anterior es el producto del ejercicio de búsqueda en las redes, que puede no revelar la existencia de un cuerpo sólido de conocimiento, sino una estrategia flexible de ordenamiento de la información. Frente a estos productos, podría pensarse en un sentido de negociación entre la información y el conocimiento, donde el valor de la propuesta es un punto de debate en el medio académico que busca la revisión de los procedimientos y de las estrategias de sistematización de las referencias para ilustrar la formación virtual del conocimiento. Esta formación cada día depende en mayor medida del acceso y manejo de ciberespacio entendido como un recurso en la investigación, valioso si se conforma en un contexto de conocimiento científico. Así, la información pudiera nutrir un cuerpo de conocimiento dentro de un proyecto; sin embargo, no siempre está presente un proyecto sólido o claro en el terreno académico. Un reto central en este sentido es figurar los perfiles de un sujeto capaz de dirigir sus ámbitos de búsqueda en términos de posibilidades: ya sea de la información que es requerida bajo una organización previa y armando la información casual como fruto del encuentro exploratorio en los límites de las acepciones asociadas a los intereses de investigación. Sin duda, esta habilidad supone un sujeto formado en criterios de discriminación y en el desarrollo de prácticas que incorporan nuevas tecnologías en el orden de sus campos de conocimiento. La negociación central se dirige ya no a las estructuras, sino a las preguntas que se hacen y a la claridad del entendimiento respecto a quién hace la pregunta y quién construye el conocimiento. Esto cae finalmente, en un ámbito delicado sobre quién decide la legitimidad de los conocimientos que se producen o la vigencia y caducidad de la información en las redes virtuales. Esta negociación deberá construirse en un marco amplio donde se perfilen sujetos interesados en el desarrollo del conocimiento, aun cuando su interés manifiesto no sea expresado de esta manera. Sin embargo, esta demanda se ve circunscrita frente a objetos de conocimiento ya construidos por los sistemas escolares (escuelas y carreras), donde la formación académica se consolida en la medida en que un sujeto es capaz de expresar dominio sobre el objeto de estudio que ha definido para la elección de su formación disciplinaria. Podemos sugerir pues el concepto de alumnos circunscritos a los centros educativos como el ámbito ideal donde podemos conformar los procesos en que se construyen los flujos de información entre sujetos activos, mismos que eventualmente definen la consecución de conocimientos y/o saberes, y de objetos como una gama flexible de posibilidades de generación de nuevos entornos de la formación profesional.
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Una segunda implicación se ilustra en la crítica a los límites de la representación que, siguiendo la idea de Deleuze (1988), se puede contraponer en modo negativo a esta idea, a partir de la repetición; describiéndola como una limitación relativa a nuestra construcción del concepto. Esta repetición establece una diferencia en la apropiación del objeto sin el concepto pertinente. Lo que nos impide, en suma, acceder a la multiplicidad de las cosas que están implicadas en la representación.7
Figura 3. Sistema de estructuración del conocimiento
Figura 4. Sistema de información de la información
Reflexiones para abundar en los contornos de la problemática expresada:
Para cerrar de alguna manera este primer momento en el planteamiento de una problemática compleja, podemos reflexionar acerca de cómo la médula de los sistemas del conocimiento sólido y tradicional se basa en la articulación de un sentido lógico, donde el sujeto busca certezas. Esto le permite triunfar o no ante los sistemas amorfos de la información expedita. En los ámbitos académicos, sin duda, se encuentra presente un fracaso relativo en la aplicación de esta lógica cuando se hace patente una diversidad de estructuras sin lógicas que divulgan desconocimientos fundados en la diversidad de la información y en la presentación de una lógica relacional sobreviviente en sistemas complejos de reproducción vertiginosa. El mérito de los sistemas complejos e hipertextuales es que desarrollan expectativas de descubrimiento, donde lo interesante para las nuevas generaciones es la posibilidad de construir parámetros de búsqueda y organización ante un volumen inimaginado de información. El valor de los “textos a la carta” reside en los tiempos de acceso y en las habilidades para manejar las herramientas de copia y pega (copy & paste) que sustentan, en palabras dichas, algunas ideas ajenas para sustentar las intuiciones propias. Esto se va resolviendo a través de la formulación de constructos8 propios que faciliten la expresión amalgamada de las intuiciones que tienden a formar conocimientos. Sin duda, esto no es una figura del todo cuestionable, sino el centro mismo de un debate de corte tecnológico donde la transmisión lógica y lineal del conocimiento mesurable se ve cuestionada como forma única y homogénea de construcción y sistematización, imponiéndose en los medios académicos la propuesta de conocimientos en dimensiones múltiples, bajo manejos creativos de la información hipertextual por una parte y, por otra, como la recreación del desempeño de posibilidades entre la información disponible y la adecuada expresión del conocimiento científico. Esto nos lleva de frente a un nuevo sujeto convocado bajo una virtualidad que supera el juego de palabras y conforma campos de posicionamiento estratégico donde se ve implicado un proyecto proactivo en términos de posibilidades y de integración de lenguajes y tecnologías. El sujeto virtual se erige desde la fusión y el nuevo significado de estar como conciencia9 y del ser capaz de desarrollar la imaginación como un ejercicio de interiorización que fundamenta posibilidades de cambiar el esquema lógico por un esquema dialógico, un sistema activo sobre el consenso hacia un sistema interactivo respecto a la norma que legitima el quehacer científico. El sujeto virtual se dibuja en coordenadas de potencialidades que evitan la repetición, con la cual se pretende superar la figura del internauta formado en la casualidad, pendiente de motivaciones superfluas. Lo virtual añade al sujeto una noción multidimensional del lenguaje, una capacidad de apropiación de los recursos tecnológicos y de optimización de las oportunidades de acceso al medio, una recomposición del tiempo y del espacio en aras de un cibertiempo y un ciberespacio propios y estratégicos. Este sujeto se ve implicado en algunas conversiones potenciales respecto a los procedimientos de búsqueda, se visualiza como un sujeto que problematiza sus planteamientos a partir de criterios de búsqueda creativos, que aventura la construcción de nuevos supuestos de trabajo y nuevas esferas de diálogo textual e intertextual, conformando categorías esporádicas, atemporales, situacionales y coyunturales mediante claves de acceso. Así, los términos de la polémica, no se dirigen a legitimar o deslegitimar una estructura de conocimiento por otra que se recrea en la información, o a establecer este sujeto virtual como el paradigma de un nuevo conocimiento, sino en reflexionar sobre los nuevos escenarios en los que es posible conformar textos como conocimiento “a la carta” dentro de los estándares de la producción académica. En este sentido, podemos integrar los alcances y las limitaciones de la información hipertextual, como una marca inédita en la conformación de nuevas nociones que nos vinculan con la identificación de procedimientos novedosos para acceder a los saberes múltiples y relacionales. Esto se vuelve en un acervo de gran valor para la comprensión de lo nuevo y lo actual en la difusión del conocimiento. Se trata de integrar los elementos que nos permitan abundar en los límites de los saberes necesarios para el desarrollo de las habilidades requeridas frente a la tecnología. La lógica del sujeto virtual deja atrás la lógica del silogismo y legitima una lógica de posibilidades que cambia de centro, desplaza los orígenes y vive de la coyuntura que hace posible habitar varios mundos bajo conceptos de hiperrealidad, donde los escenarios se vuelven recreativos. Este sujeto virtual, se vuelve un todo problemático, que integra sus sentidos y capitaliza los equívocos derivados de las acciones de búsqueda sobre la realidad hipertextual, equívocos que se traducen en hallazgos no esperados que pueden expresar nuevos conocimientos; un sujeto que dista de ser idealizado como prototipo de un conocimiento sólido, para configurar un internauta de la red que aspira a generar un conocimiento flexible. Un sujeto que suma su estrategia de acceso y puede borrar y reconstruir su texto para representar sus propias dimensiones de conocimiento. Lo interesante, finalmente, es que se va conformando un sujeto que suma lenguaje y tecnología, que se transforma a sí mismo y es capaz de asimilar incluso los conocimientos prohibidos, los marginales y los espacios no arbitrados dentro del ejercicio de la calidad académica. Esto presenta un mundo como un proyecto de la diversidad, que ha dejado atrás los dominios del conocimiento homogéneo y legítimo que fundamentaba la gran narrativa de la historia y de la ciencia como una secuencia de progreso sin límites. Quizá esto se ilustre en la idea de Castoriadis (2002, p. 11) donde confluye una idea de que “el ser es abismo y caos o aquello que carece de fundamento. Un caos con una estratificación irregular, es decir con organizaciones parciales, cada una de acuerdo con los distintos estratos que descubrimos”.
Es importante reconocer las estrategias de las que surgen reflexiones y proyectos de largo alcance. No hay observación que sobreviva sin la sistematicidad. Este es el valor donde los hechos aislados permiten la identificación de los escenarios emergentes y la enunciación de los contornos de nuevas e interesantes problemáticas que definen las formas en que se desarrollan los nuevos objetos de estudio dentro de la sociología del conocimiento. Así, la presente reflexión se basa en una serie de datos construidos a través de la observación directa y no participante en los usos de la red (Internet), en centros de autoacceso, cafés Internet y centros de cómputo universitario. Esto responde a un criterio donde la pregunta directa no resuelve las formas del uso personal sobre los equipos de cómputo y el acceso a las redes de información a través de Internet. La elección de la población se basó en aquella que busca tiempos para desarrollar “tareas”, “investigaciones” o sólo para plantear posibilidades de organización de problemáticas académicas para “saber más”. Respecto a los tiempos de observación se privilegiaron los horarios extraescolares. La secuencia de observación, se organizó en: Finalmente, este es un proyecto en curso que presenta un objeto de estudio, el cual no es de fácil de identificar, ya que al común de la comunidad académica no le parece relevante detenerse para dar contenido a las estructuras de conocimiento presentes en todos los actos del habla, mismos que pueden constituirse en actos de conocimiento. Al obviar la diversidad de estrategias y formas de presentar y representar los objetos de conocimiento se da por hecho que todos los presentes en el entorno inmediato dan el mismo contenido a una estructura de conocimiento y que ésta presenta un carácter universal. Podríamos resumir aquí que una estructura de conocimiento sitúa nuestra acción en un espacio y tiempo determinados desde dos modalidades de expresión: la primera, a través de los actos del lenguaje y la composición de nuestros campos semánticas de interacción con el otro. La segunda, de contenido complejo, supone un entendimiento sobre el otro. Es decir, la noción propia sobre el sujeto al que se le habla, el objeto que se presenta, la correlación posible entre ellos, una serie de enunciados sobre la verdad que se deriva de este acto, una elección en la presentación lógica o dialógica del proceso y, sobre todo, un reconocimiento ontológico sobre el hecho mismo del conocimiento que proyecta. Si bien esto condensa una síntesis apretada de todas nuestras emisiones interactivas con el otro y la realidad, los debates en esta composición son inagotables.
Bunge, M. (1981). La ciencia, su método y su filosofía. Buenos Aires: Siglo Veinte. Castoriadis, C. (2002). Ciudadanos sin brújula. México: Editorial Coyoacán. Deleuze, G. (1988). Diferencia y repetición. Barcelona: Júcar Universidad. Galindo Cáceres, J. (1998, febrero). Redes, comunidad virtual y cibercultura. Consultado el 10 de noviembre del 2004 en: Giménez, G. (1999). La importancia estratégica de los estudios culturales en el campo de las ciencias sociales. En R. Reguillo y R. Fuentes Navarro (Coords.), Pensar las ciencias sociales hoy (pp. 71-98). Guadalajara, Jal.: ITESO. Levy, P. (1999) ¿Qué es lo virtual? Buenos Aires: Paidós. Mardones, J. M. y Ursua, N. (1994). Filosofía de las ciencias humanas y sociales. México: Fontamara. Piaget, J. (1986). La epistemología genética. España: Debate. Rheingold, H. (1993). Virtual community. Nueva York: Addison Wesley. Wimmer, R. y Dominick, J. (2001). Introducción a la investigación de los medios masivos de comunicación. México: Thomson.
http://www.geocities.com/arewara/galindo093.htm
3 Esta discusión se basa en contenidos e implicaciones del problema gnoseológico planteado en el foro del portal en Fénix (http://enfenix.webcindario.com). 4 Ver la discusión de Galindo Cáceres (1998) que abunda en la formación de redes como componente de “ley de la vida social”. 5 Para abundar en el tema de las visiones paradigmáticas en las ciencias humanas ver Mardones y Ursua (1994, Capítulo I). 7 Fuentes de los párrafos: 1) http://www.psicopedagogia.com/definicion/conocimiento%20cientifico, 2) (http://www.comie.org.mx/definicion.html, 3) http://netec.mcc.ac.uk/DolS/datajuljuljuq.html (enlace actualmente no activo). 8 Un constructo es un concepto que tiene tres características distintas: la primera consiste en una noción abstracta dividida en dimensiones que son representadas por conceptos en un nivel más bajo. Es una combinación de conceptos. La segunda, debido a su abstracción no puede ser observada de una manera directa. La tercera consiste en que es diseñado para un propósito particular de la investigación, por lo que su significado exacto se relaciona tan sólo con el contexto en que se encuentra (Wimmer y Dominick, 2001, p. 44). 9 Conciencia que se entiende como el sentido íntimo, la introspección, lo intuido, dando pie al término con el que la filosofía moderna indica el conocimiento caracterizado por la identidad con el objeto y bajo el privilegio de las certezas, donde el único y originario conocimiento es el aquel que el sujeto tiene de sí.
1 Este planteamiento se basa en el concepto de representaciones sociales que procede de la sociología de Durkheim y es recuperado por Serge Moscovici, en la escuela de la psicología social. Se trata de construcciones sociocognitivas, propias del pensamiento ingenuo o del sentido común, que se definen dentro de un “conjunto de informaciones y creencias, opiniones y actitudes a propósito de un objeto determinado” (Giménez, 1999, p. 85).
2 Ver diccionario de filosofía en: http://www.filosofia.org
6 La comunidad virtual ha sido conceptualizada por Rheingold (1993, p. 23) como “un conjunto de agregaciones sociales que emergen de la red cuando un número suficiente de personas entablan discusiones públicas durante un tiempo (…) largo, con (…) sentimiento humano, para formar redes de relaciones personales en el ciberespacio”.
Para citar este artículo, le recomendamos el siguiente formato:
Mungaray, M. (2005). Sujetos virtuales de conocimiento: Los retos de la información en el hipertexto. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 7 (1). Consultado el día de mes de año en:
http://redie.uabc.mx/vol7no1/contenido-lagarda.html